Capítulo 4
Pasaron varios días sin cambio alguno. Finalmente, John entró decidido en la tienda de Dante. Al ver a Marta recostada en su pecho, con una expresión de falsa inocencia, no pudo contener su enojo.

Su voz fue cortante:

—Dante, esto es un campo de batalla, no un hotel. Si necesitas atender tus necesidades, solicita un traslado.

El rostro de Dante se ensombreció de inmediato.

—Si estás aquí por Leonor, dile que deje de hablar mal de Marta. ¡No voy a permitir que se dañe su reputación!

John rio con amargura, tratando de calmarse antes de sacar el teléfono del equipo y entregárselo a Dante.

—Es la familia de Leonor.

Dante tomó el aparato con indecisión, y en cuanto lo acercó a su oído, una voz furiosa atravesó la línea:

—¡Eres un maldito! ¡Juraste que cuidarías a mi hermana! ¿Por qué…?

Era León, mi hermano.

Sí, claro. Ya habían pasado varios días; mamá, papá y León ya sabían de mi muerte.

Me senté en el suelo, abatida, temiendo imaginar cómo habrían reaccionado al enterarse.

Dante interrump
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