Jareth sonrió tomado de la mano de Claire caminando por las escaleras que subían hasta donde se encontraba su habitación.—¿Dime Claire, has visto mi habitación?— le pregunto a ella parando y encarando a la joven.¿Que si había visto su habitación? Después de esos cinco años, aquella habitación tenía más cosas de ella que de él, aunque le gustaba conservar la decoración y toda la ropa que él había dejado allí. Si durante su embarazo fue un gran consuelo residir en esa habitación, pero sin duda él se daría cuenta de los cambios al entrar, como las fotos de su embarazo o los bebés de pequeños, todas esas cosas que le hubiera gustado vivir con él y no pudo.Al principio Claire guardaba muchos recuerdos para él, pero luego dejó de hacerlo, aunque a cada cumpleaños de los bebés había dejado una foto en la estantería y en el extremo de esta una marca de cómo estaban creciendo sus hijos un año tras otro.—Hay algo que siempre he querido mostrarte, y que no se puede ver en ningún otro lugar
Era cuestión de solo tocarse para que ambos sintieran que salían chispas a su alrededor, que una fuerza magnética los atraía haciendo que ninguno de los dos fuera consciente de lo que pasaba a su alrededor, salvo de lo que ocurría con ellos.Jareth se apoderó de los labios de Claire tras escuchar que lo necesitaba, no hizo falta más nada para que él reclamara sus labios con ferocidad, haciendo que la ropa de ambos rápidamente cayeran a su alrededor, al igual que ellos en la cama.Para el arquitecto y CEO de Art life, perderse entre las piernas de su exesposa era un deleite, uno que lo hacía recordar todas esas canciones románticas que escuchaba de adolescente, como "The Power of love de Huey Lewis."Lo que sentía por esa mujer que en esos momentos ronroneaba su nombre lo hacía sentir el hombre más poderoso e invencible y lo mejor es que no necesitaba presumir de ser un gran jefe o el dueño de su propia compañía, simplemente era sentir como el amor lo inundaba para creer que todo lo po
Después de pasar todo el fin de semana tanto con su hijo como su exesposa y sus dos nietos, Christian Mars se encontraba de muy buen humor aquel lunes. Solo era verlo para que todos lo notaran. —Buenos días, señoritas— saludó a un par de becarias que se encontró en el camino con una jovialidad que hizo que ellas le prestaran atención y susurraran entre ellas sobre lo guapo y simpático que era el arquitecto Mars a pesar de estar ya entrado en años.Por supuesto, no solo fueron ellas, también fueron un par de secretarias más las que también dijeron.—La vida es bella— el padre de Jareth casi se pone a cantar la Vie in Rose cuando al salir del baño se topa con su peor secreto caminando de frente hacia él.El falso George caminaba por la recepción de la empresa de Claire para ir a disculparse a su oficina por haberse marchado como lo hizo, en realidad estuvo todo el fin de semana carcomiéndose con la idea de que pudiera haberle pasado algo por su culpa.Pero si ella no le había llamado e
El fin de semana había resultado ser un completo ensueño para Jareth, pero llegado el lunes, como si de un hechizo se tratara al más estilo del cuento de la cenicienta o de Blancanieves, cuentos que, había descubierto, a su hija le gustaba que le leyeran. El lunes implacable llegó a arrebatarle la felicidad enfrentándolo a la realidad y a sus decisiones, como la llegada de Eleonor, quien en ese momento arribaba al aeropuerto internacional Heathrow, donde Jareth la esperaba.La conversación que tendría con Eleonor no sería una conversación agradable, ya que definitivamente él rompería su compromiso con ella, no podía seguir comprometido más tiempo con ella, cuando lo que deseaba era empezar de nuevo con Claire hacer las cosas bien con ella y empezar a disfrutar de sus hijos, los cuales no podía dejar el amor y de enorgullecerse por como su madre los había criado.Aunque claro, el pequeño Henry seguía mostrándose muy hostil con él y muy sobre protector con su madre, su hermana y hasta c
Ella sabía que él tenía amantes fugaces de una noche, pero no alguien a quien le permitiría algo así — y sobre todo cuando, porque no saliste en todo el fin de semana, lo pasamos juntos. —Bueno, verás…— Christian no sabía ni por dónde empezar a contarle a Claire lo que había pasado esa mañana ahí a unos escasos minutos de él haber entrado a su oficina — un fantasma, me encontré con un fantasma, aquí en la oficina— respondió por fin parándose de su asiento y así poder caminar por la oficina.Por supuesto, sabía que con solo decirle eso a Claire lo único que hacía era darle aún más curiosidad, por lo que tras un par de vueltas volvió a sentarse.—Verás hace dos años recuerdas que me fui de vacaciones a viajar por crucero, bueno, ahí conocí a un chico, esos días han sido los más felices que he tenido— le confesó a Claire.Ella se acomodó en su asiento para escuchar aquella historia, sabía que a Christian le gustaban los hombres desde el día en que se casó con Jareth, cuando lo encontró
Eleonor se las habían ingeniado para no dejar hablar a Jareth quien tras dejarla en la entrada del edificio del departamento que le había rentado regreso al estudio de arquitectura molesto porque no tenía nada bueno para comunicarle a Claire, quien debía estar feliz esperando que él le dijera que el asunto estaba terminado, zanjado y olvidado o al menos de regreso a los Estados Unidos, pero no era así.El problema llamado Eleonor Richards seguía ahí justo en medio de ellos dos, Jareth salió del cubo del ascensor de manera rápida sin detenerse a saludar a nadie, lo que puso en alerta a todos los demás arquitectos, becarios y secretarias sobre el enfado que parecía tener el día de hoy el hijo del director adjunto Mars quien solo llegar se encerró en el despacho que su padre le había cedido.—Maldita sea — exclamó Jareth explotando por fin en su oficina a solas, arrojando las cosas que estaban sobre su escritorio.Por primera vez, Jareth sentía que tenía deseos de matar a una persona o g
Ella casi se deshace en sus brazos en el instante en el que la abrazó de ese modo, en el que lo sintió contra su cuerpo, apretándola contra él, ayudando a calmar los nervios y esos pensamientos obsesivos que sabía tenía que trabajar para no desesperarse por absolutamente todo.— Llevo esperando ese beso toda la mañana — susurró ella coqueta colando sus gráciles dedos entre las hebras de sus cabellos y así atraer lo más contra su boca para besarlo.Un beso suave que no tardó en convertirse en uno mucho más apasionado porque, aunque no quisieran, ellos dos eran fuego juntos tanto en lo bueno como en lo malo, se encendían el uno al otro con rapidez.— Tengo que contarte algo — decidió ser ella la primera en hablar y así no verse tan ansiosa a la hora de saber sobre la tal Eleonor, por eso se separó una distancia prudencial donde pudiera hablar con claridad sin estar pensando en ser tocada y tocarlo de todas las maneras posibles. — ¿Recuerdas a George?Por supuesto que recordaba a George
Christian dejó sus papeles de lado, ahora era a quien le tocaba prestar atención a lo que Claire tenía que decir.—Dime, ¿Qué es lo que el idiota de mi hijo te hizo?— el viejo Mars no tenía ningún tipo de contención al momento de llamar a su hijo así.No podía llamarle de otra manera cuando había dejado que el amor de su vida se le escapará de las manos, y no ir a recuperarla, hasta ahora, casi seis años después.—No permitiré que te lastime, así que dime qué hizo esta vez.No había duda que fuera lo que fuera, la culpa era de su hijo, e iba a decir más, cuando el escándalo de fuera llamó su atención haciendo que volteara a ver a Claire —¿Qué será lo que habrá ocurrido allá afuera?Claire se levantó exasperada, estaba claro que por mucho que hubiera querido que aquel lunes fuera distinto y dejar de odiar los lunes, no dejaba de ser su día maldito, el día en que si algo podía salir mal, salía aún peor. El maldito lunes, Murphy, era así como ella llamaba a todos sus lunes.Se levantó d