Los gemelos se encontraban jugando a unos metros de donde Jareth y Claire los observaban.—Debemos hablar Claire, ponernos de acuerdo en cómo llevar el tema de los niños, no me puedes pedir que me aleje de ellos— mencionó Jareth volteando a ver a la madre de sus hijos.Negar que le había gustado ver aparecer a Jareth sería mentirse a sí misma, pero sentía miedo por lo que podría suceder con sus hijos y también con su ex.— No te voy a pedir que te alejes, pero tampoco puedes contarles nada, todavía déjame hacerlo a mi manera.—Ahora que sé de su existencia, me es imposible no querer formar parte de su vida. No sabes lo que me hubiera gustado estar contigo en tu embarazo y durante el parto— se acercó a ella tomándola del rostro — por favor di que no me alejaras de ellos, ni de ti.— No voy a alejarte de nosotros…— aseguró ella meciendo la mejilla contra su mano y es que cuando él la tocaba ella no podía pensar en nada más que en sus manos y cuando lo tenía tan cerca no podía más que de
Jareth no dudo en abrazar a Claire tras escuchar que aceptaba pasar ella y los niños ir a casa de su padre a cenar pizzas, ganándose una que otra exclamación de asombro y de enojo por parte de sus hijos, quienes llegaron a abrazar a su madre colocando en medio de ellos.Eso solo lo hizo enternecer y aspirar de manera profunda, orgulloso de ver cómo sus hijos protegían a su madre. Lo hizo que se las ingeniara para cargar a ambos.—Lo sé, lo sé, ustedes deben decidir si yo estoy con mami— dijo dándole a cada uno un beso en las mejillas.—Por cierto, no sé si lo sepan, pero iremos a casa de su Dada a cenar pizzas y papás fritas con él.— ¿Y por qué tú vas tanto a ver a mi Dada?— Henry, quién era más celoso de su madre que Danielle, entrecerró los ojos limpiándose la mejilla que Jareth le había besado con la mano. — ¿También quieres quitarme a mí, Dada?Estaba visiblemente molesto de camino al coche, mientras Danielle que era más diplomática, le hacía las preguntas que le interesaban sobr
Jareth sonrió tomado de la mano de Claire caminando por las escaleras que subían hasta donde se encontraba su habitación.—¿Dime Claire, has visto mi habitación?— le pregunto a ella parando y encarando a la joven.¿Que si había visto su habitación? Después de esos cinco años, aquella habitación tenía más cosas de ella que de él, aunque le gustaba conservar la decoración y toda la ropa que él había dejado allí. Si durante su embarazo fue un gran consuelo residir en esa habitación, pero sin duda él se daría cuenta de los cambios al entrar, como las fotos de su embarazo o los bebés de pequeños, todas esas cosas que le hubiera gustado vivir con él y no pudo.Al principio Claire guardaba muchos recuerdos para él, pero luego dejó de hacerlo, aunque a cada cumpleaños de los bebés había dejado una foto en la estantería y en el extremo de esta una marca de cómo estaban creciendo sus hijos un año tras otro.—Hay algo que siempre he querido mostrarte, y que no se puede ver en ningún otro lugar
Era cuestión de solo tocarse para que ambos sintieran que salían chispas a su alrededor, que una fuerza magnética los atraía haciendo que ninguno de los dos fuera consciente de lo que pasaba a su alrededor, salvo de lo que ocurría con ellos.Jareth se apoderó de los labios de Claire tras escuchar que lo necesitaba, no hizo falta más nada para que él reclamara sus labios con ferocidad, haciendo que la ropa de ambos rápidamente cayeran a su alrededor, al igual que ellos en la cama.Para el arquitecto y CEO de Art life, perderse entre las piernas de su exesposa era un deleite, uno que lo hacía recordar todas esas canciones románticas que escuchaba de adolescente, como "The Power of love de Huey Lewis."Lo que sentía por esa mujer que en esos momentos ronroneaba su nombre lo hacía sentir el hombre más poderoso e invencible y lo mejor es que no necesitaba presumir de ser un gran jefe o el dueño de su propia compañía, simplemente era sentir como el amor lo inundaba para creer que todo lo po
Después de pasar todo el fin de semana tanto con su hijo como su exesposa y sus dos nietos, Christian Mars se encontraba de muy buen humor aquel lunes. Solo era verlo para que todos lo notaran. —Buenos días, señoritas— saludó a un par de becarias que se encontró en el camino con una jovialidad que hizo que ellas le prestaran atención y susurraran entre ellas sobre lo guapo y simpático que era el arquitecto Mars a pesar de estar ya entrado en años.Por supuesto, no solo fueron ellas, también fueron un par de secretarias más las que también dijeron.—La vida es bella— el padre de Jareth casi se pone a cantar la Vie in Rose cuando al salir del baño se topa con su peor secreto caminando de frente hacia él.El falso George caminaba por la recepción de la empresa de Claire para ir a disculparse a su oficina por haberse marchado como lo hizo, en realidad estuvo todo el fin de semana carcomiéndose con la idea de que pudiera haberle pasado algo por su culpa.Pero si ella no le había llamado e
El fin de semana había resultado ser un completo ensueño para Jareth, pero llegado el lunes, como si de un hechizo se tratara al más estilo del cuento de la cenicienta o de Blancanieves, cuentos que, había descubierto, a su hija le gustaba que le leyeran. El lunes implacable llegó a arrebatarle la felicidad enfrentándolo a la realidad y a sus decisiones, como la llegada de Eleonor, quien en ese momento arribaba al aeropuerto internacional Heathrow, donde Jareth la esperaba.La conversación que tendría con Eleonor no sería una conversación agradable, ya que definitivamente él rompería su compromiso con ella, no podía seguir comprometido más tiempo con ella, cuando lo que deseaba era empezar de nuevo con Claire hacer las cosas bien con ella y empezar a disfrutar de sus hijos, los cuales no podía dejar el amor y de enorgullecerse por como su madre los había criado.Aunque claro, el pequeño Henry seguía mostrándose muy hostil con él y muy sobre protector con su madre, su hermana y hasta c
Ella sabía que él tenía amantes fugaces de una noche, pero no alguien a quien le permitiría algo así — y sobre todo cuando, porque no saliste en todo el fin de semana, lo pasamos juntos. —Bueno, verás…— Christian no sabía ni por dónde empezar a contarle a Claire lo que había pasado esa mañana ahí a unos escasos minutos de él haber entrado a su oficina — un fantasma, me encontré con un fantasma, aquí en la oficina— respondió por fin parándose de su asiento y así poder caminar por la oficina.Por supuesto, sabía que con solo decirle eso a Claire lo único que hacía era darle aún más curiosidad, por lo que tras un par de vueltas volvió a sentarse.—Verás hace dos años recuerdas que me fui de vacaciones a viajar por crucero, bueno, ahí conocí a un chico, esos días han sido los más felices que he tenido— le confesó a Claire.Ella se acomodó en su asiento para escuchar aquella historia, sabía que a Christian le gustaban los hombres desde el día en que se casó con Jareth, cuando lo encontró
Eleonor se las habían ingeniado para no dejar hablar a Jareth quien tras dejarla en la entrada del edificio del departamento que le había rentado regreso al estudio de arquitectura molesto porque no tenía nada bueno para comunicarle a Claire, quien debía estar feliz esperando que él le dijera que el asunto estaba terminado, zanjado y olvidado o al menos de regreso a los Estados Unidos, pero no era así.El problema llamado Eleonor Richards seguía ahí justo en medio de ellos dos, Jareth salió del cubo del ascensor de manera rápida sin detenerse a saludar a nadie, lo que puso en alerta a todos los demás arquitectos, becarios y secretarias sobre el enfado que parecía tener el día de hoy el hijo del director adjunto Mars quien solo llegar se encerró en el despacho que su padre le había cedido.—Maldita sea — exclamó Jareth explotando por fin en su oficina a solas, arrojando las cosas que estaban sobre su escritorio.Por primera vez, Jareth sentía que tenía deseos de matar a una persona o g