Mientras Don Juan corría a toda prisa, Andrés conducía detrás de él tocándole la bocina para que se detuviera, pero él se hacía de oídos sordos, y solo apresuraba el paso, pues quería asegurarse de que Blanca y Doña Tilita estuvieran bien, ya que era lo único que le importaba en ese momento.Pronto, uno de los vecinos llamado Bernardo (que trabajaba sembrando en sus propios terrenos) los vió pasar, mientras encendía su tractor, y al ver la escena no dudó en hacerle señas a su esposa, para que esta se asomara a observar también.— ¿Viste eso mujer?— ¡Sí viejo! Temprano, las vecinas estaban comentando que ese muchacho, el familiar de Don Cheto, era quien le había prestado el dinero a Don Juan para que comprara esas vacas nuevas que tanto pasea pretenciosamente; y segurito, lo está persiguiendo para obligarlo a pagar. ¡Vaya hombrecito!De repente, Don Juan decidió meterse entre las siembras y Andrés tuvo que frenar su carro, y esperar que saliera nuevamente.— Quisiera saber ¿qué es lo
Sin miedo a ser descubierto, Andres salió y se puso de pie, para luego acercarse a Blanca y hablar con mucha tranquilidad.— Sí Doña Tilita, escuchó muy bien, el señor Bernardo me está buscando a mí.— Respondió Andrés, en tanto intentaba limpiar un poco la grasa que se había adherido a sus brazos.— ¿Pero qué está pasando aquí Blanca? ¿Por qué él estaba oculto?Justo en el momento en el que Blanca iba a hablar, el atrevido vecino Bernardo, no dudó en dar su opinión.— Yo soy el que le voy a decir que es lo que está pasando aquí Doña Tilita. Este chico que usted ve aquí parado, estaba persiguiendo a Don Juan, para cobrarle el dinero que le prestó, para que él comprara sus vacas. ¡Y me disculpa que me entrometa!, porque aunque a mí no me gusta el chisme, tampoco la injusticia. ¿No te da verguenza Juan?— Miraba a Don Juan de brazos cruzados, muy enfadado.Indignado, Don Juan se puso de pie y sacó a empujones a su vecino del establo, mientras que Doña Tilita, Blanca y Andrés no paraban de
Al estar nuevamente en casa junto a su esposo, Bernardo; Rosaura caminaba de un lado a otro sin saber como decirle que de alguna manera se habían vuelto complices de Doña Tilita y Blanca, pero antes de que soltara alguna palabra, él ya le notaba la intranquilidad. — ¿Qué te pasa Rosaura? Cuentame de una vez, ¿qué fue lo que sucedió?, porque no creo que estes así, por esta simple herida que me he hecho.— Habló en tanto se aplicaba un poco de alcohol.Tomando un respiro, se sentó a su lado, y soplando un poco la herida de su esposo (para que no le ardiera tanto), habló con mucha serenidad.— ¡Somos complices Bernardo! Blanca y Tilita lastimaron a Paty y ahora nos han involucrado. Por eso se ocultan en el viejo establo.Sorprendido, Bernardo terminó de curar la herida, y colocándose un poco de gasa, se puso de pie tomó el dinero que Andres le dió y salió inmediatamente por la puerta, mientras su esposa le pedía que regresara, pero el solo la ignoró.En tanto Andres, al estar en casa de
Apenas Andres se asomó a la calle, Bernardo sacó su mano del carro y se aproximó a él muy rápido, para colocarle el dinero nuevamente en sus manos. — ¡Tenga joven! Mi familia y yo somos gente honrada, no queremos dinero sucio.— Sin darle tiempo de responder, Bernardo le dió la espalda y se marchó a ver como seguía la pobre Paty, en tanto su esposa Rosalba, le contaba a todas las vecinas el lugar donde estaban escondidas Doña Tilita y Blanca, pues no querían ser vinculados con ninguna mala acción. Al observar esto, Don Cheto se acercó a preguntarle a Andres lo que sucedía. — ¿Qué le pasa al prepotente Bernardo? ¿Por qué te dió dinero, y de esa forma? — Ahora no tengo tiempo Cheto, hablamos luego.— Encendió el auto y no tardó en marcharse a toda velocidad, en busca de algún garrafón de agua y algo de comida, para llevarla a su bella, Blanca.. Mientras esto sucedía, en el hospital, ya Paty se había despertado, pero aún seguía bajo los efectos de los medicamentos, que por supuesto le
Aunque Blanca sentía un intenso amor por Andrés, no quería tomar una decisión apresurada y le pidió un poco de tiempo a Tamara para pensarlo; y es que este pueblo, y su familia era todo lo que ella conocía.— Me emociona mucho su propuesta Sra Tamara, solo le pido que me de un poco de tiempo para asimilarlo, por favor.— Respondió, pero su rostro no mostraba ningún tipo de emoción.— Está bien, como tu quieras Blanca, pero lo único que te aconsejo es que no desperdicies una oportunidad como esta, seamos honesta, en este pueblo no te espera un buen futuro, y estoy segura que si me dices que no, terminarás casándote con Pablo, encerrada en una casucha sucia, llena de goteras y criándole muchos hijos, ¿es eso lo que quieres para tí?— Puso su mano en el hombro de Blanca e inmediatamente salió de la cocina.Blanca, sacó una de las sillas y sentándose, pensaba que quizas esta era la forma en la que podía darse a conocer mejor con la familia de Andrés, antes de entrar a una relación más seria
Al ver su extraña reacción, Don Juan llamó a Pablo para saber que le sucedía, pero él solo lo miró con mucho resentimiento y continuó su camino.—¿Qué habrá sucedido allá adentro? Iré a ver.— Pensaba Don Juan, en tanto recogía unos cuantos litros de leche fresca, para hacer un poco de queso, pero al ver a Doña Tilita saliendo de casa (lanzando la la puerta), decidió sentarse a intentar sacar un poco más, aunque él sabía que las vacas ya estaban secas.Con las emociones revueltas y a flor de piel, Pablo caminó hasta la plaza del pueblo, y a todo el que se le acercaba lo trataba con poca educación, pidiéndoles que no lo molestaran y retorciéndose los ojos, hasta que llegó el turno de Josefa. — ¿Qué haces ahí tan solo Pablito? ¿A dónde has dejado a tu Julieta? Jajaja ¿O quizás sea Julieta quien te haya dejado a tí verdad?— Josefa se reía a carcajadas mientras avanzaba a su casa, pero tragándose su amargura el decidió llamarla.— ¡Hey tonta ven aquí!— ¿A quién le has dicho tonta?— Prepa
Sorpresivamente, entró al pueblo un carro enorme de vidrios ahumados. Este se paseaba por las calles del pueblo con velocidad mínima, y todo el pueblerino que lo veía, se metía a su casa corriendo para alertar a sus demás familiares, pues no les daba ni un poco de confianza. Pronto, una de las vecinas de Don Cheto, entró a su negocio, y no tardó en advertirle que tuviera cuidado, pues no se sabía si ese misterioso carro, llevaba ladrones adentro. Don Cheto, quien se encontraba despachándole un pedazo de queso al periodiquero, soltó una gran carcajada y el periodiquero lo aconsejó. — Yo que usted, no me tomara esto a juego Don Cheto, mire que cuando el río suena, es porque piedras trae. Si fuera usted, yo cerraría el negocio por un par de horas. — ¡Ah caramba! Yo no puedo darme el lujo de cerrar el negocio, cada venta que hago es importante para mí, recuerda que el dinero no crece en los árboles y si cierro es pérdida para mis bolsillos. En tanto pesaba otro trozo de queso, a
Estando ya todos reunidos en la plaza del pueblo, se peleaban por conseguir los primeros puestos, para tener la mejor vista de la película.Mientras Blanca y Andrés, sin ningún problema, se conformaron con los últimos lugares, ya que ahí nadie los vería, si en algún momento, las caricias se hacían presentes.—¿Crees que sea una película romántica Andrés?— Preguntó Blanca emocionada, con los ojos brillandole mientras lo veía.— No lo sé cariño mío, Cheto no me quiso adelantar nada.— Sonrió y besó su mano, aprovechando el descuido de la gente, para no levantar sospechas de nada.Al ver llegar a Josefa al lugar, Paty entusiasmada se puso de pie haciéndole señas para que se sentara junto a ella, pero Josefa ignorándola, aprovechó el desorden que tenían el resto de los pueblerinos para perderse entre la multitud.— ¿A dónde se fue Josefa?— Se preguntaba Paty, mirando hacia todas partes, y las personas que estaban sentadas detrás de ella, comenzaron a quejarse lanzándole palomitas, ya que l