Al ver su extraña reacción, Don Juan llamó a Pablo para saber que le sucedía, pero él solo lo miró con mucho resentimiento y continuó su camino.—¿Qué habrá sucedido allá adentro? Iré a ver.— Pensaba Don Juan, en tanto recogía unos cuantos litros de leche fresca, para hacer un poco de queso, pero al ver a Doña Tilita saliendo de casa (lanzando la la puerta), decidió sentarse a intentar sacar un poco más, aunque él sabía que las vacas ya estaban secas.Con las emociones revueltas y a flor de piel, Pablo caminó hasta la plaza del pueblo, y a todo el que se le acercaba lo trataba con poca educación, pidiéndoles que no lo molestaran y retorciéndose los ojos, hasta que llegó el turno de Josefa. — ¿Qué haces ahí tan solo Pablito? ¿A dónde has dejado a tu Julieta? Jajaja ¿O quizás sea Julieta quien te haya dejado a tí verdad?— Josefa se reía a carcajadas mientras avanzaba a su casa, pero tragándose su amargura el decidió llamarla.— ¡Hey tonta ven aquí!— ¿A quién le has dicho tonta?— Prepa
Sorpresivamente, entró al pueblo un carro enorme de vidrios ahumados. Este se paseaba por las calles del pueblo con velocidad mínima, y todo el pueblerino que lo veía, se metía a su casa corriendo para alertar a sus demás familiares, pues no les daba ni un poco de confianza. Pronto, una de las vecinas de Don Cheto, entró a su negocio, y no tardó en advertirle que tuviera cuidado, pues no se sabía si ese misterioso carro, llevaba ladrones adentro. Don Cheto, quien se encontraba despachándole un pedazo de queso al periodiquero, soltó una gran carcajada y el periodiquero lo aconsejó. — Yo que usted, no me tomara esto a juego Don Cheto, mire que cuando el río suena, es porque piedras trae. Si fuera usted, yo cerraría el negocio por un par de horas. — ¡Ah caramba! Yo no puedo darme el lujo de cerrar el negocio, cada venta que hago es importante para mí, recuerda que el dinero no crece en los árboles y si cierro es pérdida para mis bolsillos. En tanto pesaba otro trozo de queso, a
Estando ya todos reunidos en la plaza del pueblo, se peleaban por conseguir los primeros puestos, para tener la mejor vista de la película.Mientras Blanca y Andrés, sin ningún problema, se conformaron con los últimos lugares, ya que ahí nadie los vería, si en algún momento, las caricias se hacían presentes.—¿Crees que sea una película romántica Andrés?— Preguntó Blanca emocionada, con los ojos brillandole mientras lo veía.— No lo sé cariño mío, Cheto no me quiso adelantar nada.— Sonrió y besó su mano, aprovechando el descuido de la gente, para no levantar sospechas de nada.Al ver llegar a Josefa al lugar, Paty entusiasmada se puso de pie haciéndole señas para que se sentara junto a ella, pero Josefa ignorándola, aprovechó el desorden que tenían el resto de los pueblerinos para perderse entre la multitud.— ¿A dónde se fue Josefa?— Se preguntaba Paty, mirando hacia todas partes, y las personas que estaban sentadas detrás de ella, comenzaron a quejarse lanzándole palomitas, ya que l
Atraído por la impresionante belleza que tenía está chica, y embobado por el perfume que destilaba, Andrés iba detrás de ella diciéndole los halagos más empalagosos que alguna vez hayan pasado por su boca, y la mujer bastante incómoda, solo sonreía para disimular apresurando el paso, ya que no lo conocía, y al estar recién llegada al pueblo, pensaba que se trataba de algún bandido muy elegante.— ¡Hey, pss pss! Espera un momento por favor.— Al mismo tiempo Andrés avanzaba intentando alcanzarla.Después de secar sus lágrimas, por ese mal rato que pasó en la plaza (siendo la burla de todos), Blanca, Contó a Doña Tilita sobre la grabación que le habían hecho Josefa y Paty, y ella muy apenada, obligó a Blanca a buscar a Andres. — ¡Anda y tráelo aquí! Por andar con tu lloradera, no me explicaste a tiempo lo que pasó, y por eso a mí me tocó imaginar cosas. ¡Pobre muchacho! Por poco le tiro todos los dientes con el sartén.— Con mucha pena, Doña Tilita sacó a Blanca a la calle, y entregándol
Durante toda la noche, acostado en su cama, Andrés pensaba en el futuro que podía tener al lado de Blanca, mientras su mirada exploraba por la ventana, y las dudas de si esto funcionaría o no, eran cada vez más fuertes. — ¿Valdrá la pena seguir luchando por esto Blanca? ¿O quizás deba alejarme de ti?— Pensaba mientras leía los mensajes de la bella Darla, y es que ella, lo había impactado con su bella sonrisa. A la mañana siguiente... Mientras todos desayunaban, Don Cheto le pidió a Andrés que lo llevará a comprar algunas cosas al pueblo vecino, y él sin ningún problema acepto la petición. Montándose en el carro, Andrés no paraba de revisar su celular, al mismo tiempo que conducía, y esto alteró muy pronto a Don Cheto, pues los años que tenía encima lo habían vuelto un hombre muy cauteloso. — Si vas a revisar el teléfono en vez de prestarle atención a la carretera, mejor avisame Andrés, y me bajo de una vez, no me quiero quedar chueco por culpa de ese aparato. ¿Quién despachar
Mirando la unión que ellos estaban demostrando, Blanca decidió tomar la flor y responder de la forma más dulce que podía. — Lo siento, no quiero ilusionarte Pablo, pronto me iré del pueblo, y no pienso dejar tu corazón lastimado; pero, de igual forma te agradezco lo lindo que te has comportado conmigo.— Blanca se acercó a él con mucha tranquilidad, tomó la flor de campo, y luego le dio un pequeño beso en la mejilla, haciendo que se sonrojara un poco más, aunque por dentro él tenía una mezcla de emociones. Apenas salió de la casa, Pablo se fue detrás de ella y Don Juan muy molesto, miraba a Doña Tilita de forma desafiante. — Todo esto es culpa tuya Tilita. Si tu hubieses seguido mis instrucciones, todo el plan hubiera sido un éxito— Hablaba fuerte, en tanto se sentaba muy despacio, sintiéndose decepcionado. — ¿Ah sí? ¿y qué fue lo que hice mal según tú Juan Soto?— Preguntó Doña Tilita, parándose frente a él de brazos cruzados, y haciendo con esto que la voz de Don Juan se dulcif
Con sus ansias a flor de piel, y con el enojo en su nivel más alto, Tamara se acercó a la puerta a llamar a su amado hijo, quien parecía no escuchar.—¡Andrés Monterreal, sé que estás allí! ¡Sal, ya!— Le pedía, dando suaves golpeteos a la puerta con la sombrilla.Inesperadamente, debajo del auto de Andrés, se arrastraba el mecánico para salir a atenderlas, porque con el tono de voz que llamaba Tamara a Andrés, podía hacer enojar a su delicada esposa, que no pensaba dos veces para discutir con cualquiera.— Sí dígame señora, ¿en qué la puede ayudar?— Preguntó el mecánico, al mismo tiempo que extendía su mano llena de grasa para saludar.La fina y pretenciosa Tamara, al ver lo sucio que lucía este hombre, mostró rostro de repugnancia dejándolo con la mano extendida, y con mucha intensidad exigió ver a su hijo.— ¡Relájese un poco señora, ya vuelvo!El mecánico al ver lo molesta que ella lucía, decidió pasar a su casa de inmediato, y al avisarle a Andrés que lo buscaban tres mujeres enoj
Despues de esos emotivos abrazos, Doña Tilita, aceptando que su hija ya era mayor de edad y que debía tomar sus propias decisiones, solo la ayudó a terminar de empacar y a sacar sus cosas de su humilde hogar; dónde, entre vacas, cerdos, culebras y sapos, había aprendido a dar sus primeros pasos.— Esto es difícil para mí, pero debo entender que cada persona debe hacer su propio camino mija, y lo único que me queda es desearte el bien y aconsejarte, pero está en tí, si me escuchas o no.— Su voz se hacía mas frágil en tanto empujaba el equipaje fuera de la habitación de Blanca.Don Juan con muchas emociones encontradas, no tardó en tomar un machete para ir por un par de gallinas y un pequeño cerdo, porque quería dar a su hija un gran y delicioso banquete.Pronto, Doña Tilita y Blanca agruparon cantidades de leña, para hacer un fogón enorme y no tardaron en invitar a las vecinas mas cercanas, que en sus tiempos más difíciles, les prestaron buen apoyo sin esperar nada a cambio.Minutos de