Con sus ansias a flor de piel, y con el enojo en su nivel más alto, Tamara se acercó a la puerta a llamar a su amado hijo, quien parecía no escuchar.—¡Andrés Monterreal, sé que estás allí! ¡Sal, ya!— Le pedía, dando suaves golpeteos a la puerta con la sombrilla.Inesperadamente, debajo del auto de Andrés, se arrastraba el mecánico para salir a atenderlas, porque con el tono de voz que llamaba Tamara a Andrés, podía hacer enojar a su delicada esposa, que no pensaba dos veces para discutir con cualquiera.— Sí dígame señora, ¿en qué la puede ayudar?— Preguntó el mecánico, al mismo tiempo que extendía su mano llena de grasa para saludar.La fina y pretenciosa Tamara, al ver lo sucio que lucía este hombre, mostró rostro de repugnancia dejándolo con la mano extendida, y con mucha intensidad exigió ver a su hijo.— ¡Relájese un poco señora, ya vuelvo!El mecánico al ver lo molesta que ella lucía, decidió pasar a su casa de inmediato, y al avisarle a Andrés que lo buscaban tres mujeres enoj
Despues de esos emotivos abrazos, Doña Tilita, aceptando que su hija ya era mayor de edad y que debía tomar sus propias decisiones, solo la ayudó a terminar de empacar y a sacar sus cosas de su humilde hogar; dónde, entre vacas, cerdos, culebras y sapos, había aprendido a dar sus primeros pasos.— Esto es difícil para mí, pero debo entender que cada persona debe hacer su propio camino mija, y lo único que me queda es desearte el bien y aconsejarte, pero está en tí, si me escuchas o no.— Su voz se hacía mas frágil en tanto empujaba el equipaje fuera de la habitación de Blanca.Don Juan con muchas emociones encontradas, no tardó en tomar un machete para ir por un par de gallinas y un pequeño cerdo, porque quería dar a su hija un gran y delicioso banquete.Pronto, Doña Tilita y Blanca agruparon cantidades de leña, para hacer un fogón enorme y no tardaron en invitar a las vecinas mas cercanas, que en sus tiempos más difíciles, les prestaron buen apoyo sin esperar nada a cambio.Minutos de
Con mucha prisa, Paty corrió tras Josefa y al llegar a su casa se escondió detrás de un tanque de agua enorme, donde podía espiar tranquilamente y escuchar con mucha claridad, cualquier conversación.— ¡Cuánta intranquilidad de parte de Josefa! ¿Qué es lo que trama?— La veía moverse de un lado a otro con mucha desesperación, mientras que sus padres le pedían que se calmara.Extrañamente, Josefa tomó un mapa muy antiguo que estaba sobre la nevera, y al desempolvarlo empezó a señalarle a sus padres el lugar a donde iría Blanca, con la envidia presente en su mirada.— ¡Se va a la gran ciudad! Ya casi sale de aquí con la familia de Don Cheto, al venir de visita nos mirará como si fuéramos menos que ella, especialmente a mí, porque ella me tiene mucha envidia, estoy segura.— Hablaba Josefa preocupada, como si le doliera saber que Blanca iba a explorar nuevos rumbos; pero, al ver que sus padres no le dieron importancia a este asunto, corrió a su habitación lanzando la puerta con mucha rabia
Al ser descubierta por Blanca y Andres, la envidiosa Josefa se quedó en shock y encongida de hombros, sin saber qué decir; se veía con tanta timidez, que no parecía ser la misma vecina peleonera y escandalosa, que paseaba por las calles de Buenaventura. — ¡Responde, Josefa! ¿Cómo es que has llegado aquí?— Andrés se movía de un lado a otro con mucha intranquilidad, sin saber qué hacer, mientras Blanca le tendía las manos para ayudarla a bajar del carro, pues viajaba escondida dentro de una de las cajas donde Don Cheto había guardado el queso congelado. — ¿Por qué hiciste esto Josefa? Necesitamos saber.— Añadió Blanca, sentándose a un lado del maletero, esperando una buena respuesta que la justificara. Josefa, ya con lágrimas en los ojos, les pidió que la dejaran ir con ellos, porque al igual que Blanca, ella quería cambiar su futuro. Andres, sin darle importancia a todo lo que ella decía, corrió a detener un bus (para enviarla de regreso), este venía en la carretera a toda veloc
Blanca, notaba el brillo en los ojos de Josefa, al observar la fachada de la mansión de Andrés, y estaba totalmente segura, que en algún momento le iba a traer problemas, así que, antes de bajarla del carro, tomó a Andrés por el brazo para alejarlo un poco y hablarle.— Por favor, no permitas que Josefa se quede a vivir aquí Andrés, me traerá graves problemas, lo puedo ver en sus ojos, eso no me da buena espina.— Le pedía volteando hacia todas partes, alerta para que Tamara o Paola no los sorprendieran.Después de pensar un par de minutos, caminando alrededor de su carro, Andrés había tomado una decisión, aunque quizás no era la más correcta.— ¡Listo! Solo por hoy dormirá en tu habitación Blanca, mañana temprano pasaré buscándola cuando todos aún estén durmiendo, y la llevaré a un albergue. ¿Está bien? Así que, no te preocupes.— Josefa no querrá eso para ella, de ninguna manera, Andrés, eso solo la alterará y hará que me boten de aquí— Refutaba impresionada, al escuchar semejante pr
Por más que los padres de Josefa llamaron a la casa de Don Cheto, este no salió, y es que el sueño que tenía era muy pesado, tanto así, que sus ronquidos se escuchaban claramente a lo lejos. Paty, muy escondida, observaba a los padres Josefa en medio de la noche, y en su mente imaginaba todo lo que haría Josefa para quitarle la oportunidad a Blanca, de tener un mejor futuro allá.— Iré a advertirle a Doña Tilita y Don Juan — Pensó y seguidamente caminó a informar. Corriendo como espantada, pasó Paty al ver una camisa guindada en un pequeño arbusto situado en los alrededores del camino viejo, pues pensó que era un hombre ocultándose, y del susto llamó desesperada, hasta que Doña Tilita y Don Juan salieron.—¿Qué haces tu aquí niña? ¿Ni siquiera podremos dormir en tranquilidad?— Preguntó Doña Tilita molesta en tanto se cubría un poco con una toalla y Don Juan estando a su lado parado, parecía aun estar dormido.— ¡Josefa, se fue escondida en el carro donde viajó Blanca!— Exclamó Paty
De camino al albergue, Josefa veía hacia todos lados impresionada con la belleza y pulcritud de la ciudad. Una de las cosas que más llamaba su atención, eran los grandes edificios y también la forma de vestir de sus citadinos, porque ninguno llevaba puesto un vestido y ni tampoco un overol como en su pueblo, sino que sus ropas tendian a ser más apretadas y agujereadas.—¿A dónde iremos a hacer las compras Andrés? Seguro a un supermercado muy grande ¿Verdad?— Preguntó Josefa, sin imaginar la realidad y Andrés, para evitar que se enojara dentro del carro, solo seguía la corriente a lo que le había dicho Blanca.— ¡Oh, sí! ¡Qué tonto soy, las compras! Por poco se me olvidaban.— Dijo Andrés en tanto se desviaba un poco en busca de algunos productos. Estando en el supermercado, Josefa no dudó en pasear y revisar cada pasillo con mucho interés y al llegar al área de verduras y frutas, no paraba de recomendar a los citadinos, cuáles eran las mejores para consumir, llamando así la atención d
Cuando Blanca estaba dispuesta a contestarle al mayordomo Mauro, llegó Andres y con mucho caracter lo puso en su lugar, dejándole en claro quien mandaba ahí.— ¿Desde cuándo te tomas el atrevimiento de investigar a quién monto o no en mi carro Mauro? ¿Acaso debo yo consultarte antes de salir con alguna chica?— Señor Andres, yo solo quería... (Andres lo interrumpe)— ¡Shhh! ¡Calla! Que no vuelva a ocurrir Mauro, recuerda que eres reemplazable, si se fue Vanessa creeme que tu podrías ser el próximo.Cabizbajo y con mucha rabia, Mauro se apresuró en salir de la cocina a atender a sus principales jefes, los padres de Andres y Blanca de inmediato sintió mucho alivio.Extrañamente, Andres se acercó a Blanca en presencia de Petra y le robó un gran beso, a lo que la viejita Petra reaccionó soltando fuertes carcajadas.— Este muchacho, no pierde la costumbre— Murmuró Petra a voz baja mientras que hacía su trabajo como si nada hubiera ocurrido.Blanca (apartándolo con mucho enojo e impresión)