Jaime se reunió con Patricia; ella parecía contenta de volver a verlo. Estaba casi segura que Jaime por fin le propondría algo; su corazón latía rápidamente. Jaime la invitó a tomar un café y darle la sorpresa de que había sido seleccionado en la Iglesia Betel para ser pastor interino. Como se hizo famoso con sus sermones, consiguió el puesto a través de la recomendación de su pastor de la Iglesia Bautista. Patricia no se esperaba eso, pero fue empática y lo felicitó. Ella le contó que trabajaba en el Hospital Bautista como pasante. Le dijo que iba a aplicar a una maestría en pediatría cuando se graduara. Su sueño era tratar con niños porque le parecían un regalo de Dios y merecían un trato especial. Patricia se había atrasado con sus estudios porque se había dedicado a trabajar en el Hospital Bautista; aún viví
Jaime se había recuperado, se sentía con la unción de Cristo, y creía que podía dar la dura batalla contra los demonios espirituales. Había llegado de demostrar su capacidad y todos los años de preparación que tuvo desde su niñez hasta la adultez. En ese momento de iluminación y renovación, tan pronto una iglesia abrió sus puertas cerca de la Iglesia Betel. En esa iglesia apenas se reunían unas cuantas personas que venían en grandes camionetas. A pesar que no eran muchas personas, el constante ruido de las canciones interpretadas con batería y guitarras eléctricas provocaba en la vecindad enojo porque era un alboroto más que adoración cristiana. Sin embargo, esto provocó que muchos feligreses de corazón traicionero de la Iglesia Betel se fueran a esa nueva iglesia por su juvenil atractivo. Atractivo banal, pero que de verdad atraía a la g
Jorge se levantó temprano a buscar un vaso con agua. Pensaba en las lista de personas por las que debía orar, sentía una fuerte sensación, creía que era el llamado de Dios para que fuera a orar. Pero pronto la sensación se disipó, y se quedó pensando, se detuvo en la puerta y agradeció a Dios por una día más de vida. Durante años, Jorge había librado una batalla, se dedicaba a orar con tanto fervor que nadie se atrevía a interrumpirlo en su oficina o en su alcoba. Ni siquiera su esposa lo interrumpía. Al salir de la alcoba o de la oficina parecía que su rostro brillaba por la unción de Dios. Jorge no había dejado de orar desde que aprendió gracias a su padre. Toda la vida se había dedicado a orar. Además de orar al despertar, y al acostarse, también pedía y clamaba a Dios en todo momento, cuando se le pasaba por la mente el
Contrataron a una nueva secretaria; era joven, de bello semblante, largas piernas, y una hermosa cadera. Se llamaba Silvia. Comenzó sus días atendiendo las llamadas de los feligreses que querían reunirse con el pastor para que les diera consejería. Anotaba sus nombres en la agenda y programaba las citas. Jaime desde el primer día que la vio se sorprendió por lo bella que era. No podía despegarle el ojo, por primera vez en años sintió una fuerte atracción sexual. Amaba a Ruth, pero se le presentó la oportunidad de una aventura. A pesar de sus fuertes convicciones, Jaime se cegó y no podía dejar de pensar en Silvia. Durante varias semanas había dejado de orar, se sentía demasiado culpable como para orar, tenía la certeza de que algo pasaría con Silvia, y le atemorizaba acercase a Dios y contarle lo que sentía, todo lo que había trabajado durante añ
Capítulo 1Una ola de polvareda y calor azotaba la ciudad, era abril, muchas personas tenían los labios rotos y la piel seca, también rasquiña y, en medio de la presión del ambiente acalorado los feligreses de la Iglesia Bautista adoraban al son de Martín Lutero con el himno Castillo fuerte es nuestro Dios. El eco del himno resonaba por todo el templo y un sentimiento sublime invadía el corazón de la gente, en especial el de Jaime Altamirano que estaba sentado en una banca de madera al centro de la iglesia con sus padres. Mientras permanecía sentado se imaginó mujeres desnudas acostándose con él. “Debo contenerme, soy un depravado” se dijo así mismo. Sus padres también cantaban y felices sonreían a pesar del bochorno de Managua. Era algo típico de la ciudad para esas fechas.&
Capítulo 2Jaime estudiaba en su habitación varios libros a la vez porque ese método le había orientado su tío Anselmo. El método era pesado porque consistía en leer cinco libros del Nuevo testamento y otros cinco del Antiguo testamento. Sin embargo, Jaime daba la batalla celestial leyendo versículo por versículo. Se sentía que Dios mismo lo guiaba a través de la lectura. La sublime sensación de estar al lado de Dios lo invadió. Sin embargo, empezó a pensar que tal vez Dios no existía, y todos sus intentos de convertirse en un santo no valían la pena, pero continuó leyendo con ímpetu hasta terminar el último libro del Nuevo testamento que le correspondía ese día. Terminado de leer, se tiró a la cama y empezó a sentir un fuego que recorría su cuerpo. Era la tentación lasciva, se sacud&iac
El bochorno estaba en su mayor plenitud como de costumbre para esa temporada, y Jaime permanecía sentado en su silla cerca de la puerta para recibir aire fresco. La profesora se había retrasado, mientras tanto, Jaime observaba a Patricia sentada al centro de la clase revisando sus apuntes para la prueba sistemática de español. Estudiaban el modernismo y a Rubén Darío. La maestra llegó quince minutos tarde. Entró y de inmediato ordenó a los estudiantes que guardaran sus cuadernos y se separaran de sus compañeros para evitar copiarse. Jaime no anotaba en clases, le bastaba con poner atención. Ricky estaba a su lado, uno de sus mejores amigos. Y, le preguntó si había estudiado, Ricky no era muy estudioso; Jaime para sacar pecho le dijo que no y que con la disertación de la profesora le había sido suficiente.
Ana se despertó, y se levantó del sillón. Fue a su cuarto y se arrodilló en la cama y empezó a orar: Padre amado, gracias por un día más de vida, toda la gloria sea para ti, Dios mío gracias por protegernos y darnos el aliento de vida, te entrego este día que todo sea para tu gloria eterna, dame fuerzas para luchar contra el mal, haz de mi familia parte de tu ejercito inmortal, llévame ante los pies de Cristo, permíteme llorar en su manto, lléname de gozo y gratitud, en el nombre de Jesús, amén. Terminó de orar y leyó su porción diaria de las escrituras, se quedó meditando en lo que decía Salmos 8: ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; de la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al
Pasaron varios meses hasta diciembre, estaban en el Hotel Intercontinental celebrando la graduación de bachillerato de Jaime; eran veinte graduandos, Alicia iba con un vestido rojo, Ernesto de smoking y Ana con un vestido negro. Todos los compañeros de Jaime se tomaban fotos en grupo esperando la ceremonia de graduación. Mientras la directora daba las palabras de bienvenida a los padres, los muchachos estaban afuera esperando el anuncio para que pasaran con la canción que habían practicado. La graduación de Alicia había sido en el mismo hotel, pero ella no asistió para no hacer gastar a sus padres los doscientos dólares que había que pagar, a diferencia de Jaime, Alicia sabía el valor de las cosas y le pareció para esa época de su graduación que pagar tal cantidad era un desperdicio de dinero. Alicia se gradu&oacu