Se llevaron lo necesario para realizar el examen y saber si Angélica era compatible con su hermano. Dicen que Dios daba las pruebas para medir el aguante de los humanos, pero yo estaba en la lista de las no favoritas del Creador, porque conmigo se había ensañado demasiado, y, aun así, sigo creyendo en ti. Veía pasar a las enfermeras, Benjamín ingresó a la sala de recuperación, seguía esperando a que pase la anestesia.—¿Cómo te sientes? Perdón la estúpida pregunta, clínicamente debo hacerla, con algunos dolores puedo ayudarte.—Estoy despertando de la anestesia, me pican mucho las piernas.—Ese es uno de los efectos, Angélica se encuentra muy bien, una niña muy bien nacida a pesar de ser ochomesina y por unos minutos la tendremos en observación y el pediatra determinará si es necesario plan canguro o si sus pulmones necesitan algún tratamiento ya se dejaría en incubadora.—¿Podré darle seno?—Si vas a estar con Eros en las quimioterapias y en su radioterapia, no podrías. Eso es radiac
Habían pasado cuatro días desde que nos hicieron la prueba para ver si somos compatibles con Eros, ahora solo esperar los resultados. Dios, esto era una calamidad, no quería estar por nada del mundo en los zapatos de Virginia, miro a mi hijo ya de once meses, el tiempo pasaba muy rápido, era una cosita bella exacta a su padre, mis dos hijos no parecían colombianos, son monitos de ojos azul claro. Le di un beso y lo acosté en su cama cuna, salí de su habitación y vi a mi marido escuchando a escondidas lo que sea que esté diciendo Nadina en su cuarto.—Es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas. —dije.Puso su dedo en mis labios, con su otra mano me hizo señas para escuchar, las oraciones de nuestra hija.—Papito Dios, todos los días te pido lo mismo, pero tú concedes los deseos que están en el corazón, como dice la profesora de religión, esos deseos que se pegan al alma. Tú me devolviste a mi papá de la selva, porque ya sé que él no estuvo en ningún trabajo. Regaña a mis p
Veía a mi hijo tan delgado, era su soporte cuando no estaba su madre, aprovechaba esos momentos y lloraba en mis brazos. Le dije a Benjamín que, si podía entregar los resultados en menos tiempo, dijo que máximo serían en diez días, me mataba la espera. Ayer fue otra dosis de quimio, era devastador verlo como queda, es un niño de casi siete años.«Dios, quítale esa enfermedad y dámela a mí». Ya estamos en octubre, tres semanas metidas en la clínica. Desde las cuatro de la mañana Eros no dejaba de vomitar, Virginia vino a verlo con su traje especial; como si fuera una epidemióloga. Ingresaba cubierta, con tres guantes quirúrgicos, para que le quede más fácil lidiar con el niño.Pasa un tiempo con él, luego con Angélica y Ernesto andaba de escolta de su hermanita al lado de mi mamá, quien fue la que se quedó anoche. Entre ella y suegra se dividían, cuando Ana se quedaba, mi madre se encargaba de cuidar a Leonardo. Volvió a ingresar mi Belleza, la veía con la paciencia y el amor de una ma
Una semana más. Alejandro se había obsesionado con buscar gente, creo que era la única manera en la que él se sentía útil, no se conformaba con ser nuestro pilar fuerte. Eros lloraba cuando estaba con él, no lo hacía ante mí para no preocuparme, él cree que me lo puede ocultar, yo solo lo dejo.Todos los días le ponían una dosis suave y una vez a la semana le ponen una muy fuerte, que era la que lo dejaba por completo descompensado. Hoy no lo había visto, vacunaron a Angélica y la niña tenía mamitis crónica, Ernesto se queda hoy en la casa de mi mamá, mañana era sábado y era el cumpleaños de Julián, van a celebrar una reunión sencilla.—Hola, amor. —Alejandro ingresó—. ¿Cómo sigue mi reina?—Tiene fiebrecita, la piernita la tiene dura, no se le puede tocar porque llora. ¿Y Eros?—Tiene visita.—¿Nadina?—Sí, también está David con el acordeón.—¿Van a hacer ruido?—David se trajo un extractor de ruido. Eros se veía feliz, por eso me pegué la rodadita a ver a mis Bellezas. Mañana entr
Tenía pavor, el grito de Virginia congeló mis entrañas. La escuchaba llorar, fui consciente que a mi lado llegó mi madre, Maju, el padre y los niños. Yo esperaba la sentencia de que algo malo le pasó a Eros.—¡Encontraron un donante para Eros! —dijo y eso jamás lo imaginé, caí de rodillas—. Amor, tengo en mis manos los resultados, no vas a creerlo Alejo, Dios es perfecto. El donante es Ernesto.Ahogué un grito, Maju me quitó el celular, al ver que mi mano lo soltó. Si alguien ha vivido en su vida un milagro, entenderá el estado de conmoción. Miles de momentos pasaron por mi cabeza y al mismo tiempo nada ocurría dentro de ella. Creé un bucle, uno en el que juro, estaba en presencia de Dios.No lo veía, solo lo sentía porque un calor regocijador emergió dentro de mi pecho y recorrió todo mi cuerpo sanando mis heridas. La respuesta a miles de años de preguntas fue contestada en ese instante y por fin comprendí que no importaba para nada lo vivido si este iba a ser el resultado obtenido.
Espero impaciente la llegada de Ernesto para abrazarlo, Eros no ha dejado de llorar de felicidad también. Estuve encerrada por cinco minutos en el baño de la habitación, agradeciendo al único que podía sacarnos de estas, a Dios. Las manos seguían temblorosas.—Mami. ¿Si comprendes que las cosas debían de ser así? —afirmé, a esa misma conclusión llegué mientras me puse de rodillas en el baño.—Ahora ni remordimiento tengo, ni rabia con Alejandro, hasta tengo agradecimiento con Sandra por engendrar a Ernesto. Si amor, así debían de ser las cosas, Ernesto debía llegar a nuestras vidas. Lo único que lamento es la muerte de mi padre tan pronto.—Abuela dice que iba a sufrir mucho con su enfermedad y ahora que experimenté la quimioterapia, comprendo el amor de Dios para con él, al no permitirle al abuelo sufrir.—¡Ay, Eros! —Le tomé la mano—. Puede que tengas razón, por ahora solo quiero pensar en tu recuperación y volver a casa, a ser una familia, sin resentimientos. Por cierto, jovencito,
Ver a mi hijo compartir con sus amigos de nuevo, en familia me llenaba de felicidad. Virginia se veía delgada, pero su mirada brillaba como hacía mucho no le veía, mi reina quién sabe en qué brazos estaría. Nos encontrábamos al aire libre, en el patio de la casa, Eros con gorro y bufanda para evitar la brisa, menos mal hacía un buen día.—Alejandro. —David se sentó a mi lado y me entregó un vaso de whisky—. Lo envía Carlos, ¿brindamos?Vi que él por un momento miró a Blanca al lado de su esposo sonriendo. Había nostalgia en esa mirada, se percató de que lo pillé.—¿Quieres contarme algo?—Nada que se pueda arreglar ahora, ella es y se ve feliz.—David… ¿Blanca era la chica de la que nos hablaste a Cesar y a mí esa vez en la universidad? —Se quedó callado.—No eres el único que arrastra las consecuencias de una mala decisión.—Ella tiene un buen matrimonio y Deacon es un caballero.—No tienes que advertirme Alejo, lo que siento lo he callado por años, no viene al caso decir nada y meno
Estar en la mitad de verdad es muy cansón, Maju y yo mediábamos para que Socorro no se sienta incómoda, pero era ella la que se sentía acomplejada ante nosotros y así era muy difícil. Además, cuando alguien se le sale de los afectos a Fernanda, era como declararle la guerra atómica. No dejaba de lanzarle puyas muy directas, Blanca y Socorro del Carmen se habían mantenido al margen, pero Fernanda se puso los guantes de Chuky. Y para ser honesta, yo también quería darle un par de cachetadas a Socorro. ¿Cómo se ponía a decir ese tipo de cosas?—No le queda bien señora Fernanda decir ese tipo de comentarios, usted debe hacer alarde a su posición. ¿Por qué se enoja tanto porque yo diga la verdad?En ese momento todas nos quedamos mirando a esa niña, porque eso era Socorro, una veinteañera. Acaba de desafiar a Fernanda y no va a salir nada bueno, lo cierto era que ella no debía hablar mal de su marido, porque era su marido desde hace un año, ¡vivían juntos!—¡Le responden ustedes o le respo