(Seven White)
Me levanté temprano aquella mañana, desayuné y me marché a la universidad, para luego enfrascarme en la lectura de uno de los libros de Jonathan Clark. Eran interesantes sus estudios sobre la lengua inglesa, realmente dignos de apreciar por cualquier lingüista reconocido.
Un mensaje llegó a mi teléfono, haciéndome salir de mis pensamientos.
Lucy:
¿Cómo va la cosa? ¿Le escribiste anoche?
Yo:
Sí, le escribí, quedaremos la próxima semana.
Lucy:
Seguro que te encanta en cuanto la veas.
Yo:
Seguro.
Dejé el teléfono sobre la mesa y seguí leyendo, mientras pensaba en ello, tomándome un descanso.
Había cedido a los deseos de mi adorada hermanita pequeña, habí
(Anastasia Clark)Odiaba al rector de la universidad, ¿os lo he dicho ya? ¿Por qué tenía que hacerme las cosas tan difíciles? Sólo por un comentario sin mala intención. Sólo era una broma, ¡por Dios!Recorría los pasillos de camino al despacho del capullo, junto a Alex, cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo, sin lugar a dudas sería el pesado de Dante para darme el itinerario de actuaciones del día siguiente, pero no era él, y eso me sorprendió, bastante.Hermano de Lucy:Hola, he pesado que podríamos vernos mañana.Yo:¿Qué pasó con la cita falsa? Hermano de Lucy:La fecha de la cita falsa será mañana, me ha fallado un plan, así que podría reservarte el hueco para ti.Yo:
(Seven White)Aquella mujer me crispaba los nervios.¿Cómo se atrevía a decir que yo era un gay reprimido? Iba a vengarme, lo haría, en el futuro lo haría.Por supuesto me hice el idiota y fingí tener otros asuntos, para que ella pudiese ir al trabajo. No tuve ni idea de por qué lo hice. Debí haberme vuelto loco por un momento. Y al día siguiente tuve un día de mierda en casa, papá no dejó de agobiarme con el tema de los Winston. ¿Cómo se me ocurría rechazar una cita concertada con una Winston?Eso digo yo. ¿Cómo se te ocurre no ir a una cita con Christine Winston? Y … ¿Cómo puedes estar pensando en ir a una con Anastasia Clark?Era una cita ficticia, ninguno de los dos íbamos a presentarnos. Esa era la teoría, ¿verdad?Lucy llegó hasta mí
(Anastasia Clark)Debía haberme vuelto loca, el alcohol lo había causado, pero me gustaba jugar con él, más de lo que pensé que me gustaría. Quizás me sorprendió que él supiese quién era, quizás me sorprendió aún más que no me juzgase por ser quién era.Mi teléfono comenzó a sonar y lo descolgué, mientras mi amiga pegaba la oreja, a pesar de que sabíamos de que no se podría escuchar mucho, pues la música estaba muy alta.¿puedes escucharme? – pregunto. Mi corazón se detuvo al escuchar su voz, era ronca y sexy. Me mordí el labio, mientras mi corazón latía a toda velocidad – Ana…Te escucho – contesté, haciéndole sonreír, al otro lado - ¿vamos a jugar ahora?
(Seven White)El fin de semana me había vuelto loco, en especial el puñetero sábado. ¿Cómo me atreví a bailar con ella? ¿A acercarme si quiera? ¿Cómo me atreví a ir a una cita con ella? Yo no era así, no iba a citas, siempre solía dejarlas plantadas y las llamaba en el último momento asegurándoles que me había salido otro compromiso. Pero con ella no pude, a causa del maldito alcohol.Me gustó bailar con ella, me gustó ella. Pero el lunes volvimos a la rutina, ella volvió a ser una alumna rebelde a la que debía castigar, y yo el rector gay con miedo a salir del armario.Las retuve el martes después de clase y las obligué a hacer una redacción sobre el honor y el respeto de tres horas. En ese tiempo, no dejé de mirarla ni una sola vez, con disimulo, por supuesto. Pero ella d
(Anastasia Clark)Debía estar loca por andar con mensajitos con un tipo al que ni siquiera conocía, sonriendo por las esquinas, y sintiendo mariposas cada vez que tenía noticias sobre él.Era la primera vez en toda mi vida que estaba ansiosa por un chico. Estaba deseando que llegase el domingo, deseando verle, deseando demostrarle que no iba a salir corriendo, que iba a quedarme y que él tendría que cancelar su otro compromiso por mí. Realmente era lo que quería, seguir jugando con él, sin pensar en nada más.En si aquello estaba bien o mal, no quería pensar en nada.El resto de la semana pasó sin altibajos, el idiota del rector no pudo importunarme, pues yo estaba demasiado feliz aquellos días.El sábado vino a verme a la actuación, lo supe porque me escribió un mensaje y me lo dijo, justo cuando me desped&
(Seven White)Estuve histérico todo el maldito día, y no era para menos, pues sabía que ella dejaría de hablarme en cuanto supiese que era el rector White. Pensé que metí la pata anoche, cuando le hablé sobre mi padre, pero ella no pareció darse cuenta de nada. Eso fue todo un alivio, aún podía hablar con ella un poco más antes de perderla para siempre.¿Por qué me molestaba tanto no volver a hablar con ella? Eso era lo que no entendía. ¿por qué no podía dejar de pensar en ella? ¿Por qué quería escribirle, a todas horas, escuchar su voz y verla? Aquello se estaba descontrolando, se suponía que sólo era un juego, que terminaría en cuanto me viese, pero… estaba incluso planeando darle plantón para poder mantener lo que teníamos.Algo estaba mal en m&iacut
(Anastasia Clark)Acababa de salir del club, aún sin poderme creer aquello. Él no podía ser el rector, no podía ser él.Pensé en cada una de las señales detenidamente. En Kara, diciéndome que me llevaría una sorpresa en cuanto conociese a Seven. En él mismo, diciéndome que huiría en cuanto supiese quién era él, en realidad.Seven, ese chico que me hacía reír, por el que había llegado a sentir algo, a pesar de que me lo negase mil veces.Podía recordarle en los miles de mensajes, en sus llamadas, incluso la semana pasada cuando bailamos.“Te marcharás corriendo en cuanto me veas” – retumbó en mi cabeza. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que huir, sólo porque él fuese el capullo del rector? Él no era el tipo reprimido
(Seven White)Sus besos eran una adicción, lo supe en cuanto ella me besó. Porque sí, ella me besó, contra todo pronóstico. Se suponía que después de dejarme todo habría acabado, de echo buscaba la salida para marcharme del local cuando ella apareció, besándome, justo como habíamos hablado que sucedería.Me sorprendió muchísimo, no sólo que hubiese vuelto, si no también… sus besos. Y lo que más me sorprendió de todo aquello fue que no estaba ni un poco incómodo.Ni siquiera me di cuenta antes de hacerlo, ni siquiera supe lo mucho que quería besarla hasta que lo hice. No pude dejar de hacerlo después de aquello, no pude porque sus labios eran como un helado que no quería dejar de disfrutar. Me encantaba besarla, la forma en la que nuestros labios encajaban, la forma en la qu