~•⊰ Sandy ⊱•~
Habían pasado dos semanas, tras ese “especial” episodio de mi vida. No fue difícil acostumbrarme a la soledad de mi casa, ya que, si bien lo pensaba: cuando estaba con Will, cada uno estaba sumergido en su propio mundo y sólo asomábamos la cabeza de vez en cuando, para interactuar—. O al menos, así lo quería recordar.
Los días estaban cada vez más soleados y bonitos, así que tomaba mi mochila con el portátil, mi libreta con apuntes, alguna fruta, una botella de agua y me disponía, a salir en búsqueda de inspiración. Nada me estaba funcionando.
Llevaba más de veinte minutos mirando la pantalla, con tan sólo un párrafo escrito, el cual reescribí, por lo menos, diez veces antes.
—¡Maldita sea! —bufé, bajando la pantalla del portátil y mirando a mí alrededor. Ni la tranquilidad del precioso jardín botánico de la universidad, conseguía que me llegara la inspiración.
Era como sí el universo hubiese conspirado en mi contra: “ahora que no eres feliz, has perdido el don de escribir”.Bufé ante la estúpida idea, riéndome sin gracia, mientras terminaba de recoger mis cosas. Volvería a casa, con un nuevo día perdido, al no conseguir hilar tan solo una idea en mi cabeza. La frustración crecía.
Me había dado largas maratones leyendo novelas románticas, viendo películas y series, buscando inspiración, pero nada me ayudaba y el tiempo seguía corriendo, presionándome en silencio.
Stephanie y Cristin, habían insistido en que quizás salir y cambiar de aires me ayudaría, pero nada de lo que intentara, lograba sacarme del bloqueo escritor por el que estaba pasando.
Había llamado a mamá, minutos atrás y me sugirió que hablara con Julia, mi editora, para que me diera un tiempo más. Dijo que tener un bloqueo, tras un episodio como el que viví, era algo normal y esperable. Pero siempre tenía una pregunta rondándome en la cabeza—. ¿Cómo es que hay tantos autores importantes de la literatura, que han conseguido llevar los más preciosos escritos, después de vivir terribles desamores o tragedias en sus vidas?
Mi celular vibró en el bolsillo de mi sudadera y lo tomé para contestar, parpadeando un par de veces, al ver que era Julia quien llamaba—. ¿Qué le diría?
—¡Sandy! —exclamó emocionada—. ¿Tienes novedades? —cuestionó, sin rodeos.
—Hola, Julia… —Suspiré—. No te tengo buenas noticias…
—¿Qué pasó, linda? ¿estás bien? —cuestionó enseguida, ya que hubo algunas oportunidades donde me tocó escribir, incluso estando enferma. Julia, a pesar de tener mucho que hacer, siempre se hacía un tiempo para mí.
—Sí… —Respondí en piloto automático. Volví a suspirar—. La verdad, no —Me sinceré—. Llevo un par de semanas con un terrible bloqueo escritor y no he conseguido hilar una sola idea… —confesé, sintiendo cierto alivio al verbalizarlo.
Silencio. Esto no es bueno —Pensé.
—Oh… —respondió—. ¿Necesitas que comentemos la novela? —propone, un poco más animada.
—Tal vez… aunque he hablado con mis amigas, con mi madre… He leído mucho —bufé—. He hecho todo lo que antes me funcionaba, sin éxito, Julia.
—Lo siento tanto, Sandy… Pero, sabes que tenemos un organigrama y…
—Lo sé, Julia, créeme que lo sé —La interrumpí—. No sé qué más hacer —confesé.
—Hablaré con los jefes —dijo, tras unos minutos de silencio—. Te llamaré cuando tenga algo más concreto —agregó.
—Si es necesario deshacer el contrat…
—No —respondió seca—. Eres mi autora estrella, Sandy —aseveró—. Me jugaré algunas cartas por ti, así que deséame suerte —dijo más animada.
—Pues, suerte, Julia y gracias —Corté la llamada y solté el aire que no sabía, había tenido retenido.
Me apresuré en cruzar la calle, ya que venía el autobús que me dejaría en casa. Sólo esperaba que un milagro ocurriera, pues, la presión no estaba ayudándome nada con mi paz mental y la inspiración.
(…)
Dos días después, una nueva llamada de Julia, me hizo estremecer de los nervios, informándome que necesitaban de mi presencia el jueves por la mañana, en las oficinas de Londres, para una reunión extraordinaria—. Estaba perdida.
Mis amigas, por supuesto, me quisieron acompañar, así que, a primera hora de la mañana, nos montamos en el auto de Stephanie y nos dirigimos hacia las oficinas de PoketNovel, en Inglaterra.
Decir que estaba nerviosa, era poco. Sentía que hiperventilaba y que me faltaba el aire, pues, éste era mi trabajo soñado. Hacía exactamente lo que más me gustaba en el mundo. Me daban la libertad de escribir sobre lo que a mí se me antojara y además, no me iba nada mal.
—¡Maldito seas, William! —maldije en voz alta. Mis amigas me miraron con preocupación y negué, restándole importancia—. Sólo necesitaba sacarlo de mi sistema —Me excusé.
—¡Maldito sea! —exclamaron las dos, logrando que esbozara una sonrisa.
Después de una hora y media de viaje, mis amigas decidieron esperarme en una cafetería cercana al edificio, así que apenas entré a la editorial, me presenté y me pidieron que subiera al octavo piso, donde me esperaban para la reunión.
Los nervios me tenían la piel erizada—. ¿Qué haría ahora?
Las puertas de la caja metálica se abrieron y Julia me esperaba al bajar, por lo que nos saludamos afectuosamente y caminamos a paso rápido a la sala de reuniones, sin darme tiempo a preguntarle absolutamente nada.
—¡Señorita Harrison, bienvenida! —exclamó un hombre de mediana edad.
—Él es el señor Murray, uno de los gerentes de zona, en PoketNovel —Nos presentó Julia.
—Es un gusto, señor Murray —saludé y la mujer a su lado me hizo un asentimiento con la cabeza, el cual correspondí, dándole una sonrisa.
—Ella es Wilma, mi asistente —La presentó—. Créame, señorita Harrison, que el gusto es mío —mencionó.
Julia me invitó a tomar asiento y tras unos minutos de silencio, el señor Murray habló:
—Hace unos días atrás, la señorita Price, nos habló para comentarnos su situación, señorita Harrison —dijo el hombre, en tono serio. Tragué el nudo que se instaló en mi garganta y asentí—. Como editorial, apreciamos el trabajo de nuestros autores, ya que son ustedes quienes nos hacen crecer día a día —mencionó—. Y es por esto mismo, señorita Harrison, que hemos tomado una determinación —El señor Murray se puso de pie y caminó hacia uno de los ventanales, observando un punto fijo.
—Yo, entenderé si… —Julia me tomó la mano y negó.
—Usted es una de nuestras autoras estrella, señorita Harrison y sabemos el potencial que tiene —Me halagó—. Lo que significa, que ayudarle a superar su bloqueo escritor, es una inversión para nosotros —espetó sincero. Alcé una ceja y lo escuché con interés, mientras volvía a su puesto, donde se detuvo detrás de su silla y me miró con intensidad—. La editorial decidió financiar un viaje en tren, donde podrá reconectar con su área creativa y donde esperamos profundamente, que logre superar su bloqueo, encontrando nuevas fuentes de inspiración —finalizó, dejándome de piedra en mi lugar, mientras intentaba sopesar toda esta nueva información.
—¿Qué? —Logré articular, consiguiendo con esto, que los tres pares de ojos que me observaban con curiosidad, sonrían.
—Hemos comprado un paquete turístico por Europa, para que consiga nuevas fuentes de inspiración y nos deleite con el nuevo material, que me atrevo a decir, nos tiene con muy altas expectativas —respondió con una sonrisa.
—Y-yo… —tartamudeé—. ¿De verdad? —cuestioné, aún incrédula.
—Los detalles los podrá conversar con la señorita Price —respondió—. Esperamos tener novedades suyas y que este viaje, sea de su total agrado —dijo, mientras su asistente se ponía de pie junto a él—. Si nos disculpa, tenemos una junta en unos minutos —Se acercó a mí, ofreciéndome su mano, la cual estreché y le sonreí.
—Muchas gracias, señor Murray —Asintió, dejándome a solas con Julia.
—¿Lo puedes creer, Sandy? —preguntó casi en un grito, lleno de emoción.
—No —respondí—. Déjame procesarlo, que aún no lo creo —Julia estalló en una carcajada y me pasó unos volantes, además de los pases para el Eurail—. ¿Es en serio? —Asintió—. Y yo que venía destrozada, pensando que me iban a echar o algo así —bufé.
—¿¡Estás loca!? —cuestionó sorprendida—. ¡Eres una “Top Seller”, Sandy! Dejarte ir, sería el peor error que podrían cometer —explicó.
—Vale, vale… aún no me la creo —rebatí.
Comencé a mirar los papeles, el itinerario y las fechas para el viaje, por lo que mis ojos estuvieron a punto de salirse de mis cuencas, al darme cuenta que debía estar el lunes, a primera hora en Milán, Italia.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó Cristin, cuando les terminaba de contar todo lo que había ocurrido minutos atrás—. Déjame ver eso —Pidió, arrebatándome de las manos la carpeta con los pasajes, el itinerario y los pases del Eurail.
—Y tú, que venías echa un ovillo —Se burló Steph—. Sería bueno que, te des cuenta de lo valiosa que eres para ellos, llamita.
—Sigo sin palabras —confesé.
—Bueno, creo que debemos irnos y ayudarte a armar las maletas —dijo Cristin sonriente. Abracé a mis amigas por los hombros y caminamos hacia el estacionamiento, para volver a Cambridge.
(…)
Los días pasaron rápido y no había insistido con la escritura, puesto que, toda mi energía y concentración estaban puestos en el viaje. Ya había hecho el “Check-in”. Dejé algunos pendientes resueltos y el sábado por la tarde, me había ido a casa de Stephanie y Cristin, donde hicimos una noche de chicas.
Nos depilamos, nos hicimos la manicura, nos exfoliamos la piel y nos pusimos muchas cremas en el cuerpo y en el cabello, mientras veíamos películas, tomábamos vino y comíamos comida chatarra. Fue la forma en la que mis amigas habían decidido darme una despedida, antes de tomar el avión al día siguiente, por la mañana.
Mis padres me habían deseado un excelente viaje, alegrándose mucho por mí, dejándome en claro que en cada paso que dé, puedo contar con su apoyo incondicional. Les prometí que les enviara fotografías de cada sitio que visitara, cuando tuviera el tiempo de hacerlo.
Eventualmente, agradecía que estuviéramos en los primeros días del verano, ya que no debía traer tanta ropa abrigada conmigo, dejándome lugar demás, para llevar bastante ropa de todo tipo, ya que, por lo visto, el recorrido incluye varias actividades.
Sentía ese cosquilleo en el estómago, el cual me anticipaba que este viaje sería un gran puente que me abriría paso a nuevas experiencias y emociones, las cuales estaba cien por ciento a vivir.
—¡Vívelo a concho, mi llamita linda! —exclamó Cristin, estrujándome entre sus brazos—. No rompas corazones —Me guiño un ojo, mientras le hacía un mohín en forma de protesta.
—Repórtate de vez en cuando, Bombón —agregó Steph, uniéndose al abrazo.
—Las extrañaré un montón, amigas —susurré—. ¡Les enviaré fotografías! —grité, mientras caminaba con mis maletas hacia el área de embarque.
Sé que este viaje, será lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo —aseveré. Deseando de corazón que así fuera.
~•⊰ Mike ⊱•~Sentía la electricidad en el ambiente. Una mezcla entre nervios y un desmesurado entusiasmo. Había planificado este viaje al poco tiempo, después de “ese” día, lo que significó muchísimas horas de trabajo extra, reuniones, viajes, asesorías y más aún, entrevistarme con un montón de personas, a quienes debía confiar lo más preciado que tenía en la vida: mi negocio.“Roberts Group” nació gracias a mi afición por los autos. Tras una fallida incursión en el negocio del entretenimiento, junto al hermano de Lindsay, mi ex esposa; me arriesgué y decidí hacer uno de mis sueños realidad, al invertir en una concesionaria automotriz de autos de lujo.Al día de hoy, ya tengo seis concesionarias operativas en algunas ciudades de Estados Unidos como: Miami, Austin y Houston, todas con una excelente proyección y las ofertas para seguir creciendo me siguen llegando, lo que me hace sentir muy orgulloso por el camino recorrido.El timbre sonó y bajé las escaleras para abrir, ya que estaba
~•⊰ Mike ⊱•~Escuché a mis espaldas como la chica pelirroja quedó refunfuñando, pero la ignoré y continué observando a mí alrededor.Éramos un grupo de aproximadamente veinte personas. La gran mayoría eran parejas o grupos de amigos. Así que al parecer, era uno de los pocos que venía sólo, aunque precisamente era lo que necesitaba.—¡Nos pondremos en marcha! —anunció Román, llamando la atención de todos—. Estamos a una pocas cuadras de nuestro primer destino, así que iremos caminando, mientras les comento algunas reseñas históricas.Comenzamos el recorrido, mientras entre Xavier y Román nos iban contando algunas reseñas de las calles, la antigüedad de la ciudad y enseñándonos algunos lugares más icónicos o con alguna historia detrás.—¡Bienvenidos a la plaza del Duomo de Milán! —exclamó Xavier, girando con sus brazos extendidos—. La antesala de nuestro primer destino —agregó, señalando la famosísima catedral.Mientras caminábamos hacia la entrada, nos comentaban sobre los datos histór
~•⊰ Sandy ⊱•~La insistencia de un teléfono al sonar me despertó de golpe, por lo que abrí los ojos y el dolor de cabeza fue prácticamente instantáneo.—Ainsss… ¡Mi cabeza! —Lloriqueé, llevando el antebrazo sobre mis ojos, mientras tanteaba a ciegas la mesita de luz, para tomar la llamada—. ¿Aló? —contesté.—Buenos días —respondió una mujer—. Siento tener que despertarla, pero se nos solicitó que le avisemos que en treinta minutos, debe reunirse con su grupo en el hall central junto a su equipaje —señaló la mujer, lo que me hizo levantar de un salto de la cama y a consecuencia de eso, mi cabeza a punto de explotar.—¡Treinta minutos!—La llamé antes, pero no me contestó… —dijo la mujer, con algo de culpa.—Sí, lo siento —Me disculpé—, creo que tengo el sueño pesado.—No se preocupe. Para eso estamos —respondió amable.—Gracias por llamar —Colgué la llamada y como un zombi, caminé hacia el baño, para volver a ser un ser humano otra vez.Me metí a la ducha y dejé que el agua se llevara
~•⊰ Sandy ⊱•~Sentí un vació cuando soltamos nuestras manos, como cuando pierdes algo y no sabes el qué. No quería pensarlo demasiado. Me conocía lo suficientemente bien, como para saber que era una romántica y enamoradiza, así que decidí ignorar ese sentimiento y sacar el portátil de mi mochila, para ver si alguna loca idea rondaba mi cabeza.Me dediqué a mirar unos minutos por la ventana, para apreciar el paisaje que se iba tornando más verde y hermoso, a medida que íbamos avanzando.Un resplandor a mi derecha, llamó mi atención, por lo que me concentré en una pareja en diagonal a nosotros. Ella lleva el cabello suelto, los ojos brillosos y sus mejillas están sonrojadas, mientras escucha con atención a su acompañante, que está apoyado sobre la mesa frente a ella, con los brazos extendidos, acunando una de las manos de la chica…Mi imaginación comienza a correr, por lo que mis dedos cobraron vida propia, moviéndose ágiles sobre el teclado:“La adrenalina rondaba a su alrededor y es q
~•⊰ Mike ⊱•~Alessandro comenzó a caminar hacia uno de los puentes, para atravesar “el Gran Canale”, así que lo seguimos, disfrutando del inicio del ocaso, donde comienzan a encenderse las primeras luces de la ciudad.—Bajo el manto de la noche veneciana nos adentraremos en los suburbios de una ciudad llena de almas en pena ancladas a este mundo —dijo, con una voz profunda—. Atravesando sus calles vagamente iluminadas, llegaremos a una de las criptas subterráneas de la capital del Véneto —Veo a la pelirroja a mi lado, que se abraza a sí misma y tiene los ojos abiertos de par en par. Se ve un poco acongojada.Frente a la estación, se encuentra la distintiva “Chiesa di San Simeon Piccolo”, una pequeña iglesia de estilo neoclásico, con una cúpula redondeada de color verde, gracias a la oxidación del cobre y aunque no tiene nada que envidiar a las grandes catedrales, tiene su encanto.Recorremos un poco su interior donde destacan algunas obras de arte, mientras Román y Xavier nos dan algu
~•⊰ Mike ⊱•~Me la pienso por unos minutos, pues, contarle esto a una completa extraña, no es sencillo, aunque tampoco podría hacerme el desentendido, ya que ella no dudó en contarme sobre su vida, sin miramientos.Tomo una bocanada de aire y comienzo:—Conocí a Lindsay en High School. Puede que suene un poco cliché, pero ella era porrista y yo jugaba fútbol —La pelirroja sonrió—. Comenzamos a salir cuando estábamos en penúltimo año de secundaria. Podría decirse que fue amor a primera vista, ya que Lindsay era la chica más linda que había visto en mi vida —Suspiré.»Fuimos novios por ocho años, hasta que le pedí matrimonio, ya que a esa altura, yo ya había terminado mi carrera universitaria como administrador de empresas y había montado un negocio, junto al hermano de Lindsay, así que tenía solvencia para poder casarnos y ofrecerle algo más estable —Sandy asintió, dándome razón e hizo un ademán, para que continuara hablando.»Durante el tiempo en que yo estaba estudiando y luego, mont
~•⊰ Sandy ⊱•~La noche anterior, me había dado cuenta que las personas somos tan vulnerables y fuertes a la vez: algunos cargan con mucho peso sobre los hombros, pero de igual forma son amables, te sonríen y continúan con sus vidas, esforzándose mucho para conseguir lo que desean. También existen otro tipo de personas: las que se te cuelgan del cuello y esperan que hagas todo por ellas. Por desgracia, Mike y yo habíamos terminado con personas como estas últimas, dejándonos bastante cansados en el camino recorrido.Si algo había sacado en limpio sobre nuestra conversación, es que uno puede reinventarse mil veces, moldear sus metas y seguir adelante. Y eso es exactamente lo que haría, pues haberle contado a Mike sobre mi relación con William, me hizo dar cuenta, que siempre fui yo sola, luchando por los dos y que ahora, con esa carga menos, conseguir mis objetivos y metas, será mucho más sencillo y me enfocaría cien por ciento a conseguirlos. Así que, cuando esta mañana desperté, mi pri
~•⊰ Sandy ⊱•~—¿Hay algún fan de la lectura por aquí? —cuestionó Román, deteniéndose a la entrada de una calle.—¡Yo! —grité emocionada, ocasionando la risa entre mis compañeros. Algunos otros también se sumaron a mi respuesta.—Entonces, creo que este lugar les va a encantar —respondió el rubio, guiándonos por un pasaje entre calles—. Durante los meses de otoño e invierno, Venecia sufre un fenómeno conocido como acqua alta, ya que la ciudad es muy susceptible a los cambios del nivel del mar —explicó.—Y entre estos recovecos de la ciudad, encontramos una pintoresca librería, llamada “Acqua alta”, autoproclamada como la librería más linda del mundo —dijo entre risas Xavier, cuando llegamos a un lugar lleno de personas esperando entrar y con, literalmente, un muro de libros.—Muchos de estos libros, han pagado las consecuencias de la acqua alta, por lo que sus dueños, han decido salvaguardar los libros de otra forma, poniéndolos en alto, dentro de bañeras, góndolas, kayaks, lanchas o l