Un periodista se acercó con el micrófono, su rostro reflejando una mezcla de curiosidad y sospecha.— Señor De Lucca, ¿es cierto que esta asociación con el Grupo García implica el abandono de algunos de sus actuales socios?Emiliano tragó saliva, consciente de que estaba pisando un terreno delicado.— Hemos trabajado arduamente para encontrar un equilibrio que beneficie a todas las partes involucradas. Nuestros socios actuales seguirán siendo parte importante de nuestras operaciones.Otro reportero intervino, su tono ligeramente acusatorio.— ¿Pero no es cierto que algunos de esos socios se han sentido traicionados por esta decisión? ¿Acaso no está priorizando sus intereses personales por encima de los de su empresa?Emiliano sintió que la temperatura en la sala aumentaba a medida que las preguntas se volvían más incisivas. Sabía que debía responder con cautela, pero una parte de él deseaba ser completamente sincero y exponer sus dudas y temores.— Entiendo las preocupaciones que esta
Al llegar a la puerta de su oficina, se detuvo en seco al ver a Emiliano De Lucca sentado cómodamente en su silla, con una expresión seria en el rostro. Por un momento, Margaret sintió un escalofrío recorrer su espalda. Respiró hondo y entró a la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.— Hola señorita Torres — saludó Emiliano en un tono formal.Margaret caminó hacia su escritorio, sin dejar de observar a Emiliano.— Señor De Lucca, ¿a qué se debe su visita en mis instalaciones? — preguntó ella, intentando mantener la calma.Una parte de ella albergaba la esperanza de que tal vez Emiliano estuviera allí para ver a su hijo, pero al ver la expresión fría en su rostro, rápidamente descartó esa idea.Emiliano se levantó de la silla y caminó hasta quedar frente a Margaret.— Me he enterado de las decisiones que has tomado. Me siento decepcionado, solo... — dijo, con un tono de voz que parecía resentido.Las palabras de Emiliano golpearon a Margaret como una bofetada. Ella golpeó el escr
Al día siguiente, la junta directiva del Grupo García se reunió de emergencia. Todos estaban al tanto del anuncio de Emiliano, y los murmullos llenaban la sala. Pero también sabían que la señora Torres estaba reacia a aceptar tal asociación.— Señora Torres, ¿qué está pasando? — preguntó uno de los directivos, un hombre mayor con el ceño fruncido.Margaret se puso de pie, proyectando autoridad y calma.— El anuncio del señor De Lucca es una falsedad. No tenemos, ni tendremos, ningún tipo de asociación con su empresa. Alguien de dentro ha filtrado información para crear esta confusión, y estoy tomando medidas para descubrir al responsable.— Pero ayer…— Sé perfectamente lo que dije ayer — respondió con severidad —, así como también mostré inconformidad con tal cosa. Ya he adquirido las acciones del señor Raúl, por los que mis palabras son con más peso.Los hombres se removieron incómodos en sus asientos.— ¿Y qué propones que hagamos? — inquirió otro miembro, visiblemente preocupado.
Mientras salían de las oficinas del Grupo Ezquivel, Sofía no podía ocultar su sorpresa.— ¡Increíble, señora! Realmente logró convencerlo. Estoy impresionada.Margaret sonrió, sintiéndose más segura que nunca.— Tenía que dar todo de mí, Sofía. Este proyecto es demasiado importante como para dejarlo escapar. Ahora solo queda trabajar incansablemente para que nuestra alianza con el Grupo Ezquivel sea un éxito rotundo.Sofía asintió, admirando la determinación de su jefa.— Cuente conmigo, señora. Estaré a su lado en cada paso del camino.Margaret entró a la oficina con una sonrisa radiante en su rostro. Después de semanas de negociaciones intensas, finalmente había logrado cerrar un acuerdo con uno de los mejores grupos empresariales del país y lo mejor de todo, era que este grupo era el enemigo acérrimo de los De Lucca. Ella sabía que esta victoria sería un duro golpe para su adversario, y eso la llenaba de satisfacción.Tan pronto como cruzó la puerta, se dirigió hacia la esquina don
Emiliano observó la interacción con cautela, su mirada clavada en Margaret con una mezcla de admiración y posesividad.— Estás muy hermosa y diferente — le dijo, su voz cargada de emoción.Margaret, impasible, bebió un sorbo de champagne, sin responder a Emiliano. Armando se acercó y saludó a la joven con una sonrisa refinada.— Señorita Torres, un placer volver a verla — dijo, tomando su mano y depositando un sutil beso sobre ella.Emiliano, visiblemente celoso, intervino: — ¿Lo conoces? No te acerques a él, es un hombre muy peligroso.Antes de que pudiera continuar, Armando levantó una mano en un gesto conciliador.— Veo que has escuchado rumores sobre mí, joven Emiliano. Déjame asegurarte que mis negocios son legítimos y que no tengo intención alguna de dañar a nadie, especialmente a la madre de tu hijo. — Hizo una pausa y miró a Margaret con una expresión enigmática.— Margaret… hablemos en privado, por favor. Solo intento ayudarte. Sabes que nuestra familia puede destruirte si se
Valeria se quedó perpleja ante la repentina partida de Armando. Su rechazo la había tomado por sorpresa, ya que estaba acostumbrada a que los hombres cayeran rendidos a sus pies.— ¿Cómo se atreve a ignorarme de esa manera? — pensó Valeria, sintiendo cómo la ira se apoderaba de ella.Decidida a no darse por vencida, Valeria apuró el paso y alcanzó a Armando justo cuando este se disponía a bajar los escalones del salón.— ¡Espera, señor Armando! — exclamó Valeria, colocándose frente a él —. ¿Crees que puedes simplemente darme la espalda y marcharte? Soy Valeria Santamaría, ¿sabes? ¡Una de las mujeres más influyentes de la ciudad!Armando la miró con frialdad.— Me parece que dejé muy claro que no me interesa entablar ninguna conversación contigo, Valeria. Ahora, con tu permiso, tengo prisa por retirarme.Intentó rodearla, pero Valeria se interpuso en su camino, su rostro contraído por la frustración.— ¿Crees que puedes menospreciarme así? ¡Nadie se atreve a tratarme de esta manera! Voy
Mientras tanto, en la mansión de Armando, este se encontraba sentado en su estudio, absorto en sus propios pensamientos. Después de tantos años de búsqueda, finalmente había encontrado a la hija de Guadalupe, la mujer a la que una vez juró proteger.Se sirvió un poco de whisky y observó el líquido ámbar girar en el vaso, recordando los eventos que lo habían llevado a este momento.Guadalupe García había sido una mujer extraordinaria, una activista que luchaba incansablemente por los derechos de los más desfavorecidos. Armando la había admirado profundamente y se había convertido en su más leal aliado, aunque solo fuese un adolescente. Juntos, habían logrado grandes avances en la lucha contra la corrupción y la injusticia.Pero todo cambió cuando Guadalupe fue asesinada, víctima de las maquinaciones de aquellos a quienes había desafiado. Armando se juró entonces que haría todo lo posible por proteger a la hija de Guadalupe, la única familia que le quedaba.Ahora, después de años de inve
Luis se encontraba buscando una carpeta importante en la parte trasera de un auto. Se movía con rapidez, sabiendo que cada segundo contaba. Había recibido instrucciones precisas de Emiliano para encontrar esa carpeta y asegurarse de que nadie más la viera. Mientras revisaba los documentos esparcidos, escuchó un ruido detrás de él.— ¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó una voz fría y cortante.Luis se giró y se encontró con Valeria, la mujer que se casaría con Emiliano si no le entregaba la carpeta, mirándolo con desdén. Antes de que pudiera responder, Valeria se lanzó hacia él, golpeándolo con fuerza en la cabeza con un objeto pesado. El golpe fue tan fuerte que Luis cayó al suelo, inconsciente.Valeria miró el cuerpo de Luis por un momento, asegurándose de que estaba realmente inconsciente. Luego, sacó su teléfono y llamó a uno de los hombres de Emiliano, pero que trabajaba para el abuelo.— Vengan inmediatamente. Tenemos que deshacernos de alguien — dijo con voz firme —. A nombre de