NATHAN En medio de la oscuridad del desolado establecimiento subterráneo, la tengo abrazada a mi cuello y pegada a mis labios como una boa constrictor. —¡Haley! —la tomo con brusquedad de los brazos para quitármela de encima porque estaba demasiado intensa. —Sabes muy bien lo que siento por ti, Nathan, no seas tan frío conmigo, estoy dispuesta a aceptar lo que me pidas, si es solo sexo lo podemos intentar… —No —le respondo sin dudar un segundo. Podré ser lo que sea, pero siempre hablo de frente con las mujeres. —Haley, creí que te había dejado bien claro que éramos solo amigos, no deseo herirte —le aseguré con el ceño fruncido y soltándola. Nuestros padres eran socios desde hace años y nos conocíamos de cachorros, pero nunca me ha gustado. —Yo, pensé que habías aceptado esta colaboración para darnos una oportunidad… —Pues te equivocaste —la corté rotundamente —Acepté, porque es un proyecto bueno que expande las áreas de mi compañía, para ustedes igual es lucrativo, pe
TRINITYEstaba anhelando este momento, sin embargo, ahora que lo tenía frente a mí, a este sexy y masculino hombre desprendiendo pura testosterona, sentía ese salto constante en el estómago. “Esto es solo sexo, Trinity, disfruta tu momento”. — Llegas tarde, creo que ya pasaron los quince minutos que tenía libres —le dije levantando la barbilla, pero mis ojos no podían dejar de desnudarlo, sobre todo esa silueta dura que ya se marcaba en su bragueta.—Yo soy aquí el jefe nena y te doy tiempo libre ahora. Y sí, llegué tarde, ¿no me ibas a castigar igual? —Sr. Langford… —Ah no, Trinity, nada de señor, no cuando estemos a solas, no cuando ahora mismo quiero devorarte completa.Se acerca de manera peligrosa, su voz resuena baja y magnética en este reducido espacio. Su mano va a mi camisa y comienza a abrir los botones, observa mi boca de manera provocativa, inclinándose para besarme. —Ssss, no te he dicho que puedas hacer lo que desees, quítame primero la falda… jefe —coloco un dedo
TRINITYLos pies de puntillas en el aire con todos los músculos de la pierna tensos, mientras mis caderas se contorneaban y mi mano empujaba su cabeza para que me tomara más profundo y rápido. Llevé la otra mano por debajo de mi blusa y subí la copa del sujetador para apretarme el duro pezón, manoseándome eróticamente, imaginando que eran sus caricias.Nathan tenía razón, no duraría ni 5 minutos. *****NATHAN“Diosa, nos va a ahogar en este cachondo coño”, mi lobo gruñía excitado en mi consciencia, saboreando las sensaciones que le transmitía de una de las mejores mamadas de mi vida. No quiero decir la mejor, porque esta pelirroja orgullosa no puede ganarme, pero mierd4, qué rico todo el jugo que suelta la muy condenada. Trago con dos dedos explorando la suave carne que me aprieta y se contrae cada vez que la apuñalo.Quiero conocer todo lo que la enloquece, busco sus puntos dulces y los torturo.Mis labios abiertos besando los suyos vaginales, mi lengua no para de degustarla, y m
NATHANAgarré posesivo sus caderas, hundiendo mis dedos en su carne, llevándola casi al límite fuera de la mesa y me fui sumergiendo poco a poco. Nuestros gemidos roncos se perdieron en la garganta del otro, nuestras bocas devorándose y mi polla penetrando al fin en el interior de esa funda apretada.—Mmm, sshhh Nathan es muy grande… —gimió tensa, el sudor corría por su sien.—Relájate, pequeña, estás muy nerviosa, nena, mírame, mira a mis ojos, Trinity —llamé su atención, besando la punta mojada de su nariz. Mis caderas se meneaban sensuales, lentas, avanzando centímetro a centímetro, sin dejar de mirarnos, de suspirar contra los labios del otro. Mi dedo pulgar bajó a juguetear con su clítoris, sintiendo el vibrar de mi verga entrando y saliendo de esa hinchada flor, abierta solo para mi placer.Diosa, parecía que estaba follándome a una deliciosa virgen. ¿Desde cuándo no hacía el amor?Mi pecho comenzó a latir de manera extraña, esto de alguna manera se estaba comenzando a senti
TRINITYNos quedamos por unos segundos abrazados, disfrutándonos.Mis manos acariciaban los músculos de su espalda a través de la camisa humedecida. Mis sentidos regresando a mi cabeza calenturienta. Por todos los cielos, acababa de hacerlo con mi jefe en un rincón de los archivos. Medio desnudos, contra la pared del fondo, follando como conejos en la compañía donde trabajo como secretaria.Pensé que esto solo sería un juego, nunca planifiqué llevarlo hasta el final, pero Nathan sacaba de mí lo que ningún hombre antes. ¿Qué me estaba sucediendo? Yo no era así… —Cálmate nena, respira, respira, estás hiperventilando, Trinity, no va a suceder nada malo pequeña —subió la cabeza y me aseguró.Su expresión de confianza me trajo algo de tranquilidad. —Esto estuvo mal… —No, no te arrepientas —frunció el ceño besando mis labios— ambos somos adultos, ambos lo consentimos… —Pero estamos en la empresa —le dije entre dientes con las piernas abiertas y todavía su cosa medio dura en mi inter
TRINITYOrdené las cosas lo más rápido que pude, aunque en realidad el mayor desorden lo llevaba yo encima.Estaba incómoda y pegajosa, la ropa hecha un asco y pensaba en cómo hacerle para escabullirme corriendo y que nadie me estuviese haciendo preguntas.Como la jefa no volvería, estaba más relajada.Caminé con prisas hacia el exterior, mi corazón aún en vilo, nerviosa y con miles de pensamientos en la cabeza.La verdad, esto no salió al final como esperaba.Miré hacia la puerta cerrada de su oficina, organizando todo lo que le quería decir, sentía que le debía una disculpa por mi arrebato de colegiala.Toc, toc, tocToqué la puerta varias veces, incluso le pedí pasar, pero nadie me respondió.Con lentitud tomé la manija y la accioné para abrir lentamente.—Sr. Langford, ¿podemos hablar un seg...?Me quedé con las palabras en la boca, la oficina estaba vacía, Nathan se había marchado.Sentí desilusión y una molestia en mi pecho mientras cerraba y caminaba hacia mi escritorio.Es cie
NATHAN (El viernes que no fue a trabajar)—Las marcas de las ruedas, según el experto, coinciden con el modelo antiguo de silla que utilizaba Logan.William me explica lo que ya estoy leyendo en el informe.Mientras más rebusco en estas páginas, más me frustro.Pocas cosas pudimos encontrar en ese almacén, y una de ellas fueron estas marcas de sillas de ruedas en un sitio medio oculto.Pareciera que olvidaron borrarlas. Casualmente, mi hermano había cambiado hace poco su anterior silla por una nueva.—El video también fue muy bien alterado, el experto no pudo hacer nada —me pasa una memoria y la coloco en el computador.Nos encontramos en mi lado de la mansión, dentro de mi estudio personal que solo puedo abrir yo.—¿Qué rayos es esto? —miro a la pantalla donde una bruma negra comienza a surgir de la nada y tapar la zona de la naviera donde se guardan las embarcaciones privadas de la familia.—A eso me refería, ni siquiera es algo informático, más bien parece…—Hechicería —le digo en
TRINITYNos escondemos detrás del cartel grande de anuncios de la parada, como dos fugitivas, espiándolos. Por suerte, Scarlett está muy entretenida con el perrito de una señora que también aguarda el bus.El pecho se me aprieta y siento ese salto en el estómago, al ver a ese hombre, tan frío con todos, sonreír complaciente mientras cena con esa mujer desconocida.Es madura y llamativa, su ropa y postura denotan elegancia, parece que le agarra la mano por encima de la mesa. A esta distancia tampoco es que vea todos los detalles, pero es suficiente con contemplar el rostro relajado de Nathan. Me siento como una idiota. Yo, preocupada por haber herido sus sentimientos, buscando la manera de disculparme con él. ¡¿Disculparme de qué?! ¡Si mi reacción la hubiese tenido cualquiera que no estuviese acostumbrada a hacer algo así en un sitio público!—Es de nuestra raza —Mónica me asegura luego de examinarla durante unos segundos.Por supuesto que es una mujer loba y para colmo pelirroja