Cuando Liesel llegó al coche estaba temblando, la emoción al verlo de nuevo fue tan fuerte que su respiración aún no se había tranquilizado. Dio un par de grandes y profundas bocanadas de aire para poder manejar a casa. Y cuando llego lo único que quiso fue dormir, y entonces ella comenzó a soñar.
Liesel nunca se imaginó que ese día su vida cambiaría para siempre. A su corta edad ella casi se hizo a la idea de que el amor le estaba negado.
«Yo no nací para amar».
Era el mantra que se repetía cada día, y con eso no solo lograba engañar a su mente, sino también a su corazón.
Estaba a pocos meses de cumplir diecisiete años y nunca se había enamorado. Cómo enamorarse cuando te pasas las horas pensando en que tal vez mañana sea el principio del fin de tus días
Esa noche tenía una cena en casa del nuevo socio de su padre, la familia Von Steiger. Era el cumpleaños número veintitrés del hijo mayor. Ella había alzado una ceja cuando fue informada.
«Qué chico tan raro». Pensó. Cuando ella cumpliera la mayoría de edad, estaría festejando en un club, hasta muy entrada la noche, para nada sería con una aburrida cena formal. Se río.
—Liesel, ¿ya estás lista? —preguntó su madre desde la puerta.
—Eso creo. —Hizo una mueca y mordió la parte interna de su mejilla.
Liesel nunca se sintió hermosa y mucho menos atraída por la moda como las jovencitas de su edad. Le daba lo mismo ponerse lo que fuera, pero ese día su madre, que se obsesionaba con que ella siempre estuviera presentable, había escogido su guardarropa.
Liesel no se sentía muy cómoda con el vestido, ella prefería los jeans y las camisetas, pero era una cena formal y como tal debería ir vestida.
Su madre eligió un vestido color crema, sin mangas y corte a la cintura en la que descansaba un listón negro que daba elegancia al vestido. En sí era muy sencillo por lo que era perfecto para ella. El cabello recogido en un moño apretado. Supo que, al finalizar la cena, tendría dolor de cabeza. Liesel siempre usaba el cabello suelto, su melena ondulada era libre todo el tiempo.
—Mamá, seguro que me veo bien.
—Estas bellísima Liesel, serás la chica más linda de esta noche.
Lo dudo. Pensó, pero se limitó a sonreír agradecida con su madre por siempre darle ánimos.
La casa de los Steiger era enorme, pero lo que llamó la atención de Liesel era que estaba rodeada de hermosos jardines, a primera vista le gusto.
En la entrada fueron recibidos por los señores Von Steiger y una joven que fue presentada como Tatiana Von Steiger. Pronto las chicas se hicieron amigas, eran las únicas que coincidían en edad.
Los chicos que se encontraban en la “fiesta” eran un poco mayores que ellas y para nada giraban sus cabezas hacia un par de chicas delgaduchas cuando frente a ellos, hermosas mujeres de su edad coqueteaban abiertamente.
Liesel no hallaba la hora de irse, se sentía extrañamente nerviosa. Ese ambiente le asfixiaba, no se sentía a gusto y al parecer nunca lo haría. Rodeada de tanta gente estirada que al mirarla se extrañaba al ver que no heredó la belleza de su madre o la seguridad de su padre, más bien parecía la hija adoptada de los Dunham.
—Tatiana voy a salir un rato al jardín, necesito un poco de aire.
—Estás bien.
—Tanto como puedo estarlo.
—Qué quieres decir.
—Nada, solo que estas fiestas me abruman. Para nada me siento cómoda.
—Te acompaño entonces.
—No. Tú debes permanecer aquí por si alguien te busca.
—Y si a ti te buscan.
—No tardaré, te lo prometo.
Liesel salió al jardín, era realmente hermoso. Le encantaba el aroma que emanaba de ese lugar. El sonido del viento, el canto de las aves nocturnas y la luz de luna. Esa noche había luna llena e iluminada gran parte del jardín.
Comenzó a caminar hasta una fuente que capto su atención, pero los tacones se hundían en el césped y decidió quitárselos. La fuente era de un solo nivel, pero en el medio había un montículo de piedra y sobre él, los cuerpos de lo que parecían animales, pero que de lejos no logro distinguir. Qué cosa era lo que adornaba la fuente que ocupaba gran espacio del hermoso jardín. Leones tal vez, pero no podía decir a ciencia cierta, así que siguió caminando.
El asombro le golpeó en la cara cuando al llegar vio que un par de hermosos lobos aullaban a la luna, y de entre sus cuerpos salía un chorro de agua tan blanca que parecía irreal. En las orillas, pequeños cachorros de lobo jugaban alrededor de la pareja. Sin pensarlo mucho Liesel decidió que eran un macho y una hembra y los cachorros eran los críos nacidos de su amor.
—El romanticismo no te llevara a nada bueno Liesel. —Se recordó en voz alta para detener el hilo de sus pensamientos.
Se sentó en una banca cerca de la fuente y la contempló. Al principio los cachorros te hacían pensar que era una escena feliz, pero si te detienes un poco a mirar, los ojos del lobo más grande estaban cerrados y en su gesto había dolor, además aullaba a la luna. Los lobos solo aullaban cuando sufrían, entonces que era lo que adolece a esta hermosa escultura, quiso tocarla, pero detuvo de inmediato ese pensamiento cuando se recordó que estaba en mitad de una cena elegante y vestía de largo, de seguro que se mojaba el bajo del vestido si se zambullían en la fuente.
«Después», pensó.
Estaba admirando el conjunto de esculturas que adornaban la fuente frente a ella cuando de pronto una nube tapó gran parte de la luna y el jardín cayó preso de los velos de la noche. Liesel sintió calosfríos y a estos se sumó la angustia cuando del otro lado, una figura emergió de la oscuridad. El corazón comenzó a latir a toda velocidad.
«Acaso sería un ladrón que logró burlar la seguridad o un acosador».
Casi río ante este pensamiento, quién estaría tan loco como para acosarla, sobre todo a ella.
El hombre salió de entre las sombras, pero aun así no lograba ver su rostro, la caprichosa naturaleza se había confabulado con esta criatura para aterrarla aún más. Liesel no aparto la mirada de ese hombre, aunque no lograba verle el rostro y para colmo vestía completamente de negro.
«Si, definitivamente era una criatura de la noche que se mezclaba como otra pieza más del hermoso jardín nocturno».
Lentamente se fue poniendo de pie sin dejar de mirarlo, no podía apartar los ojos de él. La nube que ocultaba la luna decidió seguir su curso y de nuevo brilló con todo su esplendor. El hombre frente a ella quedó al descubierto en ese momento, pero Liesel lo sintió igual de aterrador.
La penetrante mirada la mantuvo clavada en la tierra cuando el hombre comenzó a acercarse, ya no era ella quien decidía si salir corriendo o quedarse hasta poder tocarlo. El aire nocturno se hizo presente en ese momento erizando su piel y haciendo volar la tela de su vestido.
Liesel se quedó ahí mismo, de pie frente a la gran fuente. No sabía a bien lo que acababa de suceder. Ese hombre, esa hermosa criatura de la noche, la había mirado y por un momento ella sintió una fuerte conexión. Su corazón, primero latió a un ritmo irregular, y luego durante un segundo se detuvo para después volver a latir, a latir por él. Por ese desconocido que se apoderó de su voluntad, de su miedo y a partir de esa noche del latido de su corazón.
Liesel regreso a la fiesta momentos más tarde. Era tan extraño lo que acababa de ocurrirle. Nada más entrar en el salón, se encontró buscándolo, buscando esos ojos negros que no la abandonaban, que invadieron su mente sin darle tregua.
—Liesel – la llamó su mamá – donde te habías metido, ven quiero presentarte al hijo de los señores Von Steiger.
Liesel se dejó llevar por su madre hasta el centro del salón, rodeado de varias personas se encontraba él chico del cumpleaños, porque con veintitrés años aun estas en edad de cometer locuras, se dijo.
Llegaron hasta el grupo de personas en el que estaba su padre, este le sonrió al verla acercarse. Los señores Steiger y Tatiana, también se encontraban ahí, y ella sintió alivio. Alivio que desapareció en el mismo instante en que sus ojos se posaron sobre otro par de ojos negros, unos que tenía gravados con fuego en su corazón y que sabía no podría olvidar jamás.
—Derek, esta es Liesel. La hija de los señores Dunham.
—Vamos Liesel, felicita a mi hermano por su cumpleaños.
Liesel se le quedó mirando, aun con luz su mirada le causó calosfríos, no de miedo se dijo inmediatamente, era una sensación diferente, que se manifestaba con fuerza y pasión…
La urgencia de sus emociones la embriagaron y cuando se vio caminando en dirección a Derek se sintió mareada. La respiración le hacía subir y bajar los pechos que se habían puesto duros contra la tela del vestido. La mirada de él la mantenía atrapada, presa de su presencia y ella no podía, no quería hacer nada más que entregarse a él.
—Felicidades señor Von Steiger.
«Muy bien Liesel, fría e impersonal». Se felicitó.
—Eso no es una verdadera felicitación de cumpleaños, abrázalo Liesel.
Antes de terminar la oración Tatiana ya estaba empujando a su nueva amiga hacia los brazos de su hermano.
Liesel tropezó con sus pies y cayó directamente en los brazos de Derek, golpeándose la barbilla contra su pecho.
—Auch.
No pudo evitar quejarse.
— ¿Te encuentras bien?
El susurro de su voz contra su mejilla, causo en ella un estremecimiento.
Para Liesel estar entre los brazos de Derek fue la sensación más maravillosa que experimentó jamás. Su corazón cantaba de felicidad por este hombre, era una sensación tan tormentosamente placentera, pero aun así no quería que terminase nunca. Los ojos de él la mantenían hipnotizada de una manera que la hacía perder la noción de todo lo que no fuera Derek Von Steiger.
De pronto ya no estaba entre sus brazos y esa emoción se fue convirtiendo lentamente en ansiedad, un anhelo por lo que acababa de tener y perder tan pronto. Sus brazos incómodos porque querían seguir alrededor de ese hombre fuerte y cálido que tranquilizaba su alma y la hizo añorar un futuro que tal vez nunca tendría.
Habría sido mejor no conocer a Derek. Por lo menos antes era más fácil negar estos sentimientos.
Lágrimas se abultaron detrás de sus ojos y rápidamente se puso la máscara de «no pasa nada, yo estoy muy bien»
Liesel se lo quedó mirando sin saber qué hacer, esperando una reacción de su parte, pero nada paso.
Una chica rubia se acercó hasta Derek llevándoselo del grupo.
—Patricia, nadie importante —susurró Tatiana a su lado —se creé la novia de mi hermano.
—¿Y no lo es? —soltó la pregunta antes de poder detenerse
—¡Claro que no! Derek tiene mejor gusto que eso.
—Es muy bonita.
—Sí, pero es muy presumida, además se rumora que ha estado con todo su grupo de amigos. ¿Si sabes a qué me refiero? —Tatiana levantó la ceja esperando a que su nueva amiga hiciera un comentario.
—No deberías decir ese tipo de cosas.
—Yo solo repito lo que escuche.
—Aun así.
Liesel encogió los hombros. No soportaba la idea de que Derek tuviera novia. Ahora estaría fuera de su alcance para siempre, si es que él se dignaba alguna vez a volver a mirarla, ella nunca podría competir con una chica como Patricia.
Momentos más tarde Liesel no soportó el malestar que le producía ver a Derek abrazado a la cintura de su “novia”, el nerviosismo se apoderó de su cuerpo y pronto estaba comiéndose las uñas.
—Por favor mamá, vámonos —pidió un tanto alterada.
—¿Te sientes bien, Liesel?
—La verdad es que no, necesito descansar.
Liesel se despidió de su amiga y sus padres de los señores Steiger, y por más que busco no pudo encontrar a Derek antes de irse. Quería verlo una vez más, asegurarse de que él era real y no solo un producto de su muy activa imaginación, pero no tuvo suerte.
Ese sábado por la noche, Liesel llevaba a Tatiana a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad. Liam el novio de Tatis le había cancelado unas horas antes, diciendo que saldría a un viaje de negocios de última hora, así que cuando llamó a Liesel para invitarla a salir, ella aceptó el plan de su amiga de pasar una noche solo de chicas. Primero cenaron en el restaurante para después irse a bailar a algún club de moda.—Crees que me está engañando.—No, Tatiana deja de hacerte ideas, el hombre tuvo que irse de viaje por que el negrero de tu hermano, no tiene vida social y cree que las otras personas tampoco deben tenerla.—¿Estás segura?—Claro. Amiga, Liam te adora, vive solo para ti. Sería capaz de besar el suelo que pisas, por dios, deja el drama y vamos a divertirnos.Antes de que el mesero se acercara a tomar l
Llegaron al bar. Liesel y Tatiana se dirigieron a una mesa que tenían reservada. Derek por el contrario se dirigió a la barra junto con la rubia que no aflojaba su agarre.Después de unos tragos un par de chicos se acercaron a Liesel y Tatiana, Derek pensó en ir y despacharlos, pero su amiguita se lo impidió.—Cariño, son unas chicas grandes, creo que debes darle espacio.—Es mi hermana pequeña y su mejor amiga, son mi responsabilidad.—Tu única responsabilidad esta noche es hacerme feliz.—Amber, creo que lo dejaremos para después.—¿Qué? —Fue el turno de ella de hacer berrinche.—Derek, hace tiempo que no nos vemos y pretendes cambiarme por un par de niñitas. —Estaba furiosa.—Son mi responsabilidad. —Fue todo lo que dijo y dio por concluido el tema.Después de un
La reunión del comité, era llevada a cabo al otro lado del país, en la cima de uno de los edificios más elegantes de la ciudad, exactamente en el piso 103, y en el más completo de los secretos, por lo menos para la mayoría de los mortales.Uno a uno fueron llegando los consejeros, era así cómo se hacían llamar; algunos tomaban sus lugares y otros pocos charlaban entre sí. Era un pequeño grupo de trece miembros los que formaban aquel singular consejo, y cada uno tenía sus tareas bien definidas para no inmiscuirse en los asuntos de los demás, por lo que el consejo estaba dividido en clanes por llamarlo de alguna manera.Estaba el grupo financiero, era el encargado de la dirección y gestión del consejo, cuya finalidad era la obtención de beneficios económicos para todo el consejo, claro que cada miembro era autónomo para decidir en qué negoc
Cuando Liesel bajó a desayunar la mañana siguiente, su madre le dio la noticia de que su auto estaba estacionado en el garaje. Tanto a Liesel como a su madre les gustaba tomar el desayuno en la terraza del jardín, que más bien parecía una arboleda.Frutas encantadas ahora cubrían el suelo y habían brotado ramas de las estanterías, frondosos zarcillos mezclándose con borlas y tapices por igual. Además, un pájaro había anidado entre las cortinas. Los muebles de jardín de hierro forjado, las teteras que vierten tulipanes, y las lámparas de mesa topiarias que descansan entre los arbustos. Las estaciones dan vida a un somier de bronce, a un zarzal de rosas en el verano, a una colcha de azafrán a principios de la primavera. Cojines revestidos de petunia se esparcen por una alfombra, de origen oriental ahora cubierta de musgo... Un escenario de cuento de hadas. Liesel adora
Liesel no sabía lo que había pasado, estuvo a punto de besar a Derek, otra vez, y en un minuto su sexto sentido le gritó que no, que esa no sería una buena opción. Debía alejarse de él, pero estar separada de Derek era imposible cuando lo que ella quería era tenerlo cerca. Le dolía el corazón solo con verlo y tener que esconder todo lo que su cuerpo sentía cuando estaba cerca de él.La sangre le hervía y casi podía oír su propio pulso, estaba temblando y temió desmayarse, eso sí que sería el colmo de su mala suerte.—Concéntrate Liesel, concéntrate. —Se repitió una y otra vez. No podía permitirse perder el sentido, en cualquier momento alguien la encontraría y pediría ayuda en el restaurante y Derek la encontraría inconsciente, y confirmaría una vez más lo débil qu
—Liesel, me ha llamado George.Liesel alzó la ceja, acaso su mamá creía que era tonta.—Te llamo George eh.—Sí, pero descuida, ha llamado para saludar e invitarnos a almorzar.—¿Mamá?—Cariño que él ha llamado, te juro que yo no he tenido nada que ver, ni siquiera a tu padre le he contado sobre Derek, porque se lo contaría a tu doctor.—Porque mi doctor es tu amigo, y tal vez sentías ganas de desahogarte mamá.—Estás un poco paranoica esta mañana cariño.—Como sea, tengo planes.—Por qué no me cuentas.—Es sobre la empresa que quiero montar de servicio de catering y relaciones públicas. Quede con una inmobiliaria para ver locales donde pueda instalarme. Me urge trabajar, hacer algo mamá.—Siempre puedes ayudarme con la asoci
Derek salió de los aseos dejándola más confundida de lo que estaba. Que había sido toda esa charla de estar cansado de hacer las cosas como debe y de no dejarla ir. Pero si él nunca la había querido, se lo había dejado muy claro desde hace años, por eso fue que ella salió huyendo, por la humillación que le causó lanzarse a los brazos de Derek y que él la rechazara limpiamente sin inmutarse por destruir los sentimientos de una adolescente tonta y enamorada de un imposible. —Dios, ayúdame. —No es que Liesel fuera una fiel creyente, pero estaba segura de que había fuerzas más poderosas y aun se aferraba a ellas. Se acomodó la ropa, se alisó el cabello y se maquilló de nuevo los labios. Si Derek quería jugar, ella no lo haría sin las armas que la naturaleza le había dado. Ya no era la misma chiquilla de antes y ahora usaría todo lo que tenía para participar ella también. Cuando volvió a la mesa, Derek y Sarah, de quien se había olvidado, estaban enfrascados en un
Los días que siguieron, Liesel no tuvo noticias de Derek ni por error. Había querido preguntarle a Tatiana, pero no quería delatarse y gracias al cielo no hubo necesidad porque su amiga le informaba de cada paso que daba su querido hermano.—Y así sin más se levantó de la mesa para atender una llamada y cuando regresó dijo:—Mamá, abuelo me voy unos días a Chelan—¿Qué? — Grité, casi me atraganto.—Derek nunca toma vacaciones Liesel. Así que se me ocurrió que algo importante debe pasarle a mi hermanito.—Ideas tuyas Tatis.—Lis, te lo juro que no. Derek no es de los que se van, así como así.—Pues ya iba siendo hora de que tu hermanito dejará de ser tan estirado.—Aunque no lo creas me preocupa.—Es un chico grande Tatis, él sabe lo