Vanessa sale del banco con pasos presurosos. En su mano derecha lleva la carpeta que contiene los papeles de propiedad de su casa, el comprobante de pago de la deuda y el acta de finalización de su contrato con el banco. En su mano izquierda, el pequeño maletín que debió pagar de forma extra para que colocaran el restante del dinero que le queda a su familia. Una sensación de alivio y victoria la inunda mientras se dirige hacia su auto.Una vez junto a este, abre la puerta, sube al vehículo, cierra la puerta y por fin respira profundamente, permitiéndose un momento de tranquilidad antes de sacar su teléfono.Con manos temblorosas, toma una foto del comprobante de pago y, sin perder tiempo, escribe un mensaje: "Todo está bien". Adjunta la foto y lo envía a su madre, hermana y abuela. Una vez enviado, se queda mirando la pantalla por un momento, asimilando lo que acaba de hacer. Su cuerpo tiembla entero mientras ese golpe de adrenalina que la mantuvo firme ante todo lo ocurrido en las úl
—¿De verdad esperas que me pierda un momento tan importante? —es la pregunta de Nicolau mientras observa al médico.—Papá, no puedes ser tan terco —con preocupación, Vanessa se acerca a la cama de su padre y toma su mano—. Si el médico dice que…—Que voy a estar en la boda de mi hija y fin de la discusión —dice, cortando las palabras de Vanessa. Sus palabras no son una sugerencia, son una afirmación.Nicolau, ya más recuperado, se acomoda en la cama quedando mejor sentado mientras el médico revisa su historial de avance y llena el informe del chequeo de esa mañana. Con una expresión resuelta, Nicolau mira fijamente al médico, el cual, al terminar de llenar el informe de control, regresa la carpeta a su lugar en el gancho a los pies de la cama y le devuelve la mirada al mayor.—Doctor, necesito que me dé el alta —dice una vez más, su voz, aunque firme, guarda un deje de súplica—. Póngase en mi lugar, la mayor de mis hijas se casa en cuatro días, no puedo perderme la boda.El médico lev
A esa hora, el porche de la casa está iluminado con la luz suave del atardecer, creando un ambiente cálido y acogedor. Vaiana y Vanessa entran por la puerta principal, seguidas de Klaus, quitándose los abrigos y colgándolos en el perchero. Caminan hasta la sala donde se encuentran Tatiana, Radu y Marcus terminando de guardar las invitaciones que serán enviadas por la mañana. El sonido de risas y la conversación llenan el aire.—¡Ya estamos en casa! —anuncia Vaiana con una sonrisa, atrayendo la atención de los tres menores.Tatiana, Radu y Marcus se giran hacia ellas, sus expresiones de tranquilidad transformándose en una de curiosidad al ver la felicidad que irradia el rostro de la mayor.—¿Cómo está papá? —pregunta Tatiana, levantándose y avanzando para abrazar a su madre.Vaiana toma el rostro de su hija menor y la mira, sus ojos iluminados por una sonrisa esperanzada.—Tenemos buenas noticias —dice, para luego mirar a todos con alegría—. ¿Dónde está mamá? —pregunta mientras busca a
—Emil, despierta —susurra, sacudiéndolo suavemente—. Emil…—insiste cuando no logra despertarlo a la primera.Ante la insisitencia del movimiento y el llamado de su hermana, Emil entreabre los ojos, confuso y desorientado. Parpadeando varias veces, busca que su mirada se acostumbre a la luz y así poder enfocar la vista en su hermana mayor.—¿Qué hora es? —pregunta, su voz arrastrada por el sueño y el alcohol.—Tarde—, asegura mientras retira la mano que lo movía y mira fijamente a Emil—. Deberías ir a tu habitación y descansar.Emil se incorpora lentamente, pasándose una mano por el rostro y luego apoyándose más cómodamente en el respaldo del sillón.—No creo que pueda, hay demasiado en mi cabeza —admite con un suspiro pesado—. Vanessa, mi padre, todo esto... es un caos.—Papá deberías dejarlo fuera de la ecuación ya que en realidad no vale la pena, y sobre Vanessa no creo que puedas resolver nada con ella si te destruyes a ti mismo en el proceso—asegura, en referencia que en los últim
Nicolau nota como su hija tarda en volver de ver quien era la persona en la puerta, es por ello que con paso lento se encamina hacia esta. Su voz profunda y cansada se escucha claramente una vez que está al final del pasillo.—Nessa, ¿quién es?Vanessa apenas si tiene tiempo de hacer un amago de responder antes de que su padre aparezca en el pasillo, caminando con paso lento pero firme. Al ver a Emil, una sonrisa ilumina el rostro del hombre mayor.—Emil, muchacho, ¡qué bueno que llegaste! —exclama Nicolau, acercándose con los brazos abiertos.Vanessa vuelve su mirada hacia su padre, y al verlo acercarse hacia Emil con aquel gesto de cariño, se aparta para darle paso. En silencio observa la escena con una mezcla de desconfianza y resignación, no es momento para alterar a su padre. Emil, sintiendo un alivio momentáneo, sonríe de vuelta.—Señor Nicolau. Me alegra de verlo tan bien.Nicolau se separa extrañado al ser llamado “señor”, Emil ya había dejado de hacerlo, pero sin querer darl
Cuando Vanessa y Vaiana regresan de la cocina, no tardan en notar la ausencia de Nicolau y Emil. Dejando la bandeja sobre la mesa, Vanessa se mueve con la intención de ir hacia el despacho de su padre y detener su conversación con Emil antes de que este último diga algo que pueda causar la recaída de su padre, pero su intención muere en el momento que Marcus toma su mano y detiene su amago de caminar.—¿Podemos hablar? —es la pregunta del mayor una vez que tiene la atención de Vanessa—. En privado.Vanessa duda por un momento, pero sabe que es una falta de respeto negarse cuando no tiene un pretexto valido para hacerlo, por lo que, dirigiendo su mirada en dirección del despacho de su padre, la regresa a Marcus y asiente suavemente.—Claro— responde para luego ir con él hacia el comedor.Una vez allí, Marcus cierra tras ellos la puerta que conecta el comedor con la sala, creando una atmósfera de privacidad.—Y bien ¿Pasa algo? —Vanessa deja salir su pregunta, tratando de mantener la ca
El sonido del agua corriendo y los utensilios tintineando mientras los mueve en el fregadero resuenan en el silencio de la noche. Vanessa se encuentra terminando de lavar los platos en la cocina. Todos los demás ya están en sus habitaciones, descansando después del largo día. Una vez que termina de lavar todo y de acomodarlo, suspira, secándose las manos con un paño antes de dirigirse a la sala con la intención de ver televisión y distraerse un poco.Al entrar en la sala, se detiene al notar que su padre todavía está allí. Sentado en su sillón favorito, tiene una expresión pensativa mientras observa la apagada chimenea. Vanessa sonríe al verlo y se acerca despacio, tomando asiento junto a él. Sin decir una palabra, se recuesta, apoyando su cabeza en las piernas de su padre.Nicolau sonríe con ternura, sus dedos acariciando suavemente el oscuro cabello de Vanessa. —¿Cómo estás? —pregunta en un tono suave y cariñoso.Vanessa se permite cerrar los ojos, disfrutando del consuelo de su pa
Vanessa se siente horrible cuando sale de la cama, no pudo dormir en toda la noche, y el dolor de cabeza que siente es demasiado como para querer estar de pie, pero teniendo en cuenta que se casa al día siguiente, no es como que tenga muchas opciones. Caminando hasta el baño, espera que una ducha fría le despeje la mente y le quite un poco del malestar. Mientras el agua corre por su cuerpo, cierra los ojos y trata de calmar su el ritmo desbocado de su corazón.Media hora más tarde, se encuentra en la cocina, sirviéndose una taza de café, cuando su nona entra con una expresión de indescifrable en su rostro.—Buenos días—dice con suavidad, acercándose para besar la mejilla de su nieta—. ¿Todo bien?Vanessa intenta sonreír, pero el dolor de cabeza y el cansancio la hacen lucir abatida.—No, realmente no he dormido nada y me duele mucho la cabeza —responde mientras se sienta a la mesa, sosteniendo la taza de café con ambas manos.—Demasiadas emocionen provocar eso—Irina se sienta frente a