Radu se encuentra sentado dentro del auto, pero sus piernas están hacia la parte externa del vehículo. Con su cabeza apoyada en el respaldo del asiento, sus ojos permanecen cerrados mientras espera que Ioana regrese. Se habían detenido en una de las tiendas de camino por exigencia de ella, quien ya lleva cerca de cinco minutos dentro de la tienda y aún no ha regresado.Ya había pasado poco más de una hora desde el incidente en el merendero, pero en realidad no han avanzado mucho. Después de que abrazara a Ioana, a esta le tomó cerca de media hora dejar de llorar y calmarse. Él, por su parte, no ha logrado concentrarse en el camino como debería, por lo que el auto viaja por el carril lento, prefiriendo evitar un accidente.El sonido de pasos en la grava le avisa que alguien se acerca al auto, pero el perfume a lavanda y rosas silvestres también le indica de quién se trata, así que sigue sin abrir los ojos.—¿Encontraste lo que buscabas? —pregunta mientras escucha cómo los pasos de Ioan
En ese momento el sol ya está en su punto más cercano al ocaso. En el parking del parque, el grupo sigue tan alegre y platicador como lo estuvieron durante todo el camino de regreso. Los autos están estacionados en casi que uno junto al otro, y los miembros del grupo intercambian despedidas y risas mientras guardan sus bolsos en los maleteros.Vanessa y Emil están junto a su coche, organizando sus cosas en el maletero. Vanessa se ríe mientras intenta cerrar su mochila que parece estar más llena de lo que recuerda, algo normal pues ella al igual que es resto, aprovechó los pequeños quioscos del parque para comprar recuerdos y dulce que llevar a sus amigos y familias. Emil, con una sonrisa, la ayuda y toma la mochila para sacar algunas cosas y pasarlas a su propio bolso.—No puedo creer cuánto puede llegar a caber en una mochila si esta le pertenece a una mujer —comenta Emil, divertido—. ¿Cómo diablos hacen?—Es un talento especial —responde, guiñándole un ojo.Cuando finalmente está tod
Mientras el coche se mueve a lo largo de la autopista, Vanessa se mantiene en silencio. Su cabeza está apoyada en el cristal del auto mientras, por sus mejillas, siguen rodando lágrimas provenientes de su llanto silencioso.Las ideas que rondan su mente no paran de decirle que ella es la culpable de todo lo que está pasando. Ella y sus tontos e inmaduros impulsos son los que ocasionaron toda esta situación. Si hubiese tenido la madurez de cerrar la boca y no dejarse llevar por su impulsividad, habría entrado en la casa, habría hablado con su madre y su nona, guardaría silencio mientras ellas le daban una explicación y luego continuaría con su vida y sus responsabilidades. ¿Pero fue eso lo que hizo? ¡No! Solo escuchó un capricho infantil y le pidió al jodido prometido de su hermana que la sacara de allí. Se fue con él sin dar explicaciones, aun cuando sabe a todo lo que se expone al hacer algo así. Ignoró totalmente las llamadas de su padre y su hermana, y solo guardó silencio ante la
Cuando Vanessa entra en la sala de cuidados intensivos, su corazón late con fuerza en su pecho. El ambiente es frío y de un olor estéril, llenado únicamente con el sonido constante de las máquinas que monitorean los signos vitales del hombre mayor.En el momento en que sus ojos encuentran la imagen de su padre, esto no hace sino cortarle el aire. Nicolau se encuentra tendido en la cama, con tubos y cables conectados a su cuerpo. Vanessa siente de inmediato cómo una oleada de dolor y angustia comienza a apoderarse de ella. Su padre es un hombre que siempre se mostró tan fuerte y vital ante ella; por eso mismo, le es tan chocante verlo ahora yaciendo inconsciente, con su respiración sostenida por un ventilador mecánico.Con las piernas temblorosas, Vanessa se acerca lentamente a la cama. Cada paso que da le parece más difícil que el anterior, casi como si el peso de la realidad se hiciera más aplastante con cada movimiento. Cuando finalmente llega al lado de su padre, termina por dejars
Cuando el médico les informó que ya no podrían ingresar más a la sala, eso alteró fuertemente a Vanessa y Tatiana, al punto que Emil, Marcus y Radu tuvieron que intervenir para calmarlas, ya que ninguna quería escuchar las razones del médico, alegando que no iban a dejar a su padre solo. Fue Vaiana quien tuvo que mantener la calma para poder escuchar las razones expuestas por el hombre.“Aunque esté inconsciente, él aún puede escucharlos. Si se sobrecarga de emociones, corremos el riesgo de que su estado empeore. Lo mejor por hoy es dejarlo descansar.”Esas habían sido las palabras del hombre, y aunque costó un poco, al final Vanessa aceptó ir a casa, con la condición de que estaría allí a primera hora del día siguiente.Para cuando los tres autos estacionan frente a la casa, los colores del crepúsculo habían comenzado a teñir el cielo con tonos anaranjados y púrpuras, creando un ambiente tranquilo que termina siendo un fuerte contraste con la tensión y el cansancio que todos sienten.
El sol matutino se filtra suavemente a través de las cortinas, iluminando el comedor con una luz cálida. Una calidez que no llega a ninguno de los ocupantes. Todos están sentados alrededor de la mesa, tomando el desayuno en un silencio que por momentos se vuelve demasiado asfixiante. El crujido ocasional del pan tostado y el tintineo de las tazas de café son los únicos sonidos que llenan el aire.Emil y Ioana se marcharon a primera hora para poder llegar temprano a su casa. Aunque todos estuvieron de pie para despedirlos y agradecerles su apoyo, a todos les gustaría saber qué fue lo que Marcus y Emil hablaron en el momento que se alejaron de todos para intercambiar algunas palabras en privado.André, por su parte, es el único que falta en el comedor. Bueno, él y su esposa son los únicos de la casa que no se encuentran en el comedor.—Vanessa... —comienza su madre, pero es interrumpida.De repente, el sonido del teléfono rompe la quietud. Tatiana es la primera en hacer el amago de leva
Vanessa entró al hospital con el corazón acelerado y sus ideas a mil por hora, sus pasos resonando en el pasillo. Las luces blancas y frías se reflejaban en las paredes igualmente blancas, acentuando la sensación de ansiedad que la embargaba. Al girar en una esquina, sus ojos se encontraron con los de Tatiana y su madre, sentadas en una de las sillas de la sala de espera.Al ver a su hermana, Tatiana se levantó de inmediato para acercarse, pero su madre solo la miró mientras se mantenía sentada en la silla. Vanessa decide ignorar la presencia de su madre por el momento y, acortando la distancia con Tatiana, la toma del brazo y la lleva a una de las ventanas para que puedan hablar.—¿Qué pasa? —Tatiana no entiende por qué Vanessa se ve tan alterada.—Necesito saber qué pasó el día que papá sufrió el infarto —la forma en la que Vanessa hace la pregunta asusta un poco a Tatiana.Tatiana baja la mirada, sus manos temblando ligeramente al recordar la imagen de su padre antes de caer al suel
—¿Estás segura de hacer esto? —Radu observa a Vanessa mientras esta se mantiene sentada frente a él con la taza de café caliente en sus manos—. Esto no es como ponerte un pircing, después de que lo hagas, no habrá vuelta atrás, no es algo que simplemente puedas quitarte y seguir como si nada pasó.El aroma a café recién hecho impregna el aire de la cafetería del hospital, mezclándose con el leve murmullo de las conversaciones ajenas que llenan el lugar. Radu y Vanessa están sentados en una mesa junto a la ventana, casi apartados de todos los demás.Radu observaba a Vanessa con marcada preocupación en sus ojos. Ella solo sigue en silencio mientras observa el contenido de su taza, su mirada perdida en el oscuro líquido que contenía. Por primera vez en mucho tiempo, el silencio entre ellos se siente aplastantemente pesado.Después de un par de minutos, Vanessa levanta la mirada lentamente, encontrándose con los ojos de Radu. Sus labios tiemblan ligeramente antes de responder, pero no dij