Cuando el médico les informó que ya no podrían ingresar más a la sala, eso alteró fuertemente a Vanessa y Tatiana, al punto que Emil, Marcus y Radu tuvieron que intervenir para calmarlas, ya que ninguna quería escuchar las razones del médico, alegando que no iban a dejar a su padre solo. Fue Vaiana quien tuvo que mantener la calma para poder escuchar las razones expuestas por el hombre.“Aunque esté inconsciente, él aún puede escucharlos. Si se sobrecarga de emociones, corremos el riesgo de que su estado empeore. Lo mejor por hoy es dejarlo descansar.”Esas habían sido las palabras del hombre, y aunque costó un poco, al final Vanessa aceptó ir a casa, con la condición de que estaría allí a primera hora del día siguiente.Para cuando los tres autos estacionan frente a la casa, los colores del crepúsculo habían comenzado a teñir el cielo con tonos anaranjados y púrpuras, creando un ambiente tranquilo que termina siendo un fuerte contraste con la tensión y el cansancio que todos sienten.
El sol matutino se filtra suavemente a través de las cortinas, iluminando el comedor con una luz cálida. Una calidez que no llega a ninguno de los ocupantes. Todos están sentados alrededor de la mesa, tomando el desayuno en un silencio que por momentos se vuelve demasiado asfixiante. El crujido ocasional del pan tostado y el tintineo de las tazas de café son los únicos sonidos que llenan el aire.Emil y Ioana se marcharon a primera hora para poder llegar temprano a su casa. Aunque todos estuvieron de pie para despedirlos y agradecerles su apoyo, a todos les gustaría saber qué fue lo que Marcus y Emil hablaron en el momento que se alejaron de todos para intercambiar algunas palabras en privado.André, por su parte, es el único que falta en el comedor. Bueno, él y su esposa son los únicos de la casa que no se encuentran en el comedor.—Vanessa... —comienza su madre, pero es interrumpida.De repente, el sonido del teléfono rompe la quietud. Tatiana es la primera en hacer el amago de leva
Vanessa entró al hospital con el corazón acelerado y sus ideas a mil por hora, sus pasos resonando en el pasillo. Las luces blancas y frías se reflejaban en las paredes igualmente blancas, acentuando la sensación de ansiedad que la embargaba. Al girar en una esquina, sus ojos se encontraron con los de Tatiana y su madre, sentadas en una de las sillas de la sala de espera.Al ver a su hermana, Tatiana se levantó de inmediato para acercarse, pero su madre solo la miró mientras se mantenía sentada en la silla. Vanessa decide ignorar la presencia de su madre por el momento y, acortando la distancia con Tatiana, la toma del brazo y la lleva a una de las ventanas para que puedan hablar.—¿Qué pasa? —Tatiana no entiende por qué Vanessa se ve tan alterada.—Necesito saber qué pasó el día que papá sufrió el infarto —la forma en la que Vanessa hace la pregunta asusta un poco a Tatiana.Tatiana baja la mirada, sus manos temblando ligeramente al recordar la imagen de su padre antes de caer al suel
—¿Estás segura de hacer esto? —Radu observa a Vanessa mientras esta se mantiene sentada frente a él con la taza de café caliente en sus manos—. Esto no es como ponerte un pircing, después de que lo hagas, no habrá vuelta atrás, no es algo que simplemente puedas quitarte y seguir como si nada pasó.El aroma a café recién hecho impregna el aire de la cafetería del hospital, mezclándose con el leve murmullo de las conversaciones ajenas que llenan el lugar. Radu y Vanessa están sentados en una mesa junto a la ventana, casi apartados de todos los demás.Radu observaba a Vanessa con marcada preocupación en sus ojos. Ella solo sigue en silencio mientras observa el contenido de su taza, su mirada perdida en el oscuro líquido que contenía. Por primera vez en mucho tiempo, el silencio entre ellos se siente aplastantemente pesado.Después de un par de minutos, Vanessa levanta la mirada lentamente, encontrándose con los ojos de Radu. Sus labios tiemblan ligeramente antes de responder, pero no dij
Tatiana sigue sin dar crédito a algunas de las palabras de Radu, manteniendo su mirada fija en la de él como si estuviera buscando respuestas a las preguntas que llenan su cabeza en ese momento.—Radu, ¿a qué te refieres cuando dices que Vanessa seguirá adelante con la boda? —pregunta, su voz cargada con toda la duda que siente—. Ella no ama a Marcus y, en la condición actual de papá, el pensar en seguir con todo esto de los compromisos lo veo como una decisión absurda.Radu suspira y se pasa una mano por el cabello, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarle a Tatiana lo realmente complicada que es toda la situación.—Tatiana, no hay nada de absurdo en la decisión de tu hermana —dice finalmente, su tono es una mezcla de suavidad y seriedad—. La situación de la hipoteca es mucho peor de lo que crees, y Vanessa está segura de que la única forma de evitar que todo siga empeorando es seguir adelante y cumplir su compromiso con Marcus.Tatiana frunce el ceño, tratando de
Vanessa camina hacia su coche, tratando de mantener su compostura después de la tensa reunión. Para ese punto, ya la luz del sol comienza a desvanecerse, pintando el cielo con tonos cálidos de anaranjado y rosa, una calidez que no logra calar dentro de ella. Mientras se acerca a su vehículo, escucha pasos rápidos detrás de ella y aunque en un principio los ignora, termina siendo sujetada del brazo y girada de forma un poco brusca para encontrarse con el rostro un poco pálido y molesto de Emil.—¿A qué estás jugando? —pregunta, su voz cargada de reproche mientras la mira.Vanessa se detiene, sintiendo el peso en sus hombros volverse mayor. Sus ojos se encuentran y por un momento, el dolor y la frustración son palpables entre ambos.—Emil, por favor... —comienza, pero él la interrumpe, su voz firme y cargada con todas sus emociones.—No, déjame hablar —insiste, dando un paso más cerca y uniendo más sus cuerpos—. No puedo creer que realmente estés dispuesta a seguir adelante con este abs
—Entonces, ¿qué piensas hacer? —Ioana observa a su hermano fijamente mientras este se encuentra sentado en el sofá individual de la sala. En ese preciso momento, Ioana no puede recordar un momento anterior en el que hubiese visto tanta miseria en las expresiones de su hermano.Emil se mantiene en el sofá individual, y aunque su postura lo muestra en una posición relajada, su mente está demasiado agitada. Su mirada está fija en el suelo, perdido en sus propios pensamientos.—No lo sé, Ioana —responde finalmente, levantando la vista para encontrarse con la mirada preocupada de su hermana—. En el último mes y m—Entonces, ¿qué piensas hacer? —Ioana observa a su hermano fijamente mientras este se encuentra sentado en el sofá individual de la sala. En ese preciso momento, Ioana no puede recordar un momento anterior en el que hubiese visto tanta miseria en las expresiones de su hermano.Emil se mantiene en el sofá individual, y aunque su postura lo muestra en una posición relajada, su mente
Ioana y Emil se mantienen en silencio mientras se observan el uno al otro y beben de sus tragos. Después de su conversación, llegaron a un convenio mudo de quedarse allí, sintiéndose bien con el silencio y la presencia del otro, mientras cada uno se mete en sus pensamientos y sus asuntos. De repente, un golpe resonando en la puerta llama la atención de ambos, pero al mirar la hora en el reloj de la sala, ambos se extrañan, pues ninguno estaba esperando visitas.—¿Quién podría ser a esta hora? —Emil no puede evitar dejar salir su pregunta mientras se pone de pie y mira a su hermana.Ioana levanta los hombros en señal de ignorancia, ella personalmente no está a la espera de nadie. Emil prefiere no darle más tiempo a quien sea que toca la puerta; no quiere que su abuelo se despierte, por lo que se dirige a la puerta y la abre. Entre sus opciones de quién podría estar al otro lado, no esperaba encontrarse con él.—Marcus... —dice sorprendido.—Emil —responde con tono calmado, no sintiéndos