—¿Estás segura de hacer esto? —Radu observa a Vanessa mientras esta se mantiene sentada frente a él con la taza de café caliente en sus manos—. Esto no es como ponerte un pircing, después de que lo hagas, no habrá vuelta atrás, no es algo que simplemente puedas quitarte y seguir como si nada pasó.El aroma a café recién hecho impregna el aire de la cafetería del hospital, mezclándose con el leve murmullo de las conversaciones ajenas que llenan el lugar. Radu y Vanessa están sentados en una mesa junto a la ventana, casi apartados de todos los demás.Radu observaba a Vanessa con marcada preocupación en sus ojos. Ella solo sigue en silencio mientras observa el contenido de su taza, su mirada perdida en el oscuro líquido que contenía. Por primera vez en mucho tiempo, el silencio entre ellos se siente aplastantemente pesado.Después de un par de minutos, Vanessa levanta la mirada lentamente, encontrándose con los ojos de Radu. Sus labios tiemblan ligeramente antes de responder, pero no dij
Tatiana sigue sin dar crédito a algunas de las palabras de Radu, manteniendo su mirada fija en la de él como si estuviera buscando respuestas a las preguntas que llenan su cabeza en ese momento.—Radu, ¿a qué te refieres cuando dices que Vanessa seguirá adelante con la boda? —pregunta, su voz cargada con toda la duda que siente—. Ella no ama a Marcus y, en la condición actual de papá, el pensar en seguir con todo esto de los compromisos lo veo como una decisión absurda.Radu suspira y se pasa una mano por el cabello, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarle a Tatiana lo realmente complicada que es toda la situación.—Tatiana, no hay nada de absurdo en la decisión de tu hermana —dice finalmente, su tono es una mezcla de suavidad y seriedad—. La situación de la hipoteca es mucho peor de lo que crees, y Vanessa está segura de que la única forma de evitar que todo siga empeorando es seguir adelante y cumplir su compromiso con Marcus.Tatiana frunce el ceño, tratando de
Vanessa camina hacia su coche, tratando de mantener su compostura después de la tensa reunión. Para ese punto, ya la luz del sol comienza a desvanecerse, pintando el cielo con tonos cálidos de anaranjado y rosa, una calidez que no logra calar dentro de ella. Mientras se acerca a su vehículo, escucha pasos rápidos detrás de ella y aunque en un principio los ignora, termina siendo sujetada del brazo y girada de forma un poco brusca para encontrarse con el rostro un poco pálido y molesto de Emil.—¿A qué estás jugando? —pregunta, su voz cargada de reproche mientras la mira.Vanessa se detiene, sintiendo el peso en sus hombros volverse mayor. Sus ojos se encuentran y por un momento, el dolor y la frustración son palpables entre ambos.—Emil, por favor... —comienza, pero él la interrumpe, su voz firme y cargada con todas sus emociones.—No, déjame hablar —insiste, dando un paso más cerca y uniendo más sus cuerpos—. No puedo creer que realmente estés dispuesta a seguir adelante con este abs
—Entonces, ¿qué piensas hacer? —Ioana observa a su hermano fijamente mientras este se encuentra sentado en el sofá individual de la sala. En ese preciso momento, Ioana no puede recordar un momento anterior en el que hubiese visto tanta miseria en las expresiones de su hermano.Emil se mantiene en el sofá individual, y aunque su postura lo muestra en una posición relajada, su mente está demasiado agitada. Su mirada está fija en el suelo, perdido en sus propios pensamientos.—No lo sé, Ioana —responde finalmente, levantando la vista para encontrarse con la mirada preocupada de su hermana—. En el último mes y m—Entonces, ¿qué piensas hacer? —Ioana observa a su hermano fijamente mientras este se encuentra sentado en el sofá individual de la sala. En ese preciso momento, Ioana no puede recordar un momento anterior en el que hubiese visto tanta miseria en las expresiones de su hermano.Emil se mantiene en el sofá individual, y aunque su postura lo muestra en una posición relajada, su mente
Ioana y Emil se mantienen en silencio mientras se observan el uno al otro y beben de sus tragos. Después de su conversación, llegaron a un convenio mudo de quedarse allí, sintiéndose bien con el silencio y la presencia del otro, mientras cada uno se mete en sus pensamientos y sus asuntos. De repente, un golpe resonando en la puerta llama la atención de ambos, pero al mirar la hora en el reloj de la sala, ambos se extrañan, pues ninguno estaba esperando visitas.—¿Quién podría ser a esta hora? —Emil no puede evitar dejar salir su pregunta mientras se pone de pie y mira a su hermana.Ioana levanta los hombros en señal de ignorancia, ella personalmente no está a la espera de nadie. Emil prefiere no darle más tiempo a quien sea que toca la puerta; no quiere que su abuelo se despierte, por lo que se dirige a la puerta y la abre. Entre sus opciones de quién podría estar al otro lado, no esperaba encontrarse con él.—Marcus... —dice sorprendido.—Emil —responde con tono calmado, no sintiéndos
—¿Se puede? —pregunta desde el marco de la puerta de la habitación de su hermana tras dar un par de toque sobre la madera de este.—Claro, entra—responde la pelinegra mientras deja de lado su portátil y le presta atención a su hermanita.Ante la respuesta afirmativa, Tatiana no duda más y entra silenciosamente en la habitación de Vanessa, observando a su hermana mayor quien se encuentra sentada en el centro de la cama, apurando sus pasos, pasa a sentarse en el borde de la cama y quedar frente a ella.—Nessa —dice con tono bajo al llamar a la mayor.Vanessa fija su mirada en ella tras su llamado, enarcando una ceja al verla morder su labio y claramente dudar sobre si hablar o no.—Tati ¿Qué pasa? — pregunta en tono bajo mientras estira su mano y acaricia el cabello de su hermanita.—Quería hablar contigo —dice mientras se deja hacer por la mayor—. Es, sobre el compromiso.Ante la mención del tema, Vanessa se queda totalmente quita, momento que es aprovechado por Tatiana para tomar su ma
El sol de la tarde inunda la casa con su cálida luz tenue, mientras dos pequeñas niñas corretean por los pasillos, sus risas resonando alegremente. Una pequeña Vanessa de siete años, corre rápidamente, sus largas trenzas negras se mueven al ritmo de sus rápidos pasos. Detrás de ella, la pequeña Tatiana, de solo cuatro años, intenta atraparla, riendo con el mismo entusiasmo.—Nessa ven. ¡Te voy a atrapar! —grita Tatiana, esforzándose por seguir el ritmo rápido de su hermana mayor.Vanessa se detiene un instante para mirar a Tatiana con una sonrisa traviesa, pero al tenerla cerca, deja salir una fuerte carcajada antes de volver a correr aún más rápido, burlándose suavemente.—¡No puedes atraparme, Tati! ¡Eres tortuga! —responde la pelinegra, su voz llena de alegría.Las niñas continúan su juego, girando por las esquinas y esquivando muebles, hasta que Vanessa se detiene abruptamente al pasar por el salón. Allí, sentada en una silla junto a una mesa pequeña, está su nona, leyendo las ca
Las personas de buenas costumbres siempre visitan a otras a buenas horas, y por lo general son recibidos en la puerta principal, pero ¿cómo se le puede llamar a un joven de veinte años que trepa con agilidad por la pared de una casa grande y señorial? Sus dedos encuentran los ya más que conocidos resquicios necesarios para asegurarse mientras sube, su respiración controlada y sus movimientos preciso para evita el mayor ruido posible. Llegando a la ventana en el segundo piso, hace un último esfuerzo, y termina de alzarse para luego sentarse en el alféizar. La ventana está entreabierta, facilitando su entrada. El joven echa un vistazo al interior antes de deslizarse silenciosamente en la habitación ya más que familiar para él.Al aterrizar en la alfombra, se endereza y se encuentra frente a una joven de dieciséis años, Vaiana. Con sus ojos oscuros, profundos y grandes lo miran con una mezcla de miedo y sorpresa. Aun sin entender que hace Frank allí, da un paso atrás, mirando nerviosa hac