Vanessa tiene que aguantar sus ganas de reír, ¡a más no poder!, cuando ve cómo la frustración en el rostro de Emil se vuelve mayor al notar que está volviendo a perder la partida de pool por tercera vez seguida. — Parece que hoy no es tu día de suerte —Vanessa no puede evitar molestar a Emil cuando ve que este nuevamente falla el tiro. Con una sonrisa traviesa bailando en sus labios, rodea la mesa y se prepara para su próximo tiro. Emil no puede evitar sonreír ante la actitud juguetona de Vanessa. — No te confíes demasiado, todavía puedo hacer una remontada impresionante —responde con un tono confiado y una sonrisa pícara, desafiándola amistosamente. Vanessa ríe, disfrutando del intercambio animado mientras se posiciona para su próximo tiro. Sin embargo, justo cuando está a punto de golpear la bola, el teléfono de Emil suena, interrumpiendo el juego. — Lo siento, es una llamada importante. Tengo que contestar —se disculpa tras sacar su teléfono del bolsillo y mirar la pantalla con
A esas horas de la noche, ya las calles se encuentran lo suficientemente solas como para que las figuras de Vanessa y Emil sean notables al caminar por casi solitarias calles. Ambos siguen con su ambiente agradable y cómodo entre ellos.— ¿Cómo es que no intentó matarte? — Emil camina apenas un par de pasos por detrás de Vanessa, escuchando las historias que esta le cuenta sobre su tiempo en la universidad y el cómo disfrutaba de molestar a Radu en el tiempo previo a ser amigos.— ¿Quién te dice que no intentó hacerlo? — pregunta divertida. — Los profesores nos obligaron a trabajar juntos todo un semestre; esa fue la única forma en la que nos hicimos amigos.Emil no puede evitar sonreír al ver la forma y el énfasis que Vanessa da al decir la palabra “amigo”; el aprecio que se muestra en ella es real, tan real como no lo había escuchado antes.— ¿Y cómo terminaron viviendo juntos?— El departamento de Radu es inmenso — expresa mientras abre sus brazos buscando dar énfasis a sus palabra
Vanessa sale del baño con el cabello aún húmedo, y su cuerpo envuelto en una toalla. Una marcada sonrisa sigue iluminando su rostro mientras camina hacia la cama; su cuerpo se siente fresco y relajado después de tomar una larga ducha. Sentándose en el borde de la cama, toma su celular y comienza a revisar sus mensajes. Son varios los chats que se marcan sin leer; uno de ellos captó su atención de inmediato. Es un número desconocido, mismo que ha dejado una gran cantidad de mensajes. Al abrir el chat y revisar los mensajes, se encuentra con la serie de fotos que Emil tomó durante el día. Vanessa revisa una a una las fotografías y nota cómo esas fotos tienen un cierto encanto capturado. Una sensación cálida y reconfortante se instala en su pecho al momento de ver la única de esas fotos donde aparecen ambos. La foto fue tomada durante su partida de pool; fue su propia sugerencia que se hiciera aquella selfie. Por lo tanto, tomando el teléfono de Emil, fue ella misma quien la tomó. En l
Vanessa y Emil se encuentran de pie junto al coche en el estacionamiento del parque. Sacando los bolsos del maletero del auto, proceden a cerrarlo una vez que tienen todo lo que necesitan. Mientras hablan tranquilamente, la emoción es notable en sus ojos.De repente, un hombre alto, de apenas unos treinta años acerca a ellos con una sonrisa confiada en el rostro. El hombre no tarda en presentarse como Austin, uno de los guías del parque y encargado de llevar a su grupo hasta la zona de acampada. Tras estrechar sus manos, el hombre rápidamente se dirige a Vanessa con un brillo travieso en los ojos.— Si me permite decirlo, es agradable saber que tendremos a una mujer tan bella en el grupo. Por favor, no dudes en decirme si necesitas algo—Austin suelta sus palabras sin ningún tipo de preocupación y sin ocultar su claro coqueteo dirigido a Vanessa.Vanessa se sorprende por un momento ante la audacia de Austin al no disimular siquiera un poco sus intenciones, pero, aunque un poco incomoda,
— Vanessa, basta— dice mientras toma la mano de la mujer con fuerza y la detiene. Al estar a una cierta distancia del resto del grupo quienes se encuentran esperando su turno para cruzar, Emil sabe que puede hablar sin que los demás escuchen—. ¿Por qué te quieres forzar a hacer algo que sabes que te aterra? —pregunta, y aunque su tono se mantiene bajo, la molestia que le genera ver a Vanessa forzándose es clara.Bajando su mirada, Vanessa piensa en una respuesta lógica que le pueda dar, pero simplemente no existe una, o por lo menos, no una que le haga sentir confianza de expresarla. ¿Quiere cruzar por obligación, o quiere cruzar porque en realidad le emociona la idea de compartir esa experiencia con él? Vanessa siempre fue una fanática de pasar tiempo en la naturaleza, y cuando era niña pudo disfrutar de momentos así muchas veces, pero a medida que fue creciendo, estas aventuras fueron quedando atrás y ahora, después de mucho tiempo de no tener espacio para nada más que su trabajo,
El grito de Emil vuelve su miedo palpable. Sus nervios se vuelven mayores cuando el cuerpo de Vanessa se desvanece, y lo único que evita que esta caiga en el puente es el agarre que él ejerce en sus brazos, tratando de sostenerla mientras lucha por mantener su equilibrio en el puente que sigue oscilante. Los guías, alertados por lo que está ocurriendo, se apresuran en acercarse a Emil, y aunque sus expresiones muestran su preocupación, tienen cuidado al acercarse a ellos para no causar un movimiento mayor en el puente. Richard llega primero, seguido de cerca por Austin, mientras el resto del grupo observa desde los bordes del puente lo que está pasando.—¿Está bien? —pregunta Richard, mirando con preocupación a Vanessa mientras se arrodilla a su lado.Emil siente que su corazón va a salir de su pecho debido a la fuerza con la que se encuentra palpitando, por ello, apenas puede encontrar las palabras para responder.—Tuvo un ataque de pánico. El puente se movió y… —sus palabras se corta
Cuando sus miradas se encuentran, en ese instante es como si el tiempo se detuviera para ellos; ambos parecen quedar envueltos en una burbuja donde pueden dejar salir su complicidad y la atracción mutua que ambos intentan ocultar. En ese momento, cualquier rastro de tensión o preocupación se desvanece, dejando solo espacio para la conexión intensa que existe entre ellos.Emil deja que su mano acaricie un poco más la mejilla de Vanessa; su mirada se pasea entre la profunda mirada de ella y sus labios. Cerrando los ojos, se deja llevar por el deseo que siente y cuando está a punto de inclinarse para besar a Vanessa, la voz de Richard los saca de su ensimismamiento y se apresuran en separarse y tratar de recomponerse.—Disculpen, ¿ya todo está bien por aquí? —pregunta Richard, interrumpiendo el momento que comenzaba a tornarse romántico con una sonrisa amigable—. Vanessa, ¿te sientes mejor?Vanessa y Emil se separan incómodamente, ambos sintiendo el rubor subir a sus mejillas mientras int
La luz de la linterna ilumina el camino que les lleva por medio de los árboles. Emil y Vanessa caminan uno junto al otro mientras hablan de cualquier cosa que se les ocurra. A medida que avanzan, el cielo se oscurece gradualmente, y la noche cede el paso a las estrellas que comienzan a brillar con intensidad sobre ellos.Les toma unos quince minutos más de caminar el llegar al lugar que les fue indicado. En el momento que emergen en el claro, lo primero que los recibe es una brillante luna nueva en el horizonte. El cielo ya se encuentra totalmente oscuro y está siendo cubierto poco a poco por cada vez más y más estrellas.Vanessa se dice a sí misma que, de no ser por la oscuridad del lugar y que prefiere no arriesgarse en tener una caída, ya estaría dando brincos y carreras de emoción ante lo hermoso de la vista. Al estar en el centro del claro, Emil y Vanessa se detienen, dejando caer sus bolsos en el suelo. Colocan la linterna de forma que puedan alumbrarse y comienzan a arreglar sus