CAPÍTULO 21

Ambos siguen caminando mientras Vanessa disfruta del refrescante sabor del granizados, mismo que hace más llevadera la caminata. Las mejillas de la pelinegra se mantienen un poco sonrojadas debido al calor, pero, aun así, se mantiene caminando sin prisa.

El viento fresco acariciaba suavemente sus rostros en el momento que se deja sentir. Emil observaba a Vanessa con una atención tranquila, sus ojos capturando cada detalle del momento en que la ligera brisa hace danzar algunos hilos de su cabello.

Cuando vio el destello de emoción aparecer en los ojos de Vanessa, volvió su vista al lugar que ella observa y alcanza a divisar lo que parecía ser una tienda de bodas a lo lejos, Emil no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo. La forma en que sus ojos brillaban con ilusión le hace pensar en cómo luciría la pelinegra con su vestido de boda y adornada con cada detalle que debe llevar ese día, especialmente, imagina el cómo se vería la más baja portando las arras que él tan celosamente guarda e
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