estamos de vuelta
Todos estaban a la expectativa de la decisión de los jueces. Piero esperaba a la tarjeta con el nombre de las ganadoras, pero Vicent Santoro cambió las reglas del juego. Cada juez mencionaría el nombre de una modelo. Comenzó Benedetti. —En el tercer lugar, tenemos a Clarisse Marroquí.La modelo en cuestión salió entre las demás y se paró a un lado de Piero.Después se levantó Demetrio Jr. tomó su tarjeta y suspiró antes de mencionar el nombre de su modelo favorita.—En el segundo lugar, quedó Antonella Mirage.Todas comenzaron a aplaudir y el escenario se llenó de tensión y ansiedad. Las modelos restantes suplicaban ser nombradas a continuación.Vicent Santoro, se quedó sentado con su postura imponente y arrogante, hasta que observó a su modelo favorita llegar hasta el escenario.Algunos gritos de auxilio se escucharon en la entrada y todos los presentes voltearon su atención a ellos. Piero se sorprendió al ver a un hombre de casi dos metros de altura, sosteniendo a una mujer en su
Una fuerte carcajada se escuchó dentro del auto. Vicent Santoro reía mientras miraba de reojo a su mujer. Definitivamente, él no estaba dispuesto a dejar ir a su joven esposa. Él la amaba por sobre todas las cosas, por eso apenas la recordó, fue tras ella.Vicent movió cielo y tierra hasta dar con ella. Él había descubierto cada detalle de lo que ella había hecho en todo este tiempo y le agradeció a Dios que ella haya seguido siendo suya y que ningún otro hombre la haya tocado. Melissa, por otra parte, estaba furiosa con este idiota. Ella no quería estar a su lado. Ella necesitaba regresar con sus pequeños, pero hablarle a él de sus hijos no era una opción. Ella no quería que ellos fueran reconocidos como los hijos del mafioso. Pero conocía muy bien a este desgraciado y estaba seguro de que él ya sabía de sus pequeños.Vicent sonrió y le guiñó un ojo, mientras la miraba fijamente.—No creo, que sean palabras de amor las que mi esposa me está dedicando en este momento, pero no importa,
El corazón de Melissa se contrajo al ver a sus dos pequeños venir en brazos de los hombres de Vicent, más aún cuando la pequeña se arrojó en los brazos de su padre, como si lo conociera de toda la vida. Vicent se acercó a su pequeña y la cargó para después también cargar a su pequeño hijo. Melissa estaba paralizada. Ella no podía creer lo que estaban viendo sus ojos y un golpe de realidad la golpeó, todos sus planes de alejarse de ese hombre se habían esfumado. Su corazón volvió a oprimirse y a los pocos segundos ella reaccionó y corrió hacia sus pequeños. —Ma-ma, ma-ma. —balbuceaba la pequeña, mientras el niño le sonreía y se lanzaba hacia ella para que lo cargara. De pronto una voz masculina interrumpió el emotivo encuentro. —¿Y estos pequeños? —le preguntó el viejo Vicente, acercándose a ellos. Vicent le mostró una sonrisa llena de orgullo a su padre y le acercó a su princesa, antes de responderle. —Estos son tus nietos. Los últi
Vicent soltó una sonora carcajada y caminó hacia su habitación. Le daría a Melissa un poco de espacio para que asimilare su nueva vida. Melissa por su parte, se sentó en el sofá de la habitación y observó cada detalle a su alrededor. La habitación era hermosa y acogedora. Las paredes eran de color blanco y estaban decoradas con motivos infantiles. Milena se acercó a ella con la pequeña Elizabeth en brazos. La pequeña balbuceaba —pa-pa, pa- pa. Melissa le sonrió a la pequeña y le acarició su cabello. —Pequeña traidora. Caíste rendida a los pies de tu padre. Milena sonrió y puso la mano en el hombro de su amiga. —Ja, ja, ja. No la culpo amiga. Tu esposo es encantador. Aunque su hermano está mucho mejor. Melissa fijó la mirada en su joven amiga y entrecerró los ojos. —Milena Travis. No sé te ocurra enamorarte de ese idiota. Ellos no son buenos, son mafiosos. Además, tú eres una niña. Apenas tienes dieciséis años. Milena se sintió avergonzada. Lo menos que ella quería era darle
Vicent, por su parte, estaba en su habitación, se sentía nervioso y emocionado a la vez. Sabía perfectamente que Melissa no lo perdonara tan fácilmente, pero tenía a su familia completa y esto valía cualquier penitencia que tenga que cumplir. Unos toques en la puerta los sacaron de sus pensamientos y su corazón comenzó a latir desenfrenadamente, sus manos sudaban y sus pies estaban pegados al piso. No podía moverse. Entonces tomó una gran bocanada de aire para tomar valor y caminó hacia la puerta. Al abrir la puerta su alegría desapareció. —Ah. Eres tú —dijo sin disimular su decepción, dándole la espalda a su hermano, para que lo siguiera al interior de la habitación. —Hey, hey. No seas tan desgraciado. Vine a animarte un poco. Me imaginé que mi cuñada no te daría ni la hora. Ja, ja, ja. Creo que no le tendrás nada fácil. —le dijo Fabiano que venía llegando con una botella de whisky y dos vasos. Vicent odiaba tener que reconocerlo, pero esta vez su hermano tenía toda la razón.
Fabiano observó detalladamente la expresión de tonto enamorado de su hermano. Pero no quería interrumpirlo, todavía había muchas cosas que aclarar. Entonces, Fabiano decidió suprimir su risa y volver a la conversación. —Vicent. Averiguaste ¿Quién le cortó la cara? Yo creo que ella es rebelde y agresiva, porque sufrió mucho en su pasado. La expresión de Vicent se oscureció. Él se levantó y se sirvió otro trago. Fabiano estaba atento a cada movimiento de su hermano. Sabía que algo importante había ocurrido. Vicent lo miró de reojo y comenzó a relatarle la historia. A medida que Fabiano iba procesando la información, su semblante se endureció. Él se tronó los dedos y sacó su arma para revisar si estaba cargada. Vicent no pudo evitar sonreír, hasta acercarse a su hermano y quitarle el arma de sus manos. Tranquilo hermano, ya me encargué de esa escoria y su mujercita. Esos deben estar juntos ardiendo en el infierno. Fabiano relajó sus
Vicent no dudó en aprovechar el apoyo de sus pequeños y le mostró a Melissa una sonrisa encantadora, antes de expresarle su gran idea. —Querida, ¿qué te parece si dormimos todos en mi habitación? Mi cama es lo suficientemente grande para que estemos cómodos. Melissa negó con la cabeza, rompiendo las ilusiones de su amado. —No, Vicent. Ve y descansa tranquilo. Ellos se dormirán en un rato. No te preocupes. Pero Vicent no estaba dispuesto a dejar que su princesa hermosa derramará ni una lágrima más. Entonces, quitó su expresión tierna y cariñosa y dibujó una sonrisa perversa en su rostro. —No, yo dormiré con mis hijos hoy y si tú lo deseas, puedes quedarte en esta habitación. —le dijo Vicent antes de tomar a sus pequeños y salir rumbo a su habitación. Melissa se quedó paralizada. Ellos estaban tratando de manipularla. Pero ell no caerá en el juego de esos tres. Ella corrió detrás de él y le entregó una pañalera con todo lo necesario.
Vicent ignoró al tonto de su hermano y regresó a la habitación. Fabiano sin remedio lo siguió, pero seguía llevando al niño lejos de su cuerpo. Fabiano aceleró el paso y alcanzó a su hermano. —Vicent. Vamos a llamar a la niñera. Somos dos Magnates millonarios, dos temidos mafiosos. No tenemos que andar llenos de popo.—le dijo Fabiano, pero Vicent negó con la cabeza. —No, no quedaré como un inútil ante Melissa, mi primera noche con ellos. Así que cállate y ayúdame idiota. Encárgate de desnudar a Ethan, yo voy a bañar a Eli. —Ay Dios, si nos vieran nuestros enemigos. —susurraba Fabiano. Vicent se sentó en un lado de la cama y comenzó por sacar todo de la pañalera. Fabiano se quejaba del pequeño, lo dejó al lado de Vicent y corrió hacia su habitación. Fabiano regresó con un par de guantes, sacó al pequeño de la funda, pero cuando vio el cuerpo de niño lleno de popo, lo volvió a meter. —No, pequeño cochino. Te quedarás ahí hasta que