Tanto que contarte... —Cariño, ¿estás dormida?A Gabriel, que acababa de llegar a casa, le preocupaba que le hubiera malinterpretado, así que la llamó para aclarar las cosas.—No, todavía no, ¿qué ha pasado?, te has ido de repente —Sabrina que estaba a punto de dormir exclamó por el teléfono.—Lo siento, lo que pasa es que... Dulce, ni siquiera tengo una buena razón que darte, pero tú perdóname ¿esta bien? —explicó dándole vueltas a la cabeza, no sabía cómo decirle que fue el tacto de ella lo que le hizo salir corriendo.—Mm, no estoy molesta pero fue tan repentino y completamente extraño, incluso pensé que estabas fuera de tus cabales —dijo en voz baja mientras se acomodaba en su cama.—Jaja, no estoy fuera de mis cabales, olvidémoslo, ¿de acuerdo?—Mm, ¿ya has vuelto?—Sí, acabo de llegar a casa, ¿y tú?—Estoy a punto de dormir, gracias por el regalo —murmuró suavemente, sus ojos se cerraron somnolientos.Gabriel abrió de un empujón la puerta de su dormitorio y se acercó a la cama.
Más tarde...—Así que eso es lo que has estado haciendo últimamente, hermano, ¡¡¡eres realmente malo!!!, y aquí estaba yo pensando que era el chico más malo de la Cuidad de Bogotá ¡sin saber que eres un asesino silencioso! Así que la todopoderosa Claudia estará viviendo contigo en la misma casa, bajo el mismo techo, ¡y estoy seguro de que se alojará en la habitación contigua a la tuya, si no en la misma!—Gabriel, esto es puramente trabajo, es un trato. No es que haya algo más de por medio —Ricardo respondió fingiendo seriedad.Su alegría no había conocido límites desde el día en que Claudia llegó. Ese día había salido temprano del trabajo y había decidido llamar a Gabriel para tomar algo.—Jaja, ¿en serio? Vaya, es la broma más divertida que he oído en el planeta Tierra. Es un contrato de negocios, pero la has convertido en tu criada personal, ni siquiera en cocinera o limpiadora. Incluso podría fregar los platos si eres tan generoso, pero no, una criada personal, para que te vista l
Unos días después...Claudia se paseaba por el pasillo, los latidos de su corazón aumentaban por segundos. ¿Ya habían pasado tres horas y aún no habían salido? Sabrina estaba apoyada en la pared, ambas llevaban la preocupación escrita en la cara.Los médicos entraban y salían del quirófano, pero nadie les hablaba. Estaban muy preocupadas. Al cabo de una hora, una doctora se acercó a ellas. Claudia corrió y le cogió las manos.—¿Cómo ha ido la operación? ¿Está bien? ¿Se despertará?La doctora sonrió y le dio unas palmaditas en los hombros.—Señorita Claudia, la operación ha ido bien, pronto será trasladado a la unidad de cuidados de urgencia para una supervisión adecuada, pero si no me equivoco, debería despertarse en los próximos tres días. Es un hombre muy fuerte.Cuando Claudia oyó lo que decía, no supo cuando la abrazó feliz. Sabrina, que estaba a su lado, gritó emocionada, estaban muy contentas. Claudia se sintió aliviada, por fin todo había acabado bien. Soltó a la doctora y le d
Cuando los padres de Claudia se casaron, tardaron siete años en concebir un hijo. En aquella época, el señor Alberto la quería tanto que no le preocupaba su incapacidad para tener hijos.Cuando llegó Claudia, él se sintió feliz. Los dos eran felices. Las amaba con todo lo que tenía, pero el giro drástico comenzó cuando Claudia cayó enferma y necesitó una transfusión de sangre.La madre de Claudia hizo hasta lo imposible para impedir que él la donara, pero fue en vano. Cuanto más intentaba impedírselo, más deseaba él saber qué ocultaba. Nunca pensó que cuando saliera la prueba, ni siquiera sería pariente de su queridísima hija.Aquel día, para salvarle la vida, tuvieron que conseguir sangre de los bancos del hospital. Su padre no quería creer la verdad, rechazaba las respuestas que le daba su cerebro.Una hija a la que había amado durante años. Ni siquiera quería saber la verdad, se negaba a hacer preguntas. Pero aquella fatídica noche, volvió borracho y arremetió contra su madre.Exig
Claudia, todo es culpa mía. No odies a tu papá y no lo culpes, yo lo traicioné y te tuve con otro hombre. Él no es tu padre biológico.En ese momento, Claudia se derrumbó en el suelo. Las manos que sostenían la carta le temblaban mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. La vista se le nubló y no pudo seguir leyendo la carta.«¿Por qué mi vida es tan triste? No tengo yo derecho a sonreír un poco, aunque sea por unas horas. ¿No puedo creer que el hombre con el que he vivido toda mi vida no es mi padre? ¡Mi existencia es una mentira! ¿Por qué mi madre me hizo esto? Entonces, ¿quién es mi padre biológico?». No podía contener las lágrimas, esto era gravemente insoportable. Mientras pensaba en ello, recogió la carta que había caído al suelo y continuó desde donde se había detenido.“Cometí un error que sé que es imposible de corregir. Sé que le fallé a tu padre pero como dije no me arrepiento de haberte tenido. En cuanto a tu padre biológico, murió dos años después de que nacieras, por
El viernes...Claudia vio cómo enterraban a su madre. El sacerdote pronunció unas palabras que a ella ni siquiera le interesaron.A su padre le habían dado el alta dos días antes, cuando regresó a casa, ella se había asegurado de no encontrarse con él. Siempre estaba encerrada en su pequeña habitación. No iba a trabajar, pero por las tardes salía para reunirse con amigos.Se había preparado para el funeral de su mujer y se lo había contado a los vecinos y familiares. Así que el día del funeral había una pequeña multitud. Algunos lloraban, otros consolaban a los que lloraban. En general, todos estaban tristes. Claudia no lloraba, llevaba gafas de montura negra y agachaba la cabeza.Aunque la gente venía a su alrededor para decirle palabras de aliento, ella ni siquiera los miraba, al tiempo dejaron de venir. Después de enterrar a su madre, su padre entretuvo a los invitados. Se compadecieron de él antes de marcharse a sus distintos hogares.A las cuatro de la tarde, la multitud ya se ha
Hablaron un rato antes de que Estela le enseñara la casa. Tras una hora de visita, subieron al piso de arriba. La primera habitación que le enseñó a Claudia fue la suya. Cuando la abrieron, se encontró con un espectáculo que la sorprendió.Claudia se quedó estupefacta. Entraron y echaron un vistazo a la habitación. Su bolso ya estaba guardado a un lado, pero no fue eso lo que la sorprendió. Era que la habitación era muy lujosa. Su cama era King Size, su armario estaba lleno de vestidos, el zapatero apilado con diferentes zapatos y sandalias. El tocador tenía cremas y aceites caros. Tardó mucho en darse cuenta de que aquello era el cuarto de una criada.-Señorita, ¿este es realmente mi cuarto? -preguntó Claudia, con cara de desconcierto.La habitación estaba demasiado amueblada y lujosa para su gusto.-Sí Claudia, ¿pasa algo? ¿No te gusta?-¡No!, en absoluto, es sólo que... es demasiado para mí.Estela le sonrió, entendía lo que quería decir.-Claudia, cualquier cosa que no quieras aqu
Al mismo tiempo...-Gabriel, esto no está bien. ¿Por qué siempre vienes de noche? ¿Eh? Hoy casi mi mamá se da cuenta -Sabrina gruñó mientras caminaba hacia Gabriel dando pisotones.Él iba todas las noches. Aunque se había prometido no bajar a verle si volvía a venir por la noche, siempre se le aceleraba el corazón cuando la llamaba y le decía que la estaba esperando fuera.-Jaja, no podía dormir. Eres mi somnífero, ¿no lo sabías? Deberías mudarte conmigo, si no quieres que me pase por aquí -le sonrió mientras se acercaba.-¡Oye!, ¿qué hago contigo?-Bésame.Al oír eso, Sabrina que acababa de llegar frente a él, le fulminó con la mirada, con las orejas enrojecidas por sus pervertidas palabras.-Jaja, Dulce, eres tan linda cuando te enfadas. Ya, sabes que estaba bromeando. ¿Estás libre mañana? Vamos de compras -le dijo mientras le pellizcaba ligeramente las mejillas.La mirada de ella se transformó en una suave sonrisa mientras le golpeaba en el pecho.-Ir de compras es una buena idea,