El último adiós

El viernes...

Claudia vio cómo enterraban a su madre. El sacerdote pronunció unas palabras que a ella ni siquiera le interesaron.

A su padre le habían dado el alta dos días antes, cuando regresó a casa, ella se había asegurado de no encontrarse con él. Siempre estaba encerrada en su pequeña habitación. No iba a trabajar, pero por las tardes salía para reunirse con amigos.

Se había preparado para el funeral de su mujer y se lo había contado a los vecinos y familiares. Así que el día del funeral había una pequeña multitud. Algunos lloraban, otros consolaban a los que lloraban. En general, todos estaban tristes. Claudia no lloraba, llevaba gafas de montura negra y agachaba la cabeza.

Aunque la gente venía a su alrededor para decirle palabras de aliento, ella ni siquiera los miraba, al tiempo dejaron de venir. Después de enterrar a su madre, su padre entretuvo a los invitados. Se compadecieron de él antes de marcharse a sus distintos hogares.

A las cuatro de la tarde, la multitud ya se ha
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