¿Qué hago contigo?

Al mismo tiempo...

-Gabriel, esto no está bien. ¿Por qué siempre vienes de noche? ¿Eh? Hoy casi mi mamá se da cuenta -Sabrina gruñó mientras caminaba hacia Gabriel dando pisotones.

Él iba todas las noches. Aunque se había prometido no bajar a verle si volvía a venir por la noche, siempre se le aceleraba el corazón cuando la llamaba y le decía que la estaba esperando fuera.

-Jaja, no podía dormir. Eres mi somnífero, ¿no lo sabías? Deberías mudarte conmigo, si no quieres que me pase por aquí -le sonrió mientras se acercaba.

-¡Oye!, ¿qué hago contigo?

-Bésame.

Al oír eso, Sabrina que acababa de llegar frente a él, le fulminó con la mirada, con las orejas enrojecidas por sus pervertidas palabras.

-Jaja, Dulce, eres tan linda cuando te enfadas. Ya, sabes que estaba bromeando. ¿Estás libre mañana? Vamos de compras -le dijo mientras le pellizcaba ligeramente las mejillas.

La mirada de ella se transformó en una suave sonrisa mientras le golpeaba en el pecho.

-Ir de compras es una buena idea,
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