¡No es justo!

Claudia puso los ojos en blanco, pero le siguió. Metió la ropa y el resto de las cosas que había comprado en la bolsa y se la llevó.

Ricardo salió del hospital en dirección a su coche y Claudia le siguió. Se preguntaba si le habían dado el alta, pero no le importaba preguntar. Como ya se iban, eso significaba que ya le habían dado el alta.

Ricardo la llevó al restaurante Los Reyes de la Hamburguesa. Asombrada por la magnífica vista del lugar, no fue hasta que ya estaban dentro cuando recordó que tenía una sesión de entrenamiento ese día.

—Ricardo... Señor Ricardo, hoy tengo clase, ya llego muy tarde, puede...

—¿Quieres molestar al resto de la clase con tus gruñidos de barriga?, ni siquiera terminaste la comida de anoche, así que ¿cómo esperas funcionar correctamente?

Las palabras que quería decir se le quedaron en los labios.

«¿Por qué tienes que ser tan cruel? Aunque lleve días sin comer, ¡no es posible distraer a toda una clase, por el amor de Dios!»

Su boca se redujo a una fina lín
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