27| Sola.

A pesar de haberse acostumbrado al frío, seguramente debido al contrato de vida o muerte, este comenzó a colarse en los huesos de Analía.

Se refugió en la parte más profunda de la cueva, intentando evitar el viento helado que entraba por la entrada, pero el frío se filtraba por todas partes. Intentó calentarse creando una pequeña fogata, tal como su padre le había enseñado, usando fragmentos de un árbol podrido que había caído en la entrada de la cueva. Sin embargo, la madera humedecida se consumió en un par de horas y el poco calor que había generado fue insuficiente.

A medida que avanzaba la tarde, el temor la invadió. Salió de la cueva y observó el bosque a su alrededor. La nieve brillante caía por todas partes, creando un halo de luz en la densa arboleda.

Entró nuevamente en la cueva y trató de meditar, estirando su mente para encontrar a Salem. Aunque era cada vez más consciente de la conexión que los unía, no logró hallarlo. Si Salem estuviera muerto, ella también lo estaría,
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