Estoy aquí sentada tomando un capuchino que me trajo Margarita mientras veo a Dylan y a Dylan junior jugar fútbol en el jardín. Es tan hermoso ver a mi hermosos hombres, que me llena de alegría, definitivamente estoy agradecida con Dios por mi familia.Desde el día que recupere la memoria, poco a poco han llegado a mi los demás recuerdos, y aunque a veces tengo pesadillas con el accidente, Dylan me abraza y se me calma.Ya tengo treinta y siete semanas cumplidas, y pues es cuestión de días para dar a luz. Mi madre me dice que seguramente no me lleve las cuarenta, porque ya no soy primeriza y por eso ya tengo todo listo. Con Dylan encima de mí es difícil no tenerlo, se la pasa asfixiando me a tal punto que quisiera salir corriendo.Acaricio mi panza mientras le doy un sorbo a mi café; está delicioso. Trato de levantarme pero está enorme panza no me deja, puesto que es tan grande que pareciera que fuera a tener cinco muchachos ahí metido, lo bueno es que es solo uno, el médico no ha dic
Narra Helen.Después de varios días de estar en la clínica, llegamos a casa. Iba entrando con Camila en mis brazos y Dylan a mi lado cuando escucho ¡sorpresa!, todos estaban reunidos en el salón de la mansión para recibir a Camila, todos los miraban con admiración y pasaba de brazo en brazo, hasta que la bebé comenzó a llorar y me fue entregada. Yo estaba ansiosa por tenerla entre mis brazos de nuevo, no quería jamás separarme de ella. Dylan junior estaba aún en su habitación, me pareció extraño, así que después de amamantar a Camila, fui corriendo a ver al amor de mi vida, tenía tantos días que no lo veía, que sentí que habían pasado años.Subí las escaleras con dificultad. Tenía miedo de subir el ascensor, no después de lo que ocurrió la última vez y aunque dure unos cuantos minutos llegué.Cuando entré en su habitación, mi corazón se partió en mil pedazos, estaba acostado llorando en posición fetal.—Dylan mi amor aquí está mamá, ¿qué tienes mi vida, por que lloras?—me senté a su l
Narra DylanCuando Helen me dijo que los niños no estaban con la payasa sentí que mi cuerpo comenzó a tensarse, mis manos comenzaron a temblar y las palpitaciones de mi corazón eran lentas.Salí corriendo al interior de la mansión para buscarlos por todas partes desesperado, mientras agarraba mi cabeza con frustración abrí a una a una las veintidós habitaciones que tenía mi casa y no estaban ahí, no estaban en ningún lado, mis hijos ¿Qué le diría Helen? Como la miraba a la cara para decirles que los habían secuestrado.Comencé a gritar como loco llamando al jefe de seguridad.—¡Los quiero a todos buscando a los niños, a todos, tienen que aparecer, no es posible que se los hayan llevado en sus malditas narices ¡por Dios! —grite al mismo tiempo que tomaba mi cabeza con frustración, escuchaba las voces lejos y un dolor en mi pecho no me dejaba respirar..—Dylan mis hijos, ¿Dylan dónde están?—su semblante está pálido, y a mí me parte el alma verla de aquella forma.Cómo le digo a mi mujer
Narra Dylan.Había una muñeca ensangrentada con pintura roja, y con múltiples cuchillos en su abdomen, era rubia como mi hija, y enseguida entré en pánico.—¡Gonzalo Marina es capaz de asesinarlos, es capaz hermano es capaz! —comencé a llorar al ver aquella escena.—Vamos a buscar solución Dylan, vamos a hacerlo, tranquilo hermano—Gonzalo trataba de calmarme, pero yo estaba tan desesperado que me parecía imposible.Junto aquella atrocidad, había una carpeta , con un documento limpiamente redactado, donde decía específicamente que yo me comprometía de forma limpia y legal a entregarle todos mis bienes. En ese momento no me importaba nada, estaba seguro de hacerlo, ni toda la fortuna que poseía podía pagar lo que valían mis hijos y su bienestar, de eso estaba totalmente seguro.Seguí leyendo la carpeta, había una nota que decía” firma y déjala ahí, no hables a las autoridades o mi adorables sobrinos van a pagarlo”Enseguida sentí como mi cuerpo comenzó a convulsionar, producto del miedo
Narra Helen.Estaba acostada, pensando en lo cruel que era la vida. Mis hijos eran lo más importante en mi vida, y ahora estaban pasando que sabe que, me sentía abrumada, desesperada. Miraba hacia la ventana que daba al balcón; había comenzado a rayar el alba. Me senté en la cama, Soledad y Margarita estaban cada una en un sillón dormidas, seguramente cansadas por cuidarme toda la noche. Me levanté temblando del frío y me asomé al balcón. Mis senos estaban hinchados por la retención de leche materna; comencé a llorar, ¿como una persona podía ser tan cruel y quitarle a una madre a sus hijos? tome con fuerza los juguetes que estaban en mi manos y los abraces, mientras seguía mirando el amanecer con suma tristeza Camila siempre despertaba temprano por su leche, imaginaba que estaba llorando en estos momentos y me sería impotente por no poder hacer nada. Comencé a llorar en silencio con un nudo en la garganta y un dolor horrible en mi pecho, era como si estuviera muriendo lentamente, sent
Narra Helen.Habían pasado unas cuantas semanas desde que dieron a Camila de alta, así que decidimos celebrar su cumpleaños, pero está vez algo más íntimo en un restaurante que Dylan había comprado, y este día estaría dispuesto solo para nosotros, así que me estaba terminando de arreglar para irme.Llevaba un vestido ceñido al cuerpo de color azul rey, llegaba casa mis tobillos y unos tacones de color plata. Adoraba ese color. Mi cabello los había recogido en una coleta alta.Mi pequeña princesa, llevaba un vestido rosa, hacía resaltar más aún sus hermosos ojos azules, y Dylan junior infundado en un traje de gala de color azul con negro, que hacía juego con mi atuendo. Se veía hermoso con unos lentes de sol puestos, todo presumido y galante,¡ por dios no perdía la maña!.Salimos y nos adentramos en el auto. Había decidido aprender a manejar cuando tuviera algo de tiempo, ya que eso de andar de chófer en chofer me molestaba un poco, aún no me acostumbraba al glamour de la vida que llev
Narra Dylan.Aun me dolía en el alma lo que había hecho Marina, era mi hermana y a pesar de todo guardaba mi dolor solo, no quería que nadie me viera caer, esperaba que poco a poco estás heridas sanarán, pues no quería demostrarle a nadie cuánto me dolía en el alma.Miré por el ventanal mientras recordaba el día que había ido a visitarla. Estaba tan perdida en el tiempo que no sabía lo que decía, me dijo que quería la mitad de su fortuna que le correspondía mientras lloraba como una desquiciada.Me preocupaba tanto su salud, aunque he dado mucho dinero para que sea atendida, no podré hacer nada por ella, los oficiales me dijeron que está totalmente loca, habla de dinero, de empresas. Me da lastima como la ambición la ha cegado por completo.Siento que unas suaves manos me toman por el dorso, me vuelvo para ver a mi hermosa mujer.—¿Qué haces despierto tan temprano mi amor?—me dice dándome besos en los labios.—Les tengo una sorpresa a ti y los niños —le digo mientras acaricio su cabel
Narra Helen.Estamos todos sentados en el jardín de la mansión para despedirnos de New York, y no es que no los fuéramos a ver más, pues no, solo que seguramente con el montón de trabajo que tendría ahora Gonzalo, además de que mi madre y José habían montado un negocio de comida, y lo lejos que íbamos a estar, iba a ser casi imposible vernos, y pues me dolía en el alma por mamá, pero me iba sabiendo que no iba a estar sola, gracias al cielo se había conseguido a un compañero de vida, el cual la cuidaba a mares, y eso era lo importa.El ambiente era rico, habíamos contratado un karaoke mientras bebíamos unos cócteles. El vuelo a Dublín salía a las seis de la tarde habíamos accedido a esa hora, para no tener que lidiar con los malestares intestinales de Camila, que cada que salíamos le daban ganas de vomitar. Bueno cuando salíamos en avión, y lo digo por un paseo que tuvimos a Disney hace poco, Dylan se fue en helicóptero hasta ahí, y bueno, la niña paró en el hospital para revisión.A