Inicio / Romance / CONTRATO DE ACERO / ENTRE ALFOMBRAS ROJAS
ENTRE ALFOMBRAS ROJAS

Su expresión muestra una mezcla de intriga y satisfecha. –Explícame un poco más, Amara– solicita, con un gran interés chispeando en sus ojos. –¿Cuál será el propósito que comunicaremos a los asistentes de esta celebración?– interroga, su mirada clavada en mí.

–Nuestro objetivo principal será exhibir al mundo nuestras nuevas y audaces colecciones de vestidos de gala. Queremos que los modelos, vistiendo nuestros diseños en alfombras rojas y eventos de alto perfil, generen una demanda masiva de nuestros productos. Aprovecharemos esta oportunidad para destacar la elegancia, exclusividad y calidad que la marca Laveau representa. Transformaremos nuestra casa de moda en una joya codiciada, el epicentro del glamour. Será el evento del año, y todos querrán formar parte de él. Pero lo más destacado es que nos adelantaremos a la competencia, presentando nuestras creaciones más innovadoras. Esto creará un impacto resonante y revitalizará nuestras ventas. Además, nos abrirá las puertas para establecer alianzas estratégicas y atraer a nuevos clientes– explico, mis palabras fluyen con la pasión de una visión que he creado minuciosamente.

La sala de juntas parece en suspenso, como si mis palabras hubieran suspendido el tiempo mismo. Mi padre asimila la idea, una sonrisa de aprobación asoma en su rostro. Pero en el rincón de mi visión periférica, veo a Alice, aún con lágrimas en los ojos, observándome con una mezcla de admiración y esperanza.

–Amara, tienes un punto interesante ahí– comenta mi padre, su aprobación es un bálsamo momentáneo en medio de nuestras tensiones. –Organizaré una reunión especial para discutir los detalles. Pero tienes una semana para presentar un plan completo. Si logras hacer de este evento un éxito, demostrarás que estás a la altura de liderar la empresa– su voz, aunque medida, lleva la promesa de una oportunidad.

Asiento , sintiendo la presión y la anticipación mezclarse en mi pecho. El reto está frente a mí, una oportunidad para demostrar mi valía y sofocar las llamas del desafío que mi padre ha lanzado. El juego está en marcha, y estoy lista para luchar por mi lugar en la cima de la casa de modas Laveau.

–Bien, ahora deben comenzar con la organización para asegurarse de que este evento sea impecable– comenta mi padre al levantarse de su asiento. –Me retiro, pero los dejo para que lleguen a un acuerdo entre ustedes– anuncia antes de abandonar la sala.

La tensión flota en el aire, dejándonos a todos con una sensación de incertidumbre. Cristóbal rompe el silencio con su pregunta, su molestia evidente en cada palabra. –¿Vas a explicarme qué es lo que se espera de mí?– inquiere con un tono agrio.

Mantengo mi compostura, enfrentando su actitud con una determinación igual de férrea. –En primer lugar, me comunicaré con nuestra diseñadora de eventos para que elabore un diseño de la disposición de los espacios y la decoración– respondo sin mirarlo directamente, su presencia es exasperante. –Además, Evangeline, como encargada del área de calidad, debes asegurarte de que los vestidos sean impecables y contactar a los invitados para ofrecerles nuestros diseños– le informo a la mujer, cuyo lápiz se mueve rápidamente sobre su cuaderno mientras toma nota de mis palabras. –Por ahora me retiro. Durante la semana les estaré proporcionando más detalles sobre cómo continuaremos organizándonos– añado antes de levantarme de mi asiento y abandonar rápidamente la sala.

El día se desvanece con lentitud mientras escapo de la atmósfera opresiva de la empresa. Mi mente está enredada en pensamientos tumultuosos mientras me subo a mi auto y me dirijo hacia algún lugar que alguna vez llamé hogar. El sol se oculta en el horizonte, pintando el cielo con tonalidades cálidas que contrastan con mi estado de ánimo sombrío. El aire fresco que fluye a través de la ventanilla es un intento de calmar mi agitada mente.

Reflexiono sobre los desafíos que enfrento y las expectativas que recaen sobre mis hombros. La presión es abrumadora, y aunque estoy decidida a hacer que el evento sea un éxito, el peso de las responsabilidades me pesa. El viento sopla suavemente, como una caricia reconfortante, mientras me alejo del caos del día. En la tranquilidad del atardecer, encuentro un momento de paz en medio del torbellino que se avecina.

Al llegar, la imponente fachada de mi casa me recibió, empujo con delicadeza la puerta de entrada, adentrándome en un ambiente familiar que ahora parece oscuro y opresivo, pero el peso del destino se cierne sobre mis hombros. El aroma de la cena flota en el aire, guiándome hacia la cocina donde la presencia de mi padre es inconfundible, Con pasos temerosos, sintiéndome como la niña temerosa que fui hace unos años, algo que el siempre provoca en mi, me acerco a la mesa y tomo asiento, aceptando el plato que Rossaline, la cocinera, ha dispuesto frente a mí. El aroma de la comida me envuelve, pero mi apetito se ve eclipsado por la pesadez en mi pecho, ya que se que mi padre tiene algo que decir, de otro modo no hubiera esperado a que yo llegué para comenzar a cenar.

Entonces, su voz helada y despiadada, cargada de autoridad, irrumpe en el silencio, rompiéndolo con una fuerza arrolladora que me deja sin aliento. Las palabras que pronuncian son como puñales que se clavan en lo más profundo de mi ser, desencadenando una tormenta de emociones en mi interior. –El reloj no se detiene, Amara. Veintinueve días… Ese es el tiempo que tienes para demostrarme que no he fallado como padre–  susurra con crueldad, haciendo que un nudo se forme en mi garganta y la bebida se convierta en un veneno amargo que se atraganta en mi tráquea. En medio de la conmoción, siento cómo mis pulmones luchan desesperadamente por encontrar el aire que se ha esfumado, mientras mi mundo se reduce a un túnel oscuro y angustiante. Trago con dificultad, sintiendo cómo cada palabra se queda atrapada en mi garganta, como si mi voz estuviera prisionera, incapaz de liberarse de las cadenas impuestas sobre mí.

El valor finalmente se apodera de mi y, aunque temblorosa, confieso lo que tanto temía expresar. –Padre, no quiero casarme porque me niego a ser un peón en tus planos. No quiero ser otra tradición rota– revelo con sinceridad, dejando al descubierto mis miedos y deseos más profundos.  Mi juventud clama por libertad, por la posibilidad de explorar el mundo antes de atacarme a un compromiso irrevocable en pos de una tradición anticuada.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP