Narrador omniscienteKate avanza con paso firme, con su corazón latiendo con fuerza a medida que se acerca a la habitación de Lucero. La certeza de que Liam está allí la atrae con una fuerza casi magnética, como si todo en su ser la empujara hacia esa puerta, hacia el próximo paso en este juego de poder y deseo.Cada uno de sus movimientos refleja una confianza inquebrantable. Este momento, lo sabe, podría ser la clave para obtener todo lo que ha ansiado. La puerta ante ella ya no es un simple límite, sino el umbral de una oportunidad que está decidida a tomar sin dudar. Cada paso la acerca más, su mente calculando, planeando, como si cada gesto estuviera premeditado, cada movimiento un paso hacia la conquista de Liam.Al cruzar el umbral, la habitación deja de ser un espacio simple. Se convierte en el escenario donde sus intenciones cobrarán vida. El aire vibra con una tensión palpable, como si el tiempo mismo se detuviera para dar paso a lo que está por venir. Cada respiración aum
Narra Liam.–¿Qué mierda hago ahora?– me pregunto en voz baja, observando mi reflejo en el espejo. Mis ojos lucen cansados, como si la culpa y la frustración me pesaran demasiado. Me paso una mano por el cabello, intentando encontrar una respuesta entre el caos de mis pensamientos.La idea de salir con Kate me atrae, me tienta, como si fuese un refugio en medio de la tormenta. Pero sé que no será solo una cena, sé que no podré evitar sus preguntas, su mirada inquisitiva que siempre ve a través de mis mentiras.–¡Maldito contrato!– masculló entre dientes, dando un golpe en la pared antes de girar sobre mis talones y caminar hacia la habitación de Amara.Cada paso que doy es un recordatorio de la farsa en la que estoy atrapado. Un anillo que simboliza nada, una relación que no existe, una mentira demasiado grande para sostenerla por mucho tiempo.Kate sospecha. Siempre lo hace. No es una mujer que se conforme con respuestas vagas o excusas sin fundamento. Si salgo con ella esta noc
Narra Amara–Maldito infeliz… –susurro entre dientes, con los ojos clavados en la puerta por la que se ha marchado. ¿Cómo puede sentirse atrapado cuando le he dado todo? Todo lo que necesita para que se sienta cómodo con este contrato, con esta vida que él mismo aceptó. Incluso he tolerado la presencia de esa niña aquí, a pesar de mi aversión por los niños. –¿Así me pagas todo lo que he hecho por ti?. Saliendo como si fueras libre, como si no tuvieras compromisos, como si pudieras hacer lo que te venga en gana sin consecuencias. La imagen de él con esa mujer se forma en mi mente y una ira sofocante me recorre el cuerpo. Sé que ella se regocijará, que se sentirá triunfante al creer que finalmente ha conseguido lo que quería. Mientras tanto, aquí estoy yo, atrapada entre estas paredes y mis propias decisiones. ¡No!.. No pienso permitirlo. No me quedaré de brazos cruzados mientras él se divierte, mientras cree que puede tratarme como un obstáculo en su camino. –¿Cree que ese e
Narra LiamKate me pasa la cerveza con una sonrisa traviesa, inclinándose apenas lo suficiente como para que el aroma de su perfume me rodee. Hay algo peligroso en la forma en que me mira, en la chispa de picardía que ilumina sus ojos.–No sabes cuánto extrañaba hacer estas cosas –dice, dándole un sorbo a su propia bebida antes de mirarme con descaro. –Menos mal que tu noviecita te dejó salir. Ay, perdón…quise decir prometida– Su tono juguetón lleva un filo afilado de ironía, una punzada calculada que se clava en mi interior más de lo que debería.El nombre de Amara resuena en mi pecho como un eco desagradable, como una vibración incómoda que no logro acallar. Aprieto la mandíbula y haz un trago largo, intentando sofocar el malestar con el amargor de la cerveza.–¿Por qué la mencionas? –espetó, con una irritación que ni siquiera intento disimular.– ¿No puedes prescindir de ella ni siquiera un rato?Kate alza una ceja y deja escapar una risa ligera, como si mi reacción le divirtier
Narra Amara Me sumerjo en la ducha, dejando que el agua caliente acaricie mi piel y borre cualquier rastro del día. Cierro los ojos y disfruto de la sensación, anticipando lo que está por venir. Cuando salgo, envuelta en el vapor, me tomo mi tiempo para secar cada centímetro de mi cuerpo, cada movimiento impregnado de una calma calculada, como si estuviera preparando un ritual.Frente al espejo, deslizo sobre mi piel un vestido negro. No cualquier vestido. Este es un arma, un susurro de seda que se adhiere a mis curvas con precisión quirúrgica. La tela es suave, ligera, pero su corte es implacable.La V que se abre desde la cintura hasta mis pechos juega con la imaginación, sugiriendo sin mostrar, provocando sin entregarse por completo. Su diseño corto resalta la justeza de mi cintura y la sutileza de mis caderas, mientras el negro profundo absorbe la luz como si la noche misma se hubiera fundido en la tela. Es elegante, sí, pero también seductor.–Exactamente lo que quiero –excla
Narra Liam Llegamos a su casa en medio de un silencio cargado de electricidad. Kate se acerca con una lentitud calculada, su aliento roza mi piel antes de que sus labios apenas toquen mi oreja. Un escalofrío me recorre la espalda. Su perfume, una mezcla de vainilla y algo más oscuro, más embriagador, me envuelve como una trampa en la que sé que no debería caer… pero en la que me estoy hundiendo de todos modos. Sus labios descienden, rozando mi cuello con una suavidad peligrosa. Cada beso es una chispa, un incendio que se extiende sin control. –Me extrañaste, ¿verdad? –su voz es un susurro contra mi piel. No respondo. No puedo. El silencio se vuelve un muro, pesado, infranqueable. Mis manos se cierran en puños a los lados de mi cuerpo, como si aferrarme a algo pudiera salvarme de este abismo en el que me encuentro.La promesa que le hice a Amara retumba en mi cabeza como una sentencia ineludible. No debía cruzar esta línea. No debía. Y, sin embargo, aquí estoy, atrapado en un t
Ella ríe, divertida, pero hay un brillo oscuro en su mirada. Me observa con el mismo deseo feroz que me consume. Me deshago del pantalón y el bóxer de un tirón, sin apartar la vista de ella. Su reacción es inmediata: su lengua humedece sus labios, y una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro. –Cómo extrañaba ver eso –susurra, mordiéndose el labio de manera provocadora. Su confesión aviva aún más mi deseo. –Lo tienes, lo tendrás, bombón –le prometo con voz ronca. La giro con suavidad y la coloco de espaldas a mí, preparándome para hacerla mía. Pero justo en ese instante, el sonido estridente de mi celular rompe la magia del momento. Un gruñido de frustración se escapa de mis labios. Kate deja escapar una risa ahogada, girando levemente la cabeza hacia mí. –No vas a contestar… ¿verdad? –pregunta con una nota de diversión, pero sus manos siguen explorándome, sin intenciones de detenerse. El sonido del teléfono continúa retumbando en la habitación, implacable, com
–¿Qué carajos pasó ahora?– estalla Kate, cargada de rabia y una pizca de algo más peligroso: dolor. Su cuerpo está tenso, sus manos cerradas formando un puño mientras me clava la mirada. No es solo enojo lo que arde en sus ojos, es desilusión. Lo sé. Lo siento en cada fibra de mi ser.–Hoy es tu día libre, Liam. No tienes que ir a protegerla.– Su voz se quiebra un instante, pero se recompone rápido. Demasiado rápido. –Cuando estabas con Aislyn, esto no ocurría.La comparación me golpea más de lo que debería. Aprieto la mandíbula, intentando sofocar la culpa que se arrastra bajo mi piel. No debería sentirme así. No ahora. No por ella.–No fue una llamada de trabajo– respondo al fin, sin apartar la vista. –Fue la llamada de mi prometida. Veo cómo los ojos de Kate se enrojecen al instante y como el brillo de las lágrimas luchan por no derramarse. Pero no llora. Se niega a hacerlo. En su lugar, deja escapar una risa amarga que me atraviesa el pecho como una cuchilla.–Entonces haz l