Ella ríe, divertida, pero hay un brillo oscuro en su mirada. Me observa con el mismo deseo feroz que me consume. Me deshago del pantalón y el bóxer de un tirón, sin apartar la vista de ella. Su reacción es inmediata: su lengua humedece sus labios, y una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro. –Cómo extrañaba ver eso –susurra, mordiéndose el labio de manera provocadora. Su confesión aviva aún más mi deseo. –Lo tienes, lo tendrás, bombón –le prometo con voz ronca. La giro con suavidad y la coloco de espaldas a mí, preparándome para hacerla mía. Pero justo en ese instante, el sonido estridente de mi celular rompe la magia del momento. Un gruñido de frustración se escapa de mis labios. Kate deja escapar una risa ahogada, girando levemente la cabeza hacia mí. –No vas a contestar… ¿verdad? –pregunta con una nota de diversión, pero sus manos siguen explorándome, sin intenciones de detenerse. El sonido del teléfono continúa retumbando en la habitación, implacable, com
–¿Qué carajos pasó ahora?– estalla Kate, cargada de rabia y una pizca de algo más peligroso: dolor. Su cuerpo está tenso, sus manos cerradas formando un puño mientras me clava la mirada. No es solo enojo lo que arde en sus ojos, es desilusión. Lo sé. Lo siento en cada fibra de mi ser.–Hoy es tu día libre, Liam. No tienes que ir a protegerla.– Su voz se quiebra un instante, pero se recompone rápido. Demasiado rápido. –Cuando estabas con Aislyn, esto no ocurría.La comparación me golpea más de lo que debería. Aprieto la mandíbula, intentando sofocar la culpa que se arrastra bajo mi piel. No debería sentirme así. No ahora. No por ella.–No fue una llamada de trabajo– respondo al fin, sin apartar la vista. –Fue la llamada de mi prometida. Veo cómo los ojos de Kate se enrojecen al instante y como el brillo de las lágrimas luchan por no derramarse. Pero no llora. Se niega a hacerlo. En su lugar, deja escapar una risa amarga que me atraviesa el pecho como una cuchilla.–Entonces haz l
Ella deja escapar un sollozo, retrocede un paso y con su mano temblorosa se cubre la boca, como si intentara contener el dolor que se refleja en cada fibra de su ser. ––Mientes… No arruines ese recuerdo, por favor , no arruines ese día–. Su voz tiembla, pero la rabia la hace más fuerte. –No mientras más– grita y me da un golpe en el pecho que me deja sin aliento, y apenas logro reaccionar cuando su mano se alza otra vez, esta vez más rápido. –¡Tú me dijiste que querías olvidar a Aislyn, que ya no querías sentir nada por ella y por eso estuviste conmigo!– La ira se nota en cada palabra, cada sílaba cargada de reproche. Instintivamente, agarro sus muñecas, con la esperanza de detenerla, de poner freno a esta pelea. La miro a los ojos, buscando encontrar algún atisbo de razón, de comprensión. Pero lo único que veo es el océano de dolor en su mirada.–Kate , yo intenté…– mi voz se quiebra, temblando con cada palabra. El nudo en mi garganta se hace más grande, como una bola de plomo qu
Narrador Omnisciente–Amara Laveau, explícame ya mismo por qué esta niña me está diciendo “abuelito”–exige el hombre con furia. Sus ojos oscuros, severos, escudriñan a su hija como si pudiera arrancarle la verdad con solo mirarla. Su mandíbula se tensa y su postura es rígida como la de un juez a punto de dictar sentencia. –¿Desde cuándo traes niñas de la calle a vivir a esta casa?–Intenté contactarte, pero no recibiste ninguna de mis llamadas–dice, forzando su tono a mantenerse firme. Sabe que miente. Claro que lo sabe. Pero es la única forma de ganar tiempo, de buscar una salida antes de que todo se desmorone.El hombre entrecierra los ojos y aspira hondo, como si su paciencia pendiera de un hilo demasiado frágil. Da un paso adelante, imponente, y Lucero, ignorante del torbellino que se gesta a su alrededor, tironea de su pantalón con inocente entusiasmo.–¿Quieres jugar conmigo, abuelito?– pregunta con una sonrisa resplandeciente. El hombre la mira con una mezcla de incredulidad y
Ella se levanta rápidamente, Liam cruza la distancia entre ellos en un par de zancadas y la atrapa en un abrazo feroz, protector, como si quisiera envolverla en un escudo impenetrable. Sus brazos la rodean con firmeza, y su calor choca contra el frío que la ha estado invadiendo desde que comenzó la conversación con su padre.– ¿Dónde está Lucero? –pregunta con urgencia, mientras sus ojos recorren la habitación en busca de la niña, sin encontrarla a primera vista.Ella respira con dificultad, luchando por mantener el control en medio de la tormenta que la envuelve. –Está en su habitación… con la mucama –logra decir entre respiraciones profundas, intentando recuperar la calma.Al escucharla, él cierra los ojos un segundo, dejando escapar el aire que ha estado conteniendo, pero el alivio es momentáneo, porque aún hay una amenaza frente a ellos.Liam alza la mirada, y esta vez su expresión cambia. Ya no es solo un hombre preocupado, ahora es un caballero listo para proteger a Amara de
Narrador Omnisciente–Amara, ¿puedes decirme de una maldita vez qué significa esto?– Dice el hombre una vez que cruzan el umbral de la puerta. La autoridad en su tono es inconfundible. No es una pregunta, es una orden.Su mandíbula se tensa, los nudillos de sus manos crujientes sobre la mesa reflejan su creciente indignación. La idea de ver a su hija de la mano con alguien como Liam, un ser insignificante a sus ojos, sin un apellido de renombre ni una fortuna que lo respalde es una afrenta que no puede tolerar.Amara respira hondo, cada parte de su ser le suplica que se detenga, que no siga con esto, pero es demasiado tarde para retroceder, por eso se aferra con más fuerza a la mano de Liam. –Estoy cumpliendo con tus órdenes, padre querido – dice, con una dulzura envenenada, una que sabe que lo irritará aún más. Su tono es sereno, pero en su interior, su alma se desmorona.–Me dijiste que debía casarme en menos de un mes– Hace una pausa, prolongando el suspenso, disfrutando por u
–Y, ¿qué es lo que supuestamente pretendo? –Liam pregunta con calma, ya que no se dejará pisotear.El padre de Amara sonríe, pero no hay humor en su expresión. –Has encontrado la forma perfecta de escalar socialmente. ¿Qué mejor manera que casarte con mi hija no?. Ambos sabemos que buscas asegurarte un futuro que, por tus propios méritos, jamás podrías alcanzar.–Padre, nosotros ya discutimos esto –su voz es más firme de lo que se siente. –Nos casaremos bajo separación de bienes. Él no está haciendo lo que tú dices.Liam, a su lado, asiente lentamente, un gesto casi imperceptible de complicidad. –Es verdad, yo no quiero su dinero –afirma con firmeza, mirando al padre de Amara con los ojos fijos en él, como si estuviera dispuesto a enfrentarse al hombre sin importar lo que ocurriera. –No, ustedes no se casarán y esta es mi última palabra –sentencia con poder. –No permitiré que todo mi dinero, que mi empresa y todos mis bienes sean entregados a un simplón como tu. Vete de mi casa
–Lo que has escuchado, Amara –dice el hombre, con los ojos fijos en la mujer que le ha robado la respiración. La forma en que la observa es inquietante, una mezcla de admiración y asombro que refleja algo más profundo, algo que ella no alcanza a comprender. Es como si mirara un tesoro inalcanzable, un diamante en bruto que destella ante sus ojos, un hallazgo tan valioso que lo deja sin aliento. Esa mirada, cargada de un deseo que Amara no puede ignorar, hace que un nudo de incomodidad se forme en su garganta.Amara, intentando comprender lo que está sucediendo, lucha por mantener el control de sí misma. Siente que el aire se espesa a su alrededor, que todo se desmorona lentamente, como si las piezas de su vida estuvieran cayendo de un rompecabezas que nunca encajó bien. A pesar de todo, sus palabras salen de su boca, intentando mantener un semblante de calma.–¿Quién es esta mujer, padre? –pregunta, en un susurro tenso, quebrado por la duda y el desconcierto. Sus nervios la traicionan