En sus ojos pudo encontrar el dolor del que Max nunca antes había hablado con tanto detalle, ahora se daba cuenta la razón por la que el odiaba de esa manera a la persona que llevaba su sangre también.—No todo es sobre dinero, Salomé, quizá eso pensaste de mí en un principio, quizá eso pensaste cuando te dije que tenía intenciones en dolo recuperar el anillo que me corresponde a mí pero con esto te das cuenta que las cosas van más allá de lo que tú crees —. Las lágrimas estaban a punto de caer de sus ojos.No había nada que Salomé pudiera hacer en ese momento. Al final tenía el corazón de Max completamente abierto para ella y ella solo quería sanar todas sus heridas.—Lo siento tanto, Max, lo siento tanto pero, ¿por qué no me lo dijiste ante?—Porque pensé que si no hablaba de ello, no iba a doler, pensé que podría dejar a mi madre descansar en paz pero ahora que me enfrento a la misma situación me doy cuenta que no, que eso siempre estuvo ahí y ahora es momento de terminar
Habiendo sentido el dolor más grande al mismo tiempo que la desesperanza, Alejandro veía todo en la mujer que estaba de pie ahí frente a él. En medio de la tormenta era ella quien se convertía en su rayo de sol.Y mientras Salomé le sonreía y dejaba que Alejandro tocara sus manos como si se tratara de su milagro, Salomé no pudo evitar pensar en la manera en la que debió de haberse visto Max en su momento. Cuando más daño Alejandro le hizo a su propio hermano. —No te vayas, Salomé, no te vayas, Maximiliano ha venido ya y me ha dicho que me va a sacar de aquí.—Tranquilo, Alejando, por favor tienes que tranquilizarte. Mi esposo y yo vamos a hace todo lo que sea necesario para sacarte de aquí.Y fue de esa manera en que Salomé le hacía saber a Alejandro que ella era una mujer casada, que el beso que ellos habían compartido no significaba nada y que no iba a dejar a quien en verdad quería por quien solo podía ser una aventura, como él mismo la trató a ella en el pasado.Una s
Teniéndose frente a frente, viendo en los ojos de una así como en los de la otra, el fuerte sentimiento que solo podía ser albergado en el corazón de quien no sentía nada y en el corazón de quien tanto daño le habían hecho.Una sonrisa en el rostro de Salomé mientras en Gertrudis solo un gesto de odio, ella bien sabía que Salomé se estaba burlando de la suerte de la otra.— ¿En qué puedo ayudarla, señora de la Garza? —Preguntó Salomé caminando por alrededor de la mesa central, como si ni siquiera la presencia de esa mujer le intimidara.—Conmigo no te hagas la mosquita muerta, imbécil.Fue hasta ese momento en que la gracia en el rostro de Salomé terminó. — ¡No le voy a permitir que me insulte en mi propia casa, ¿de acuerdo?!—Yo hago lo que a mí se me pega la gana porque déjame recordarte que antes de ti, yo lo era todo en este lugar y solo me toca deshacerme de ti para que otra vez recuerden quién soy yo.—A mí no me amenace, señora. Quizá eso le funciona bien con otros
Humberto sonrió, él mejor que nadie sabía que su patrona nuca se quedaba de brazos cruzados, ella mejor que nadie sabía cómo cobrar cada una de los deudas que la gente podría tener con ella.— ¿Qué quiere que haga, mi señora? Usted solo dígame y yo me encargo de lo demás.—Quiero que le den la golpiza de su vida, quiero que sepa quién lo hizo y sobre todo, quiera que esté tan cerca de la muerte que piense que será un milagro si es que él vuelve a vivir.— ¿Quiere que lo matemos, mi señora?— ¡No, no exactamente! Me va a gustar más saber que Lucía está sufriendo al pensar que su hijo no va a salir de esta.— ¿Y si a mis hombres se les va la mano?— ¡Bueno, pues será una pena que Lucía se quede sin hijo y sin nieto! Por favor, Humberto, no me estés molestando más con esa clase de preguntas, ¿no te das cuenta que me tiene sin cuidado lo que pase con él? Humberto no hizo otra cosa más que sonreír. Estaba hecho, en cualquier momento él le daría la noticia que Alejandro estaba
Habiendo llegado un nuevo día, Salomé, despertando donde siempre quiso estar incluso si nunca lo llegó a ver así hasta ese momento, no pudo hacer otra cosa más que sonreír en el momento en que vio, frente a ella, siendo envuelta por el torso desnudo de Max, Salomé no hizo otra cosa más que sonreír. Había pasado el momento más bonito de su vida después de haber sido presa de tanto dolor.Y despertando al mismo tiempo que ella, sabiendo que no iba a estar en un lugar más hermoso que el que ella le estaba ofreciendo en ese momento, Max sonrió de la misma manera.— ¿Descansaste bien? —Preguntó él acercándose a ella.—Muy bien, mejor que en toda una vida. Mejor de lo que pensé se podía llegar a descansar en toda una vida. —Y yo todo lo que creo es que si hemos llegado hasta aquí es porque es tiempo de dejar el pasado atrás, busquemos pruebas en contra de ella y que la vida se encargue de lo que nosotros no queremos más.—Creo que has entendido que no iba a haber venganza sin
Tomándola por los hombros, Max siguió su camino con la señora de Vital. Ahora que la tenía tan cerca de él podía sentir su dolor de la misma manera que una parte de él, la más malvada, la que mejor sabía odiar sentía gusto porque ella estuviera sufriendo de tal manera. Y la realidad era que al final, no sabía quién él mismo era. Se estaba perdiendo en su propio dolor hasta el hecho de desear que Lucía se mantuviera así. —Empiezo a creer que todo lo que hace uno en el mundo, lo paga con creces —dijo ella captando la atención de Max.—Por favor, señora Lucía, este no es el momento para hablar de eso. Tiene que decirme que es lo que ha pasado, cómo pasó y si piensa que hay alguien detrás de todo esto.Lucía sonrió sin siquiera dudarlo. Ella sabía claramente quién le había hecho eso a su hijo.—Por supuesto que lo sé pero con esto, ella me ha demostrado que es más poderosa que nadie más. Con esto me ha dicho que es capaz de olvidarse de que fui la única que estuvo ahí cuando el señor Gar
Con una gran sonrisa en el rostro y la misma que solo puede ser como el aviso que está a punto de notificar que el mal viene, Humberto entró en el despacho de Gertrudis como la única persona que tenía el permiso de hacerlo. El tiempo no pasaba en vano y él estaba a punto de hacerle saber a Gertrudis que todo estaba listo, solo para recibir órdenes.— ¿Qué es lo que quieres ahora, Humberto?—Como se lo prometí, señora mía. Todo está hecho.— ¿Ya tienen en sus manos al abogado del hombre?—Sí, mi señora, no hay nada más que nos pueda detener ahora. De una vez por todas nos vamos a enterar qué relación tiene el apellido de la señorita Sorín con el del señor Ricardo Sorín. ¿Cómo quiere que comencemos, señora? —Muy fácil, quiero que primero sean gentiles con él, primero quiero que sean pacientes, que le hagan saber al mundo que no soy tan mala como ellos creen. Obviamente se va a resistir y es ahí cuando comienza su tortura. Quiero que sean pacientes con él un máximo
Lucía había llegado al límite con aquella pregunta. Nunca pensó que su hijo fuera a preguntarle algo como eso y al final, él lo había hecho, él le había pedido información de la persona que en verdad era su madre en el pasado y lo que quisa, la estaba llevando a no poder decir nada.— ¿Por qué no dices nada, madre? ¿Por qué nunca te has revelado a Gertrudis sabiendo tantas cosas? Recuerdo la infinidad de veces que me dijiste que hasta llegaste a pensar que fue ella quien manipuló a su hija para que yo me casara con ella, me quedara con ella cuando no lo quería. También recuerdo que muchas veces me dijiste el odio que ella parecía sentir por mí y por Paula cuando fue ella con la con la primera que me casé.—Son tantas cosas, hijo, no me hagas caso.—Por favor, madre, no me digas que son tantas cosas cuando tú claramente parecías de lo que estabas hablando.—A veces las personas cometemos muchos errores que no nos damos cuenta hasta que pegamos de frente con esa pared.— ¿Qué errores pu