Humberto sonrió, él mejor que nadie sabía que su patrona nuca se quedaba de brazos cruzados, ella mejor que nadie sabía cómo cobrar cada una de los deudas que la gente podría tener con ella.— ¿Qué quiere que haga, mi señora? Usted solo dígame y yo me encargo de lo demás.—Quiero que le den la golpiza de su vida, quiero que sepa quién lo hizo y sobre todo, quiera que esté tan cerca de la muerte que piense que será un milagro si es que él vuelve a vivir.— ¿Quiere que lo matemos, mi señora?— ¡No, no exactamente! Me va a gustar más saber que Lucía está sufriendo al pensar que su hijo no va a salir de esta.— ¿Y si a mis hombres se les va la mano?— ¡Bueno, pues será una pena que Lucía se quede sin hijo y sin nieto! Por favor, Humberto, no me estés molestando más con esa clase de preguntas, ¿no te das cuenta que me tiene sin cuidado lo que pase con él? Humberto no hizo otra cosa más que sonreír. Estaba hecho, en cualquier momento él le daría la noticia que Alejandro estaba
Habiendo llegado un nuevo día, Salomé, despertando donde siempre quiso estar incluso si nunca lo llegó a ver así hasta ese momento, no pudo hacer otra cosa más que sonreír en el momento en que vio, frente a ella, siendo envuelta por el torso desnudo de Max, Salomé no hizo otra cosa más que sonreír. Había pasado el momento más bonito de su vida después de haber sido presa de tanto dolor.Y despertando al mismo tiempo que ella, sabiendo que no iba a estar en un lugar más hermoso que el que ella le estaba ofreciendo en ese momento, Max sonrió de la misma manera.— ¿Descansaste bien? —Preguntó él acercándose a ella.—Muy bien, mejor que en toda una vida. Mejor de lo que pensé se podía llegar a descansar en toda una vida. —Y yo todo lo que creo es que si hemos llegado hasta aquí es porque es tiempo de dejar el pasado atrás, busquemos pruebas en contra de ella y que la vida se encargue de lo que nosotros no queremos más.—Creo que has entendido que no iba a haber venganza sin
Tomándola por los hombros, Max siguió su camino con la señora de Vital. Ahora que la tenía tan cerca de él podía sentir su dolor de la misma manera que una parte de él, la más malvada, la que mejor sabía odiar sentía gusto porque ella estuviera sufriendo de tal manera. Y la realidad era que al final, no sabía quién él mismo era. Se estaba perdiendo en su propio dolor hasta el hecho de desear que Lucía se mantuviera así. —Empiezo a creer que todo lo que hace uno en el mundo, lo paga con creces —dijo ella captando la atención de Max.—Por favor, señora Lucía, este no es el momento para hablar de eso. Tiene que decirme que es lo que ha pasado, cómo pasó y si piensa que hay alguien detrás de todo esto.Lucía sonrió sin siquiera dudarlo. Ella sabía claramente quién le había hecho eso a su hijo.—Por supuesto que lo sé pero con esto, ella me ha demostrado que es más poderosa que nadie más. Con esto me ha dicho que es capaz de olvidarse de que fui la única que estuvo ahí cuando el señor Gar
Con una gran sonrisa en el rostro y la misma que solo puede ser como el aviso que está a punto de notificar que el mal viene, Humberto entró en el despacho de Gertrudis como la única persona que tenía el permiso de hacerlo. El tiempo no pasaba en vano y él estaba a punto de hacerle saber a Gertrudis que todo estaba listo, solo para recibir órdenes.— ¿Qué es lo que quieres ahora, Humberto?—Como se lo prometí, señora mía. Todo está hecho.— ¿Ya tienen en sus manos al abogado del hombre?—Sí, mi señora, no hay nada más que nos pueda detener ahora. De una vez por todas nos vamos a enterar qué relación tiene el apellido de la señorita Sorín con el del señor Ricardo Sorín. ¿Cómo quiere que comencemos, señora? —Muy fácil, quiero que primero sean gentiles con él, primero quiero que sean pacientes, que le hagan saber al mundo que no soy tan mala como ellos creen. Obviamente se va a resistir y es ahí cuando comienza su tortura. Quiero que sean pacientes con él un máximo
Lucía había llegado al límite con aquella pregunta. Nunca pensó que su hijo fuera a preguntarle algo como eso y al final, él lo había hecho, él le había pedido información de la persona que en verdad era su madre en el pasado y lo que quisa, la estaba llevando a no poder decir nada.— ¿Por qué no dices nada, madre? ¿Por qué nunca te has revelado a Gertrudis sabiendo tantas cosas? Recuerdo la infinidad de veces que me dijiste que hasta llegaste a pensar que fue ella quien manipuló a su hija para que yo me casara con ella, me quedara con ella cuando no lo quería. También recuerdo que muchas veces me dijiste el odio que ella parecía sentir por mí y por Paula cuando fue ella con la con la primera que me casé.—Son tantas cosas, hijo, no me hagas caso.—Por favor, madre, no me digas que son tantas cosas cuando tú claramente parecías de lo que estabas hablando.—A veces las personas cometemos muchos errores que no nos damos cuenta hasta que pegamos de frente con esa pared.— ¿Qué errores pu
Sentados en el mismo parque en el que habían estado antes, ahora siendo Salomé la que escuchará la terrible tragedia por la que Manuel estaba pasando, supo quedarse ahí, no tenía mucho que decir, solo quería hacerle saber que él no era quien estaba mal por lo que hizo o no hizo, Manuel estaba actuando de la mejor manera. Si había algún corazón que era maldito y que era el que estaba actuando mal era el de Max y el de Salomé, por querer venganza, por querer ser ellos quienes saciaran su dulce venganza de una manera tan vil. Haciendo sufrir de la peor manera a Gertrudis y a Lucía.—Por favor, Manuel, no tienes que culparte de nada, todo, todo lo que has hecho es porque obedeces al amor más grande que ella te pudo dar —dijo Salomé viendo lo mucho que él sufría. —A veces quisiera que mi final llegara y estar tranquilo porque simplemente, puedo y tengo cómo ver a la cara a la persona que dejé que me arrebataran. —Para mí es lo mejor que has hecho, Manuel. Soy yo la que no tendría cómo ve
Unos, dos, tres, cuatro… incontables golpes que su cuerpo recibió, días llevaba viviendo solo dolor, pensamientos que rondaban en su cabeza y que en ninguno de ellos iba a encontrar la respuesta. Una respuesta que solo le podía dar el mismo apellido que habían mencionado una y otra vez. — ¡Golpéalo, golpéalo más, uno más! —Gritó el hombre que estaba viendo la manera en la que golpeaban al abogado Izquierdo y él, él solo podía sentir dolor por todo su cuerpo.Su estómago estaba completamente vacío desde hacía días que no comía, la boca la tenía completamente seca, no sentía más sus piernas ni sus manos que estaban amarradas entre sí y a la silla para que no fuera a ningún lugar. Incluso las necesidades que tenía como humano ya habían soportado suficiente en él. Días y nadie lo había buscado solo porque no tenía una familia, porque siempre había vivido solo para complacer los deseos de los Sorín y siempre rezando porque el seño icardo Sorín despertara de su sueño.— ¡Bas
Fue justamente en ese momento en que Manuel sintió querer correr lejos, querer olvidarse de lo que había pasado tantos años porque ahora que tenía al asesino de su Rosita frente a sus ojos se daba cuenta que seguía siendo débil, que todo lo que él tenía en la mente era solo ese momento y los gritos de su Rosita. Él nunca tuvo el valor para llegar hasta ella y defenderla como solo él tuvo que haberlo hecho. —No, no, esto no puede ser posible… ¡Esto no puede ser posible, malditas seas! —Gritó al momento que retrocedía con pasos llenos de miedo.Humberto pudo ver el miedo en Manuel seguía siendo el mismo perdedor que Rosita había escogido—Manuel… Manuel, no fue mi intención lo que pasó —dijo Humberto mientras intentaba acercarse a él de manera tonta.Ahora que ya conocía Manuel a la persona que había matado a su esposa, bien Humberto sabía que lo podía denunciar, que podía mover cielo, mar y tierra con tal de que él pagara por sus errores justo en el momento en que