¿Ya saben quién es el Beta despreciable?
¿UNA LUNA CELOSA? Irene descendió elegantemente las escaleras de la mansión, su vestido de seda ondeando con gracia. Al llegar al vestíbulo, se acercó a una de las sirvientas, una Omega de confianza. ―¿Dónde está Leandro? ― preguntó con una sonrisa. La sirvienta, nerviosa, respondió. ―El Alfa salió con su invitada, mi señora. Irene frunció el ceño. ―¿Invitada? ¿Qué invitada? La Omega titubeó antes de decir. ―La loba que llegó esta mañana, mi señora. La amiga de la infancia del Alfa. ―Loba ― Irene repitió, confundida. ―¿Amiga de la infancia? ―Sí, mi señora. El estómago de Irene se tensó. Con una sonrisa fingida, despidió a la sirvienta y salió al patio en busca de respuestas. Al doblar la esquina, se topó con Leandro y una mujer, ambos riendo a carcajadas. Se detuvo un segundo a detallarla, si algo había aprendido de su padre, era conocer a tu enemigo. Y eso es lo que ella estaba haciendo en ese momento. La mujer era hermosa, había que reconocerlo, su cabello era de un blan
PROMESAS BAJOS LAS ESTRELLAS. En el imponente salón de reuniones de la manada Alerón, la atmósfera estaba cargada de tensión mientras Leandro, Cassian y Lorcan se sumergían en la estrategia para emboscar a la manada Silver ya su líder, Elijah. Los mapas desplegados sobre la gran mesa de roble mostraban los territorios y puntos clave de la manada rival. ―Aquí, en el Bosque Oscuro ―dijo Leandro señalando el mapa ― Elijah tiende a concentrar a sus lobos más fuertes. Podríamos aprovechar eso. ― Sí ―asintió Cassian ― Pero necesitamos asegurarnos de que no tengan refuerzos cercanos. ¿Qué sabemos de sus patrullas? ― Mayormente, centran sus patrullas hacia el sur. ―explico Lorcan señalando unos puntos clave ― Si dirigimos nuestro ataque hacia el norte, podríamos tomarlos por sorpresa. Leandro cruzó los brazos, pensativo. ―Necesitamos diversificar nuestro enfoque. Elijah es astuto, no subestimemos su capacidad para contraatacar. ―¿Qué tal si utilizamos la distracción? ―Cassian frunció el
ACEPTANDO UN DESTINO. Arthur avanzó con determinación por los corredores del castillo de la manada Silver, guiado por la expectativa de un encuentro con Elijah, el Alfa de la poderosa manada. El eco de sus pasos resonaba en el silencioso pasillo hasta que llegó a las majestuosas puertas del salón principal. Al empujar las puertas abiertas, se encontró con una escena imponente. Elijah, el lobo híbrido que lideraba los Silver, estaba de pie al frente del salón, flanqueado por un hombre de mirada afilada. El aura de poder que emanaba de ellos llenaba la estancia. ―Arthur, el Beta de la manada Alerón. ―lo miró con curiosidad ― ¿Qué te trae a nuestro territorio? ―Alfa Elijah ―el lobo traidor se inclinó haciendo una reverencia ―Vine con información valiosa que puede beneficiar a tu manada. Los ojos de Elijah entrecerraron ligeramente, evaluando al Beta frente a él. ―¿Y por qué debería confiar en ti? ¿No temes por tu vida al entrar en el territorio de los Silver? ―Prefiero tomar el rie
EMBOSCADA AL AMANECER. El cielo aún dormitaba en un azul crepuscular cuando Leandro, acompañado por Cassian y Lorcan, atravesó el umbral de la fortaleza. El aire fresco de la mañana rozaba sus rostros, portador de los últimos suspiros de la noche que se desvanecía. La naturaleza a su alrededor despertaba; las aves entonaban sus primeras melodías y el rocío adornaba la tierra como diminutas joyas a la espera del sol. Habían planeado meticulosamente cada movimiento. Leandro, con la mente tan aguda como el acero de su espada, había dispuesto una emboscada que decidiría el curso de la guerra que venía gestándose en las sombras. La distracción era simple, pero eficaz: enviaría a varios de sus hombres al sur, hacia Elijah, mientras que el verdadero ataque se llevaría a cabo desde el norte. Era un juego de engaños y sombras, y Leandro era un maestro en ambos. Cassian marchaba con la mirada fija en el horizonte, su silencio era el de un guerrero que repasaba los planes de batalla en su cabe
EMBOSCADA AL AMANECER (II) La bruma matutina se cernía sobre el bosque como un manto, ocultando el paso de los guerreros que avanzaban con sigilo entre los árboles. Leandro lideraba la formación, su semblante era una máscara de determinación y sus ojos escudriñaban las sombras que los rodeaban. Lorcan y Cassian flanqueaban al grupo, sus sentidos agudizados por la tensión del aire. Leandro no confiaba en el silencio; la experiencia le había enseñado que la paz era a menudo el preludio de la calamidad. A medida que el sol comenzaba a elevarse, dispersando gradualmente la niebla, una sensación inquietante se apoderó de ellos. Los pájaros habían dejado de cantar, y el crujido de una rama rota sonó como un disparo en la calma. Fue entonces cuando la tranquilidad del bosque se rompió por completo. De repente, flechas silbantes se materializaron desde la niebla, cortando el aire con precisión mortal. Los guerreros se dispersaron, buscando refugio detrás de los árboles robustos y las forma
ENCUENTRO CON SU PASADO. El corazón de Irene latía con una mezcla abrumadora de emociones. La noticia de su embarazo la llenó de una alegría intensa, pero también la confrontó con la responsabilidad de proteger a su hijo, al futuro líder de la manada Alerón. Mientras procesaba la revelación, Luna continuó. ―Leandro está liderando la batalla contra Elijah. Es peligroso, sí. Pero tu prioridad ahora es cuidar de ese pequeño ser que llevas dentro. Eres el ancla de la próxima generación de esta manada. Aunque su instinto le gritaba que debía unirse a la lucha y proteger a su compañero, Irene comprendió la importancia de su papel como futura madre. Aunque su corazón estaba con Leandro y los guerreros, sabía que debía preservar la vida que crecía dentro de ella. ―Te necesitamos fuerte y sana, Irene ―insistió Luna, apretando suavemente la mano de la joven. ―No puedes arriesgarte a enfrentar los peligros de la batalla en tu estado. Entre lágrimas de preocupación y determinación, Irene asin
LA BATALLA DE LAS BESTIAS. Los guerreros avanzaron con renovada determinación, aprovechando la embestida de los lobos de Lorenzo para abrir un camino hacia el castillo enemigo. La niebla se desvanecía ante ellos, revelando la imponente fortaleza que se alzaba ante su vista. Las murallas del castillo parecían impenetrables, pero la esperanza renacía con la presencia de las bombas neutralizadoras. Leandro, Lorcan y Cassian lideraban la carga, sus espadas resplandeciendo con la luz del sol que comenzaba a filtrarse entre las copas de los árboles. Los guerreros enemigos retrocedían ante la furia desatada de los lobos de Lorenzo, creando un respiro temporal que les permitió acercarse al castillo. La entrada principal del castillo estaba fuertemente custodiada, pero con un gesto de Lorenzo, varios lobos se separaron del grupo principal, llevando consigo las bombas neutralizadoras. La estrategia era clara: abrir un agujero en las defensas enemigas para permitir que el grupo principal se in
LA CAÍDA DEL ALFA. El caos reinaba en los confines del castillo de la manada Silver, un escenario de guerra y liberación. Cassian y Lorcan se habían convertido en ángeles de la libertad, desatando las cadenas de los lobos cautivos que habían sido prisioneros del tirano. Cada liberación era un suspiro de esperanza, un grito de victoria contra la opresión que habían sufrido. Sus emociones eran un torbellino; la alegría de cada lobo liberado se mezclaba con la urgencia y el temor por lo que aún estaba por venir. Mientras tanto, en las afueras del castillo, Lorenzo lideraba una batalla frenética. El filo de su espada era un rayo de justicia, cortando a través de los guerreros de Elijah que caían como trigo ante la hoz. El sudor y la sangre se mezclaban en su piel, cada respiración era una mezcla de fatiga y determinación. Con cada enemigo que caía, sentía cómo el peso de la batalla se inclinaba a su favor. Los hombres de Lorenzo, con movimientos precisos y silenciosos, colocaban las bom