Asi terminamos este maratón, un besito.
EMBOSCADA AL AMANECER. El cielo aún dormitaba en un azul crepuscular cuando Leandro, acompañado por Cassian y Lorcan, atravesó el umbral de la fortaleza. El aire fresco de la mañana rozaba sus rostros, portador de los últimos suspiros de la noche que se desvanecía. La naturaleza a su alrededor despertaba; las aves entonaban sus primeras melodías y el rocío adornaba la tierra como diminutas joyas a la espera del sol. Habían planeado meticulosamente cada movimiento. Leandro, con la mente tan aguda como el acero de su espada, había dispuesto una emboscada que decidiría el curso de la guerra que venía gestándose en las sombras. La distracción era simple, pero eficaz: enviaría a varios de sus hombres al sur, hacia Elijah, mientras que el verdadero ataque se llevaría a cabo desde el norte. Era un juego de engaños y sombras, y Leandro era un maestro en ambos. Cassian marchaba con la mirada fija en el horizonte, su silencio era el de un guerrero que repasaba los planes de batalla en su cabe
EMBOSCADA AL AMANECER (II) La bruma matutina se cernía sobre el bosque como un manto, ocultando el paso de los guerreros que avanzaban con sigilo entre los árboles. Leandro lideraba la formación, su semblante era una máscara de determinación y sus ojos escudriñaban las sombras que los rodeaban. Lorcan y Cassian flanqueaban al grupo, sus sentidos agudizados por la tensión del aire. Leandro no confiaba en el silencio; la experiencia le había enseñado que la paz era a menudo el preludio de la calamidad. A medida que el sol comenzaba a elevarse, dispersando gradualmente la niebla, una sensación inquietante se apoderó de ellos. Los pájaros habían dejado de cantar, y el crujido de una rama rota sonó como un disparo en la calma. Fue entonces cuando la tranquilidad del bosque se rompió por completo. De repente, flechas silbantes se materializaron desde la niebla, cortando el aire con precisión mortal. Los guerreros se dispersaron, buscando refugio detrás de los árboles robustos y las forma
ENCUENTRO CON SU PASADO. El corazón de Irene latía con una mezcla abrumadora de emociones. La noticia de su embarazo la llenó de una alegría intensa, pero también la confrontó con la responsabilidad de proteger a su hijo, al futuro líder de la manada Alerón. Mientras procesaba la revelación, Luna continuó. ―Leandro está liderando la batalla contra Elijah. Es peligroso, sí. Pero tu prioridad ahora es cuidar de ese pequeño ser que llevas dentro. Eres el ancla de la próxima generación de esta manada. Aunque su instinto le gritaba que debía unirse a la lucha y proteger a su compañero, Irene comprendió la importancia de su papel como futura madre. Aunque su corazón estaba con Leandro y los guerreros, sabía que debía preservar la vida que crecía dentro de ella. ―Te necesitamos fuerte y sana, Irene ―insistió Luna, apretando suavemente la mano de la joven. ―No puedes arriesgarte a enfrentar los peligros de la batalla en tu estado. Entre lágrimas de preocupación y determinación, Irene asin
LA BATALLA DE LAS BESTIAS. Los guerreros avanzaron con renovada determinación, aprovechando la embestida de los lobos de Lorenzo para abrir un camino hacia el castillo enemigo. La niebla se desvanecía ante ellos, revelando la imponente fortaleza que se alzaba ante su vista. Las murallas del castillo parecían impenetrables, pero la esperanza renacía con la presencia de las bombas neutralizadoras. Leandro, Lorcan y Cassian lideraban la carga, sus espadas resplandeciendo con la luz del sol que comenzaba a filtrarse entre las copas de los árboles. Los guerreros enemigos retrocedían ante la furia desatada de los lobos de Lorenzo, creando un respiro temporal que les permitió acercarse al castillo. La entrada principal del castillo estaba fuertemente custodiada, pero con un gesto de Lorenzo, varios lobos se separaron del grupo principal, llevando consigo las bombas neutralizadoras. La estrategia era clara: abrir un agujero en las defensas enemigas para permitir que el grupo principal se in
LA CAÍDA DEL ALFA. El caos reinaba en los confines del castillo de la manada Silver, un escenario de guerra y liberación. Cassian y Lorcan se habían convertido en ángeles de la libertad, desatando las cadenas de los lobos cautivos que habían sido prisioneros del tirano. Cada liberación era un suspiro de esperanza, un grito de victoria contra la opresión que habían sufrido. Sus emociones eran un torbellino; la alegría de cada lobo liberado se mezclaba con la urgencia y el temor por lo que aún estaba por venir. Mientras tanto, en las afueras del castillo, Lorenzo lideraba una batalla frenética. El filo de su espada era un rayo de justicia, cortando a través de los guerreros de Elijah que caían como trigo ante la hoz. El sudor y la sangre se mezclaban en su piel, cada respiración era una mezcla de fatiga y determinación. Con cada enemigo que caía, sentía cómo el peso de la batalla se inclinaba a su favor. Los hombres de Lorenzo, con movimientos precisos y silenciosos, colocaban las bom
LA MUERTE DEL REY. El aire estaba cargado de electricidad, una tormenta de furia y poder desatada en el corazón del castillo. Lorcan y Cassian, transformados en majestuosas bestias de guerra, sus pelajes oscuros como la noche sin luna, se enfrentaban a Lestat, el rey vampiro, cuya forma infernal se erguía ante ellos como un presagio de muerte. Los colmillos de Lorcan brillaban bajo la luz mortecina, reflejando un deseo primitivo de venganza. Cassian, con sus ojos ardientes y garras preparadas, personificaba la fuerza indómita de la naturaleza. Frente a ellos, Lestat, con su piel pálida y ojos que ardían con el fuego del inframundo, se burlaba de su bravura. La batalla comenzó con un rugido que sacudió los cimientos del castillo. Lorcan se abalanzó primero, usando su agilidad para esquivar los golpes sobrenaturales de Lestat. Cassian se unió al asalto, sus ataques coordinados eran como una danza mortal, una sinfonía de colmillos y garras. Lestat contraatacaba con una velocidad sobre
UN GIRO DEL DESTINO. El Alfa Leandro, cuya vida había sido una marea de batallas y estrategias, se encontraba ahora en un lugar que desafiaba toda lógica y entendimiento. La luz era suave, casi etérea, y el aire vibraba con una energía que nunca antes había sentido. Miró a su alrededor, la confusión pintada en cada rasgo de su rostro curtido por la guerra. De repente, su lobo interior, ese compañero constante y fuente de su poder, se deslizó fuera de su ser como una sombra que cobra vida propia. Leandro observó, atónito, cómo su forma animal se separaba de él, dejándolo completamente humano. Una vulnerabilidad que no había sentido entonces lo invadió. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba desnudo. Su instinto lo llevó a cubrirse, pero antes de que pudiera encontrar algo con qué hacerlo, una voz hermosa y etérea llenó el espacio sagrado. Se detuvo, cautivado por el sonido que parecía cantar con el universo mismo. Giró su cabeza buscando el origen de la melodía hablada y fue
EL LAMENTO Y EL MILAGRO. El cielo sobre la manada Alerón estaba gris, como si la propia naturaleza compartiera el luto que estaba a punto de descender sobre ellos. Lorcan y los demás llegaron, sus pasos resonaban con un eco de pesar en el silencio del atardecer,con el cuerpo de su hermano en brazos, se negaba a dejar que alguien más tocara al Alfa caído. El peso del cuerpo inerte era nada comparado con el peso de su corazón quebrado. Dentro de la gran casa Alerón, Irene caminaba de un lado a otro, incapaz de encontrar reposo. La opresión en su pecho era un presagio oscuro que no podía ignorar. Los murmullos del patio llegaron a sus oídos como el preludio de una tragedia anunciada. Con el corazón latiendo desbocado, abrió la puerta de golpe, y lo que vio le robó el aliento. Lorcan avanzaba hacia ella, llevando consigo el cuerpo inerte de su amor, su compañero, el padre del hijo que crecía en su vientre. Las lágrimas inundaron los ojos de Irene antes de que pudiera formar palabras. ―