XOXO.
UN ALFA HUMILLADO. ―¡Cómo se atreve a hacerme esto! ¡Me ha humillado frente a toda la manada! ―exclamó Sebastián, golpeando la pared con furia. Sebastián estaba dispuesto a casarse con Braelyn para cumplir con el acuerdo familiar y asegurar su posición en la manada. Pero cuando ella huyó con Vincent, se sintió traicionado y furioso. Su mejor amigo, Callum, intentó calmarlo. ―Tranquilo, Sebastián. Aún podemos encontrarla y traerla de vuelta. No permitiremos que esta afrenta quede impune. Sebastián respiró profundamente y trató de controlar su ira. ―Tienes razón. No voy a permitir que me humille de esta manera ― dijo con determinación. ―¿Qué piensas hacer? ¿Cuál es el plan? Sebastián sonrió con ironía. ―Primero haremos un viaje a la manda de Vincent, el maldito tiene algo que me pertenece. ―¿Vas a tomarla como tu luna? ―No tengo otra opción. ―dijo insatisfecho ―La necesito para cumplir el acuerdo. Tengo que convertirla en mi compañera y madre de mis cachorros. Es la única mane
CRUEL DECEPCIÓN. Braelyn una vez que llegó a la manada de Vincent, descubrió una cruel verdad. El alfa no tenía la intención de hacerla su compañera real, sino solo su compañera de nombre. La tensión en el aire era palpable mientras Braelyn se enfrentaba a Vincent, esperando una explicación. ― Vincent, necesito saber la verdad. ―pregunto con voz temblorosa ―¿Por qué me trajiste aquí? ¿Por qué me engañaste? El alfa la miró con frialdad, sin mostrar ningún rastro de arrepentimiento en sus ojos. ―Eres demasiado estúpida e ingenua, Braelyn ―dijo con voz despiadada ― Nunca pretendí convertirte en mi compañera. No eres mi alma gemela. Solo te traje aquí para obtener el apoyo y la influencia de tu padre. Las palabras de Vincent resonaron en los oídos de Braelyn como una cruel bofetada. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras luchaba por mantener la compostura. ―Tú… ―su voz sonaba ahogada ― ¿Me estás diciendo que todo esto fue una mentira? ¿Qué solo me utilizaste para tus propios fines
A MI SOMBRA.Braelyn caminaba por los pasillos del castillo, el amanecer apenas se filtraba por las altas ventanas, tiñendo de oro y carmesí el frío mármol. Su paso era firme, decidido, marcado por el eco de su propia convicción. Pero nada la podría haber preparado para la escena que encontraría en el comedor.Al entrar, sus ojos se encontraron con la imagen que desgarraría cualquier fachada de calma que le quedase. Ahí estaba Sienna, la amante de Vincent, sentada a su lado en la mesa, hablando con una dulzura empalagosa.―Espero que sea un niño, ―susurraba ella, con una mano posada sobre su vientre, todavía plano.Vincent, el Alfa, la besaba en los labios y le respondía con una voz que era un susurro cargado de promesas.―Aceptaré lo que el Dios Fenrir decida concedernos, mientras sea de ti, estaré feliz.El corazón de Braelyn se hundió en un abismo de dolor y humillación. No más. Ya no soportaría más este abuso descarado. Con la dignidad de su posición como Luna y la furia de una to
DEJAR EL PASADO ATRÁS. A medida que la figura de Vincent se perdía llevando a Sienna en brazos, Braelyn se permitió un momento de reflexión. Su nombre había sido mancillado, su posición como Luna cuestionada, pero no se dejaría vencer por las sombras de la duda y la traición. Con una sonrisa burlona que apenas disimulaba la firme resolución que la embargaba, salió a tomar cartas en el asunto. Ella había llegado a su límite y pondría punto final a todo, pero primero habría que revelar algunas verdades. En el segundo piso, Vincent depositó a Sienna en la cama con cuidado, su frente estaba fruncida por la preocupación. La Sanadora que había mandado a llamar comenzó su trabajo, sus manos moviéndose con una eficiencia que solo años de práctica podían otorgar. El silencio reinante fue interrumpido abruptamente por el estruendo de la puerta al abrirse de golpe. Braelyn entró con paso firme, arrastrando tras de sí a una Omega de la cocina que parecía a punto de desmayarse. ―Es hora de dar
CONSPIRACION. Después de salir de la habitación, Braelyn se disponía a irse a su casa de campo, el lugar donde Vincent la había relegado desde que decidiera llevar a Sienna al castillo. Cuando pasó por la sala principal, un extraño sobre dejado encima de una de las mesas, llamó su atención. Braelyn, movida por una inquietud que no lograba apaciguar, tomó el sobre y lo abrió. Sus dedos tocaron un sobre gastado. Lo que encontró dentro eran trozos de conversaciones, fragmentos de planes, todos en un código que solo los más altos rangos de la manada podían entender. La revelación la golpeó como una tormenta: mensajes que hablaban de alianzas rotas y traiciones, de ataques planeados contra manadas vecinas y lo peor, hablaban de actividades oscuras. Era de conocimiento de todos que estaba prohibido en los siete reinos el uso de seres oscuros, algunos lobos buscaban adquirir el poder de criaturas oscuras o seres mágicos prohibidos para fortalecer y ganar ventaja sobre sus rivales. Braelyn
HUIDA. La noche cayó sobre la manada como un manto de desesperación para Braelyn. Aprovechando un momento de distracción entre los guardias asignados para capturarla, se deslizó como una sombra entre las casas y corrió hacia el bosque. El sonido de los guardias persiguiéndola resonaba detrás mientras se adentraba en el bosque oscuro. Sus pies golpeaban el suelo con fuerza, impulsados por la adrenalina y la determinación de escapar de su inminente destino. Ramas rasgaban su ropa y arañaban su piel, pero no se detenía. Vincent lideraba la persecución, su voz era un rugido que partía el silencio nocturno. ―¡No la dejen escapar! ¡Traicionó a la manada! Braelyn corría con la agilidad y el pánico de un animal acorralado. Sabía que si la atrapaban ahora, no habría juicio; sería ejecutada sin más ceremonias. La persecución era implacable. A cada paso que Braelyn daba, podía escuchar los pasos y los gruñidos de sus antiguos hermanos y hermanas cada vez más cerca. Su corazón latía al ritmo
UNA OFENSA NO OLVIDADA. La mansión de Sebastián Storm, un santuario en el mundo humano, estaba sumida en la quietud de la noche. Solo el suave respiro de Erika rompía el silencio de la habitación, donde las sombras danzaban al ritmo de la tenue luz de la luna. Sebastián, incluso en sueños, mantenía un semblante de alerta, como si una parte de él nunca descansara del todo. Un golpeteo insistente en la puerta destrozó la calma. El Alfa abrió los ojos, su instinto lo sacó de la cama sin hacer ruido para no despertar a Erika. Con movimientos ágiles y silenciosos, se dirigió hacia la puerta envuelto en su bata. Al abrir, encontró a uno de sus sirvientes, pálido y con ojos desorbitados. ―Señor, tiene una visita ―dijo el sirviente, su voz apenas un susurro tembloroso. Sebastián frunció el ceño ante la irregularidad de la situación. ―¿A esta hora? ―murmuró para sí mismo. Erika se despertó, su voz teñida de sueño y una coquetería que parecía natural en ella, murmuró. ―¿Qué pasa, amor?
ESCAPE.―¿Cómo hiciste para llegar hasta aquí? ―pregunto Braelyn mientras acariciaba el suave cabello de Xavier.—Me perdí. Mi papá me dijo que nunca me alejara del territorio, pero yo estaba cansado de ser tratado como un bebe. Yo no soy un cachorro.Ella sonrió.—Sí, lo sé. ¿Así que dejaste los límites?El chico asintió con la cabeza.—Tomé un caballo. Yo solo quería ir al lago cerca de los límites.—¿Y quién es tu papá, pequeño?—Mi papá es el Beta Callum Shipper.Braelyn lidió por reconocer el nombre, pero había muchas manadas que no conocía. Su castillo en el reino del sur, pero no había visto esa tierra cuatro largos años.—Así que fuiste a los límites. Entonces ¿qué pasó?—Me perdí, —dijo tristemente el pequeño—. Entonces un soldado de los lobos rebeldes me encontró y quiso llevarme ante su Alfa para pedir un rescate, pero yo no podía dejar que eso sucediera. Sería deshonrar a mi papá, y él no puede permitirse el lujo de pagar un rescate por mí. Eso arruinaría a nuestra manada.