UNA OFENSA NO OLVIDADA. La mansión de Sebastián Storm, un santuario en el mundo humano, estaba sumida en la quietud de la noche. Solo el suave respiro de Erika rompía el silencio de la habitación, donde las sombras danzaban al ritmo de la tenue luz de la luna. Sebastián, incluso en sueños, mantenía un semblante de alerta, como si una parte de él nunca descansara del todo. Un golpeteo insistente en la puerta destrozó la calma. El Alfa abrió los ojos, su instinto lo sacó de la cama sin hacer ruido para no despertar a Erika. Con movimientos ágiles y silenciosos, se dirigió hacia la puerta envuelto en su bata. Al abrir, encontró a uno de sus sirvientes, pálido y con ojos desorbitados. ―Señor, tiene una visita ―dijo el sirviente, su voz apenas un susurro tembloroso. Sebastián frunció el ceño ante la irregularidad de la situación. ―¿A esta hora? ―murmuró para sí mismo. Erika se despertó, su voz teñida de sueño y una coquetería que parecía natural en ella, murmuró. ―¿Qué pasa, amor?
ESCAPE.―¿Cómo hiciste para llegar hasta aquí? ―pregunto Braelyn mientras acariciaba el suave cabello de Xavier.—Me perdí. Mi papá me dijo que nunca me alejara del territorio, pero yo estaba cansado de ser tratado como un bebe. Yo no soy un cachorro.Ella sonrió.—Sí, lo sé. ¿Así que dejaste los límites?El chico asintió con la cabeza.—Tomé un caballo. Yo solo quería ir al lago cerca de los límites.—¿Y quién es tu papá, pequeño?—Mi papá es el Beta Callum Shipper.Braelyn lidió por reconocer el nombre, pero había muchas manadas que no conocía. Su castillo en el reino del sur, pero no había visto esa tierra cuatro largos años.—Así que fuiste a los límites. Entonces ¿qué pasó?—Me perdí, —dijo tristemente el pequeño—. Entonces un soldado de los lobos rebeldes me encontró y quiso llevarme ante su Alfa para pedir un rescate, pero yo no podía dejar que eso sucediera. Sería deshonrar a mi papá, y él no puede permitirse el lujo de pagar un rescate por mí. Eso arruinaría a nuestra manada.
UN ENCUENTRO DESTINADO. Callum había dejado de correr, exhausto y desesperado por encontrar a su pequeño hijo. El pensamiento de que pudiera estar en manos enemigas lo torturaba, llenando su mente con imágenes horribles y temores incontrolables. Había considerado pedir ayuda a Morana, la madre de Xavier. Aunque se habían separado y ella había rechazado ser parte de la vida de su hijo, Callum sabía que Morana era una reina vampira con los medios necesarios para buscarlo. Después de todo, Xavier era su pequeño, y aunque lo había entregado como si fuera un objeto, debería haber quedado algún rastro de amor maternal en su corazón. Había llevado a Xavier en su vientre y se decía que una madre siempre desarrollaba una conexión especial con su hijo. Agotado y con el corazón destrozado, Callum se detuvo en medio del bosque. Los árboles parecían envolverlo en una siniestra calma, pero su mente estaba llena de turbulencia y ansiedad. De repente, escuchó un ligero movimiento entre los árboles c
UN CACHORRO DETERMINADO. Cuando Braelyn abrió los ojos, se encontró con el dulce rostro de Xavier, quien le ofreció una sonrisa reconfortante. Correspondió al gesto y, notando la lujosa habitación, preguntó. ―¿Dónde estamos? Xavier respondió con calma. ―Estamos en la manada de mi tío. Los recuerdos se agolparon en la mente de Braelyn, y una sensación de alivio la envolvió al recordar el enfrentamiento con los lobos rebeldes y que ahora estaban a salvo. ―Has dormido tres días ― informó el cachorro mientras le ofrecía agua ―Te desmayaste, y mi tío te trajo aquí. El recuerdo del hombre de ojos azules y cabello sedoso cruzó la mente de Braelyn, pero se obligó a alejarlos y, en cambio, le preguntó por su padre. Su voz salía con esfuerzo y Xavier la ayudó a beber agua y explicó. ―Papá está entrenando a los hombres. Mi tío dice que atraparán a quienes nos llevaron. La tensión se apoderó de Braelyn al escuchar esto. La idea de que Vincent, su ex compañero, pudiera descubrir su ubicac
¿QUIERES OCASIONAR UNA MATANZA? En la penumbra de la sala del trono, Sebastián miraba fijamente a Callum, su leal Beta, mientras le encomienda una crucial tarea. ―Necesito que te ocupes de la investigación sobre el secuestro de Xavier. Rastrea hasta el último rincón, identifica a los responsables. Callum asintió con solemnidad, listo para cumplir con la orden de su Alfa. ―Entendido, Sebastián. Haré que mis mejores lobos se ocupen de ello, yo más que nadie quiero tener en mis manos a esos malditos que osaron lastimar a mi hijo. La gravedad de la situación pesaba en el ambiente, pero Callum no pudo evitar preguntar por otro asunto que le inquietaba. ―¿Y qué hacemos con la chica? ¿La dejamos aquí? Sebastián se apoyó en el trono, pensativo, antes de responder. ―Por ahora, que se quede en el castillo. También quiero que la investigues. Necesito saber si es de fiar. La curiosidad se reflejó en los ojos del Beta, y una sonrisa traviesa se formó en su rostro. ―Veo que tienes un inter
YO LA VI PRIMERO. La sala del castillo estaba impregnada de un silencio tenso mientras Sebastián sostenía a Braelyn con firmeza, su mirada llena de deseo se encontró con la nerviosa expresión en el rostro de la loba. ―Alfa, por favor, esto no está bien... Inicialmente, Braelyn resistió el beso, sus manos intentaban apartarse de Sebastián, pero el calor y el deseo crecían con cada segundo. El lobo de Sebastián aullaba en éxtasis, mientras que la loba de Braelyn se debatía entre la resistencia y la rendición. ―No puedo... resistirme a ti. ―susurro aspirando su aroma, con cada minuto que pasaba el deseo dentro de él se hacía más incontrolable. ―Por favor… Fue lo último que dijo Braelyn antes de que Sebastián se apoderara de sus labios en un beso posesivo, consumidor e incendiario. Braelyn gimió cuando la lengua de Sebastián se adentró en sus labios para bailar con la de ella. Se estremeció cuando su cuerpo instintivamente se pegó aún más, sintiendo la dureza de su cuerpo, su calor y
MI LINAJE MORIRA CONMIGO. Braelyn se apartó de Sebastián, la expresión de desafío en sus ojos grises. ―No tienes derecho a mantenerme aquí en contra de mi voluntad. Sebastián soltó una risa arrogante, su aura de autoridad envolviéndolo. ―Soy el Alfa, mi palabra es ley en este castillo y en estas tierras. Braelyn le lanzó una mirada enojada. ―Tirano. ―murmuro. Sebastián, lejos de enfadarse, respondió con calma. ―No tienes salida, serás mi invitada hasta que yo lo decida. Braelyn frunció los labios y le espetó. ―A los invitados no se les besa. Él avanzó hacia ella, susurrándole con seducción. ―No cuenta cuando el invitado coopera. Ella se sonrojó y le reprochó. ―Si voy a quedarme, al menos dame una habitación. Esta es tuya, y tendrás que usarla en algún momento. Sebastián se encogió de hombros con indiferencia. ―No te preocupes, podemos dormir los dos en ella. No muerdo y no haré nada que no quieras. Braelyn lo miró escandalizada. ―¡Estás completamente demente! No compa
¿UNA CITA? La luz del atardecer bañaba el consejo con sus últimos rayos, pintando de oro y sombra los rostros de los presentes. Sebastián salió, la pesadez de las decisiones y debates aún resonando en su mente. Tenía la intención de refugiarse en la soledad de su estudio, perderse en la amargura, pero sus pasos se detuvieron, sus ojos capturados por una visión que disipó momentáneamente su miseria. Allí estaba Braelyn, su risa flotando en el aire como una melodía, jugando con Xavier en la distancia. Sebastián observó, casi sin respirar, cómo su cabello negro danzaba con el viento, cómo su cuerpo se movía con una gracia que lo hechizaba. Estaba perdido en esa visión cuando sintió la mano de Callum sobre su hombro. ―La miras demasiado como para ser una más de la manada ―bromeó Callum, pero Sebastián rápidamente ajustó su expresión y fingió indiferencia. ―Te equivocas, solo estaba viendo a Xavier ―replicó Sebastián, aunque su voz carecía de convicción. ―Ajá, y yo soy un tonto ―dijo C