DEJAR EL PASADO ATRÁS. A medida que la figura de Vincent se perdía llevando a Sienna en brazos, Braelyn se permitió un momento de reflexión. Su nombre había sido mancillado, su posición como Luna cuestionada, pero no se dejaría vencer por las sombras de la duda y la traición. Con una sonrisa burlona que apenas disimulaba la firme resolución que la embargaba, salió a tomar cartas en el asunto. Ella había llegado a su límite y pondría punto final a todo, pero primero habría que revelar algunas verdades. En el segundo piso, Vincent depositó a Sienna en la cama con cuidado, su frente estaba fruncida por la preocupación. La Sanadora que había mandado a llamar comenzó su trabajo, sus manos moviéndose con una eficiencia que solo años de práctica podían otorgar. El silencio reinante fue interrumpido abruptamente por el estruendo de la puerta al abrirse de golpe. Braelyn entró con paso firme, arrastrando tras de sí a una Omega de la cocina que parecía a punto de desmayarse. ―Es hora de dar
CONSPIRACION. Después de salir de la habitación, Braelyn se disponía a irse a su casa de campo, el lugar donde Vincent la había relegado desde que decidiera llevar a Sienna al castillo. Cuando pasó por la sala principal, un extraño sobre dejado encima de una de las mesas, llamó su atención. Braelyn, movida por una inquietud que no lograba apaciguar, tomó el sobre y lo abrió. Sus dedos tocaron un sobre gastado. Lo que encontró dentro eran trozos de conversaciones, fragmentos de planes, todos en un código que solo los más altos rangos de la manada podían entender. La revelación la golpeó como una tormenta: mensajes que hablaban de alianzas rotas y traiciones, de ataques planeados contra manadas vecinas y lo peor, hablaban de actividades oscuras. Era de conocimiento de todos que estaba prohibido en los siete reinos el uso de seres oscuros, algunos lobos buscaban adquirir el poder de criaturas oscuras o seres mágicos prohibidos para fortalecer y ganar ventaja sobre sus rivales. Braelyn
HUIDA. La noche cayó sobre la manada como un manto de desesperación para Braelyn. Aprovechando un momento de distracción entre los guardias asignados para capturarla, se deslizó como una sombra entre las casas y corrió hacia el bosque. El sonido de los guardias persiguiéndola resonaba detrás mientras se adentraba en el bosque oscuro. Sus pies golpeaban el suelo con fuerza, impulsados por la adrenalina y la determinación de escapar de su inminente destino. Ramas rasgaban su ropa y arañaban su piel, pero no se detenía. Vincent lideraba la persecución, su voz era un rugido que partía el silencio nocturno. ―¡No la dejen escapar! ¡Traicionó a la manada! Braelyn corría con la agilidad y el pánico de un animal acorralado. Sabía que si la atrapaban ahora, no habría juicio; sería ejecutada sin más ceremonias. La persecución era implacable. A cada paso que Braelyn daba, podía escuchar los pasos y los gruñidos de sus antiguos hermanos y hermanas cada vez más cerca. Su corazón latía al ritmo
UNA OFENSA NO OLVIDADA. La mansión de Sebastián Storm, un santuario en el mundo humano, estaba sumida en la quietud de la noche. Solo el suave respiro de Erika rompía el silencio de la habitación, donde las sombras danzaban al ritmo de la tenue luz de la luna. Sebastián, incluso en sueños, mantenía un semblante de alerta, como si una parte de él nunca descansara del todo. Un golpeteo insistente en la puerta destrozó la calma. El Alfa abrió los ojos, su instinto lo sacó de la cama sin hacer ruido para no despertar a Erika. Con movimientos ágiles y silenciosos, se dirigió hacia la puerta envuelto en su bata. Al abrir, encontró a uno de sus sirvientes, pálido y con ojos desorbitados. ―Señor, tiene una visita ―dijo el sirviente, su voz apenas un susurro tembloroso. Sebastián frunció el ceño ante la irregularidad de la situación. ―¿A esta hora? ―murmuró para sí mismo. Erika se despertó, su voz teñida de sueño y una coquetería que parecía natural en ella, murmuró. ―¿Qué pasa, amor?
ESCAPE.―¿Cómo hiciste para llegar hasta aquí? ―pregunto Braelyn mientras acariciaba el suave cabello de Xavier.—Me perdí. Mi papá me dijo que nunca me alejara del territorio, pero yo estaba cansado de ser tratado como un bebe. Yo no soy un cachorro.Ella sonrió.—Sí, lo sé. ¿Así que dejaste los límites?El chico asintió con la cabeza.—Tomé un caballo. Yo solo quería ir al lago cerca de los límites.—¿Y quién es tu papá, pequeño?—Mi papá es el Beta Callum Shipper.Braelyn lidió por reconocer el nombre, pero había muchas manadas que no conocía. Su castillo en el reino del sur, pero no había visto esa tierra cuatro largos años.—Así que fuiste a los límites. Entonces ¿qué pasó?—Me perdí, —dijo tristemente el pequeño—. Entonces un soldado de los lobos rebeldes me encontró y quiso llevarme ante su Alfa para pedir un rescate, pero yo no podía dejar que eso sucediera. Sería deshonrar a mi papá, y él no puede permitirse el lujo de pagar un rescate por mí. Eso arruinaría a nuestra manada.
UN ENCUENTRO DESTINADO. Callum había dejado de correr, exhausto y desesperado por encontrar a su pequeño hijo. El pensamiento de que pudiera estar en manos enemigas lo torturaba, llenando su mente con imágenes horribles y temores incontrolables. Había considerado pedir ayuda a Morana, la madre de Xavier. Aunque se habían separado y ella había rechazado ser parte de la vida de su hijo, Callum sabía que Morana era una reina vampira con los medios necesarios para buscarlo. Después de todo, Xavier era su pequeño, y aunque lo había entregado como si fuera un objeto, debería haber quedado algún rastro de amor maternal en su corazón. Había llevado a Xavier en su vientre y se decía que una madre siempre desarrollaba una conexión especial con su hijo. Agotado y con el corazón destrozado, Callum se detuvo en medio del bosque. Los árboles parecían envolverlo en una siniestra calma, pero su mente estaba llena de turbulencia y ansiedad. De repente, escuchó un ligero movimiento entre los árboles c
UN CACHORRO DETERMINADO. Cuando Braelyn abrió los ojos, se encontró con el dulce rostro de Xavier, quien le ofreció una sonrisa reconfortante. Correspondió al gesto y, notando la lujosa habitación, preguntó. ―¿Dónde estamos? Xavier respondió con calma. ―Estamos en la manada de mi tío. Los recuerdos se agolparon en la mente de Braelyn, y una sensación de alivio la envolvió al recordar el enfrentamiento con los lobos rebeldes y que ahora estaban a salvo. ―Has dormido tres días ― informó el cachorro mientras le ofrecía agua ―Te desmayaste, y mi tío te trajo aquí. El recuerdo del hombre de ojos azules y cabello sedoso cruzó la mente de Braelyn, pero se obligó a alejarlos y, en cambio, le preguntó por su padre. Su voz salía con esfuerzo y Xavier la ayudó a beber agua y explicó. ―Papá está entrenando a los hombres. Mi tío dice que atraparán a quienes nos llevaron. La tensión se apoderó de Braelyn al escuchar esto. La idea de que Vincent, su ex compañero, pudiera descubrir su ubicac
¿QUIERES OCASIONAR UNA MATANZA? En la penumbra de la sala del trono, Sebastián miraba fijamente a Callum, su leal Beta, mientras le encomienda una crucial tarea. ―Necesito que te ocupes de la investigación sobre el secuestro de Xavier. Rastrea hasta el último rincón, identifica a los responsables. Callum asintió con solemnidad, listo para cumplir con la orden de su Alfa. ―Entendido, Sebastián. Haré que mis mejores lobos se ocupen de ello, yo más que nadie quiero tener en mis manos a esos malditos que osaron lastimar a mi hijo. La gravedad de la situación pesaba en el ambiente, pero Callum no pudo evitar preguntar por otro asunto que le inquietaba. ―¿Y qué hacemos con la chica? ¿La dejamos aquí? Sebastián se apoyó en el trono, pensativo, antes de responder. ―Por ahora, que se quede en el castillo. También quiero que la investigues. Necesito saber si es de fiar. La curiosidad se reflejó en los ojos del Beta, y una sonrisa traviesa se formó en su rostro. ―Veo que tienes un inter