En el hospitalMateo, totalmente confundido con un torbellino de emociones, solo atinó a decir:—¡No lo sabía! ¡No lo sabía! Y estoy seguro, que ella tampoco —aseveró él, dejando que las lágrimas corrieran por su mejilla. Él, se sintió peor al procesar la noticia de que será padre y que no está junto a Adriana, para apoyar a esta, durante este proceso. «¡Dios mío! ¿Cómo es posible? ¿Por qué no me di cuenta lo que Adriana estaba sintiendo? ¡Todo es culpa mía!», se cuestionó él, arrepentido y enojado consigo mismo, ante este diagnóstico revelador de lo que ella estaba padeciendo esa noche.—¡Es duro, Mateo! Sin embargo, te prometo que la encontraré —aseguró el detective.—¡Nava! ¡Voy a ser papá! —Gritó emocionado a pesar de la tristeza que sentía al no saber de ella.Él, recuperándose de la noticia del embarazo trató de controlar sus emociones, se levantó de la silla y preguntó al empleado.—¿Puedo ver los exámenes y los resultados?—Sí, aquí están unas copias, las cuales puedes revis
En la Clínica privada—¡Gracias, Luisa! ¡Eres muy buena y amable conmigo! —declaró Adriana con una voz dulce— ¿Sabes? Apenas, me restablezca, te compensaré en el trabajo, dando lo mejor de mí.—¡Ya lo haces, Adriana! —indicó Luisa, acariciando la mejilla de ella, con mucho cariño. En el poco tiempo, que tenían juntas, esta se había encariñado mucho con ella y la miraba como a una hija más.Debido al cuadro que presentaba Adriana, fue hospitalizada por veinticuatro horas. Posteriormente, le dieron de alta y estuvo de reposo tres días, al cuarto, se incorporó a su trabajo. Después, de esos días de suspensión, ella en deuda moral con Luisa y Nilo, se dedicó en cuerpo y alma a desarrollar su trabajo.Justo a los dos meses de estar trabajando en el restaurante, entraron al mismo, dos hombres muy guapos, altos, atléticos, uno más joven que el otro. El de mayor edad, tenía unas facciones que se le hacían muy familiares a Adriana. Ellos se convirtieron en el centro de atención de todos los co
Nilo, mirando a Adriana desde lejos se dio cuenta de que ella estaba despertando en él sentimientos que antes no había sentido por ninguna mujer. En este sentido, se sentía atraído por ella. Esta, lo estaba enloqueciendo, le deseaba y de noche tenía que controlar sus fuertes impulsos para no entrar a su habitación, cuando dormía.Él, estaba obsesionado con ella. En una oportunidad entró a su habitación y estuvo a punto de besar sus labios. No obstante, no lo logró porque esta se movió, por lo que salió sigilosamente sintiendo temor de ser sorprendido. Lo que menos deseaba era tener problemas con su madre por esto.Aunado a que ella tiene un carácter fuerte que lo mantiene a la raya y cada vez que puede le recuerda que es una mujer casada. Debido a esto, prefiere disimular sus sentimientos. Sin embargo, no permitirá que otro hombre se le acerque porque o es de él o no es para nadie.En tanto, en El DoradoMateo bajó de su avión y se dirigió a su camioneta Land Rover. Cansado del viaje,
En una zona marginal de El Dorado—¡Bueno! Al menos, esto me sirvió para conocer con quién no contar —sentencio él, con mucha tristeza— Fue un placer saber de ti, que pases una excelente tarde.—¡Pero, ya va, si ella volvió! ¿A qué venias? —preguntó Rosa, algo confundida.—Para asegurarme que seguías viviendo aquí ¡Adiós! —se despidió él, saliendo de la casa de esta, caminando hasta donde estaba la camioneta estacionada.Rosa, sintió de repente que todo fue una trampa de Mateo. Por lo tanto, salió a buscar a Raquel quien no se encontraba en ese momento. Está, para evitar algún problema con aquella se quedó callada, sin mencionar esta visita.«Ya me enteraré, más adelante que fue lo que realmente ocurrió entre ellos», pensó Rosa.Mateo, al subirse a la camioneta arrancó a gran velocidad. Al salir de la zona y ubicarse en una calle de menos tránsito, marcó el número de Nava, quien de una vez respondió.—¡Dime… Mateo!—Salió desde el Terminal Norte, pero no sé ¿cuándo, ni a dónde? Debes
Esa tarde, al salir de la Torre, Lila estaba en el estacionamiento, afanando con su vehículo que no encendía. Mateo, al ver que el coche de ella no prendía se acercó y le preguntó que pasaba con su Land Rover:—Ni idea —respondió ella— Al mediodía estaba perfecta. Cuando llegué la estacioné, lo apagué y ahora no enciende.—Si vas para tu casa, te puedo llevar. Me queda en el camino, porque voy a visitar a Marcos.—¡Ay Mateo, gracias! ¿No será mucha molestia si te acompaño a su casa? Me encantará ver a Marcos, tú sabes que lo he querido como a un hermano mayor.—¡No, para nada! ¡Vamos! —contestó él serio e impaciente.—¡Gracias, mi amor! Eres muy amable. Siempre te recuerdo así caballero, altruista. Además de guapo, atractivo y buena gente —expresó ella con una fuerte carcajada, que lo hizo sonreír a él también.»Te ves más hermoso, cuando te ríes. Tú sabes, que soy muy observadora y llevo días viendo en tu cara tristezas y no sonrisas.—¡Vamos! —repitió Mateo, abriéndole la puerta de
—Créeme, te lo digo sinceramente ese hombre tiene años trabajando para mí y en ninguno de los trabajos que le he asignado me ha fallado. Solo ten paciencia, a veces se tarda, pero sus resultados son extraordinarios; no abandona el caso, hasta que no percibe que todo está perfecto.—Gracias hermano, tus palabras me dan una nueva esperanza, me he sentido muy mal con todo esto —agregó Mateo esperanzado.—¡Me imagino Mateo! Pero, ten fe que en muy poco tiempo recordarás esto como una mala época en tu vida —aseguró Marcos.—¡Dios quiera así sea! —Afirmó Mateo— Ahora, estoy más desesperado por encontrar a Adriana. Según el informe médico del hospital donde la atendieron esa noche que salió de la fiesta, voy a ser papá —al decir esto se desbordó en llanto.—¡WOW! Hermanito que agradable noticia valió la pena despertar. ¡Ahora, no tienes por qué sentirte tan mal ni llorar! Buscaremos a tu mujer y la encontraremos ¡Eso es seguro!En CabimasKelvin Fuenmayor, el hombre más rico de la región emp
En la Clínica—¡Gracias Luisa! Eee es-estoy de-dema-siado apenada contigo. Pienso que he tenido el embarazo más-más problemático del planeta ¡Disculpa, por favor! De nada, me desmayo —afirmó ella muy triste.—¿Viste a alguien en la pantalla de la TV, que te provocó esto? ¿Verdad? ¿Es el padre de tu bebé? —preguntó Luisa con una voz cálida, acariciando sus cabellos.En ese momento, lo que menos deseaba era hablar de él. Fue un duro golpe ver que estaba ahí, guapo como siempre y con una breve sonrisa en sus labios, sosteniendo entre sus brazos a Lila Rojas . Al parecer y según la declaración del presentador andan juntos.—Pre-prefiero, no hablar de eso, pero sí, se trataba de él —fue su respuesta. Lamentablemente, no tenía muchas ganas de hablar sobre esto con nadie.—¡Bueno, mi amor! Ahora, voy a llevarte para que te hagan la ecografía ¿te parece? —comentó Luisa más tranquila y con mucho cariño.—Sí, ¡vamos! —Contestó ella, levantándose con cuidado lentamente de la camilla y sentándos
En el apartamento de Julio:—¡Aló! ¿Adriana? —preguntó el cariñosamente.—Sí, ¿Quién habla? —preguntó ella con su voz muy suave.—Soy Julio Urdaneta —se identificó él.—¡Hola! ¿Cómo estás? —interrogó ella, intrigada de cómo había conseguido su número.—Estoy muy bien, pero triste porque ya no te puedo ver todos los días al ir al restaurante ¿Saliste ya de prenatal? O ¿aún sigues asistiendo al restaurante?—Aún no he salido de prenatal, aunque me falta poco. Estoy asombrada como sabes tanto ¿Cómo te enteraste? —preguntó ella con extrañeza.—¡Disculpa, no quise parecer entrometido! Solamente, me preocupé por ti —respondió él, sin querer dar más detalles, puesto que a Kelvin, no le gustaba que la gente se enterara donde tiene acciones. De ahí, esos rumores de que es el dueño de casi todos los locales comerciales de Cabimas.—¡Vale! —aceptó ella.—Adriana, me gustaría invitarte a comer lo que quieras, un almuerzo o una cena o un helado, lo que sea ¡Por favor, acepta mi invitación! Creo qu