Nilo, mirando a Adriana desde lejos se dio cuenta de que ella estaba despertando en él sentimientos que antes no había sentido por ninguna mujer. En este sentido, se sentía atraído por ella. Esta, lo estaba enloqueciendo, le deseaba y de noche tenía que controlar sus fuertes impulsos para no entrar a su habitación, cuando dormía.Él, estaba obsesionado con ella. En una oportunidad entró a su habitación y estuvo a punto de besar sus labios. No obstante, no lo logró porque esta se movió, por lo que salió sigilosamente sintiendo temor de ser sorprendido. Lo que menos deseaba era tener problemas con su madre por esto.Aunado a que ella tiene un carácter fuerte que lo mantiene a la raya y cada vez que puede le recuerda que es una mujer casada. Debido a esto, prefiere disimular sus sentimientos. Sin embargo, no permitirá que otro hombre se le acerque porque o es de él o no es para nadie.En tanto, en El DoradoMateo bajó de su avión y se dirigió a su camioneta Land Rover. Cansado del viaje,
En una zona marginal de El Dorado—¡Bueno! Al menos, esto me sirvió para conocer con quién no contar —sentencio él, con mucha tristeza— Fue un placer saber de ti, que pases una excelente tarde.—¡Pero, ya va, si ella volvió! ¿A qué venias? —preguntó Rosa, algo confundida.—Para asegurarme que seguías viviendo aquí ¡Adiós! —se despidió él, saliendo de la casa de esta, caminando hasta donde estaba la camioneta estacionada.Rosa, sintió de repente que todo fue una trampa de Mateo. Por lo tanto, salió a buscar a Raquel quien no se encontraba en ese momento. Está, para evitar algún problema con aquella se quedó callada, sin mencionar esta visita.«Ya me enteraré, más adelante que fue lo que realmente ocurrió entre ellos», pensó Rosa.Mateo, al subirse a la camioneta arrancó a gran velocidad. Al salir de la zona y ubicarse en una calle de menos tránsito, marcó el número de Nava, quien de una vez respondió.—¡Dime… Mateo!—Salió desde el Terminal Norte, pero no sé ¿cuándo, ni a dónde? Debes
Esa tarde, al salir de la Torre, Lila estaba en el estacionamiento, afanando con su vehículo que no encendía. Mateo, al ver que el coche de ella no prendía se acercó y le preguntó que pasaba con su Land Rover:—Ni idea —respondió ella— Al mediodía estaba perfecta. Cuando llegué la estacioné, lo apagué y ahora no enciende.—Si vas para tu casa, te puedo llevar. Me queda en el camino, porque voy a visitar a Marcos.—¡Ay Mateo, gracias! ¿No será mucha molestia si te acompaño a su casa? Me encantará ver a Marcos, tú sabes que lo he querido como a un hermano mayor.—¡No, para nada! ¡Vamos! —contestó él serio e impaciente.—¡Gracias, mi amor! Eres muy amable. Siempre te recuerdo así caballero, altruista. Además de guapo, atractivo y buena gente —expresó ella con una fuerte carcajada, que lo hizo sonreír a él también.»Te ves más hermoso, cuando te ríes. Tú sabes, que soy muy observadora y llevo días viendo en tu cara tristezas y no sonrisas.—¡Vamos! —repitió Mateo, abriéndole la puerta de
—Créeme, te lo digo sinceramente ese hombre tiene años trabajando para mí y en ninguno de los trabajos que le he asignado me ha fallado. Solo ten paciencia, a veces se tarda, pero sus resultados son extraordinarios; no abandona el caso, hasta que no percibe que todo está perfecto.—Gracias hermano, tus palabras me dan una nueva esperanza, me he sentido muy mal con todo esto —agregó Mateo esperanzado.—¡Me imagino Mateo! Pero, ten fe que en muy poco tiempo recordarás esto como una mala época en tu vida —aseguró Marcos.—¡Dios quiera así sea! —Afirmó Mateo— Ahora, estoy más desesperado por encontrar a Adriana. Según el informe médico del hospital donde la atendieron esa noche que salió de la fiesta, voy a ser papá —al decir esto se desbordó en llanto.—¡WOW! Hermanito que agradable noticia valió la pena despertar. ¡Ahora, no tienes por qué sentirte tan mal ni llorar! Buscaremos a tu mujer y la encontraremos ¡Eso es seguro!En CabimasKelvin Fuenmayor, el hombre más rico de la región emp
En la Clínica—¡Gracias Luisa! Eee es-estoy de-dema-siado apenada contigo. Pienso que he tenido el embarazo más-más problemático del planeta ¡Disculpa, por favor! De nada, me desmayo —afirmó ella muy triste.—¿Viste a alguien en la pantalla de la TV, que te provocó esto? ¿Verdad? ¿Es el padre de tu bebé? —preguntó Luisa con una voz cálida, acariciando sus cabellos.En ese momento, lo que menos deseaba era hablar de él. Fue un duro golpe ver que estaba ahí, guapo como siempre y con una breve sonrisa en sus labios, sosteniendo entre sus brazos a Lila Rojas . Al parecer y según la declaración del presentador andan juntos.—Pre-prefiero, no hablar de eso, pero sí, se trataba de él —fue su respuesta. Lamentablemente, no tenía muchas ganas de hablar sobre esto con nadie.—¡Bueno, mi amor! Ahora, voy a llevarte para que te hagan la ecografía ¿te parece? —comentó Luisa más tranquila y con mucho cariño.—Sí, ¡vamos! —Contestó ella, levantándose con cuidado lentamente de la camilla y sentándos
En el apartamento de Julio:—¡Aló! ¿Adriana? —preguntó el cariñosamente.—Sí, ¿Quién habla? —preguntó ella con su voz muy suave.—Soy Julio Urdaneta —se identificó él.—¡Hola! ¿Cómo estás? —interrogó ella, intrigada de cómo había conseguido su número.—Estoy muy bien, pero triste porque ya no te puedo ver todos los días al ir al restaurante ¿Saliste ya de prenatal? O ¿aún sigues asistiendo al restaurante?—Aún no he salido de prenatal, aunque me falta poco. Estoy asombrada como sabes tanto ¿Cómo te enteraste? —preguntó ella con extrañeza.—¡Disculpa, no quise parecer entrometido! Solamente, me preocupé por ti —respondió él, sin querer dar más detalles, puesto que a Kelvin, no le gustaba que la gente se enterara donde tiene acciones. De ahí, esos rumores de que es el dueño de casi todos los locales comerciales de Cabimas.—¡Vale! —aceptó ella.—Adriana, me gustaría invitarte a comer lo que quieras, un almuerzo o una cena o un helado, lo que sea ¡Por favor, acepta mi invitación! Creo qu
En CabimasAdriana, cansada y fatigada sin tolerar ya el peso de su barriga caminó hasta la terraza del apartamento de Luisa en donde recibió la llamada de Raquel.—¡Hola, Adriana! ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —preguntó su amiga.—¡Muy bien, Raquel! Aunque, cansada con mucha ansiedad, ya quiero salir de este embarazo. Me parece que ha durado un año —refirió sonriendo con su amiga, al decir esto.—¡Je, je, je! —Carcajadas de Raquel— lo importante es que al menos estás contenta porque te estás riendo.—¡Ah, eso sí! ¡A mal tiempo, buena cara! —declaró Adriana— Y tú ¿Cómo estás?—Bien, trabajando fuerte porque han estado despidiendo al personal y no me puedo arriesgar a quedarme sin trabajo. Te llamo porque apenas ayer conseguí la información que necesitabas.—¿Y? —preguntó ansiosa Adriana sintiendo un fuerte puyazo en la parte baja de su vientre.—¡No se han divorciado! Ustedes siguen casados. Es más, hablé con alguien que trabaja en su empresa y me contó que él salió ayer de viaje a S
En el restaurante—Mientras trabajas para mí no voy a permitir tus coqueteos con otros hombres —contestó Nilo ferozmente, quien se acercó, la tomó por uno de sus brazos y la arrinconó contra la pared.—¡¿Qué te pasa?! ¡Qué me sueltes! —Gruñó Adriana, con rabia.—¡No me da la gana! Te la pasas coqueteando con otros ¿Por qué no lo intentas conmigo? Para ver cómo te va —cuestionó él con una mirada lasciva.Adriana forcejeó con este y se soltó dando una fuerte bofetada, que le hizo sacudir la cabeza a Nilo y obviamente, enfurecerse más con ella. Ante este ataque, lo amenazó.—¡Si me vuelves a tocar, grito! —Amenazó Adriana— y te denuncio por acoso sexual —retó ella, con furia.—¡Ja, ja, ja! ¿Crees que me vas a intimidar con tus amenazas? —gruñó él, muy bajo.—¡Yo no amenazo, yo actúo! Así que cuídate, porque la próxima vez tendrás aquí a la policía —gruñó ella con rabia.—¿De veras, piensas que me asustan tus amenazas? ¡Me das risa! Yo también actúo —anunció él con una mirada lujuriosa— Y