Nueva York, 20 años atrás.
Escuchaba los gritos aun cuando mi habitación se encontraba lo más alejada de la sala familiar.
Supongo que aquel lugar no era tan grande como ellos solían decirles a sus amistades que era.
― ¿Otra vez encerrado, chico?
Me giré para sonreírle a la cara oscura y arrugada de Sarah, el ama de llaves de aquel lugar.
―Solo estoy en mi habitación, Sarah.
― ¿Te apetece venir a la cocina y ayudarme con la cena? ―Preguntó estirando su arrugada mano hacia mí.
Me levanté de la cama, tomé su mano y me dejé llevar por la única persona que había mostrado cierto grado de aprecio por mí.
Íbamos bajando las escaleras del servicio cuando el escándalo se hizo aún más intenso.
― ¡Hija de perra!
―George, baja la voz ¿Quieres? La servidumbre no tiene que escuchar nuestra discusión.
― ¡Esta es mi casa! Y tú, zorra inmunda... ¿Como te atreves a decirme algo así tan campante?
Se escuchó una carcajada femenina antes de que esta hablara.
― ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué llore? ¿Qué grite y patalee? Te engañé, imbécil. No es como si tú no lo hicieras cada vez que se te venga en ganas...
― ¡Pero no salgo con mis amantes en la sección de espectáculos!
― ¿Quieres un trozo de chocolate? ―Me preguntó Sarah enseñándome una tableta como si nada ocurriera afuera―Debo hacer un pastel para cierto niño que está de cumpleaños...
La miré feliz de que alguien en esta casa se acordara de mi cumpleaños.
―Gracias, Sarah―Tomé el trozo de chocolate sonrojándome.
Estaba masticándolo cuando se escucharon varios pasos precipitados dirigirse hacia la cocina, haciendo que me tensara al saber lo que se venía.
―George...
― ¡¿En dónde está?!
―Escóndete, Chris...
No me dio tiempo de levantarme de la banqueta y esconderme en la alacena, porque la puerta se abrió de golpe y mi peor pesadilla se materializó ante mí.
― ¿Habrá otro bastardo como este? ―Preguntó mi padre yendo hacia mí y jalándome del pelo― ¿Tendré que darle mi apellido a otra rata de alcantarilla como a esta? ¡Respóndeme, infeliz!
Mi madre solo me miró con fastidio antes de girar la vista hacia su esposo.
―Sabes que no, George―Respondió blanqueando los ojos―Sabes que me ligué después de que... ya sabes, ¡Y suelta al niño! ¿No ves que vas a hacerlo llorar?
―Los que lloran son maricas―Susurró él en mi oído antes de soltarme el cabello y darme una cachetada que sí me trajo lágrimas a los ojos.
― ¿Qué haces aquí abajo, niño? ―Preguntó madre con censura―Sabes que no debes estar aquí abajo mientras nosotros lo hacemos. Lárgate.
―Si, señora―Murmuré con apenas voz pasando al lado de Sarah y me fui de la cocina, corriendo a mi habitación y chocando con los gemelos en mi camino.
― ¡Cuidado por donde vas, bachaco! ―Exclamó Geoffrey empujándome lejos de él, escuchando a mi hermana reírse divertida.
Me encerré en mi habitación, secándome los ojos con la funda de mi almohada a la vez que el llanto sea agolpaba en mi garganta en un esfuerzo por salir.
Lo peor es que así habían transcurrido cada uno de mis trece años.
Pero esperaba que eso cambiara pronto.
―... Así que feliz cumpleaños... ―Gracias, Fred... ―Sí escuchaste lo que te dije... ¿Verdad? Hmm. ―Por supuesto...
― ¿Señor Royce? Su avión está listo para abordar, sígame por aquí por favor―dijo una bonita ayudante de vuelo, dirigiéndome a través de un pasillo hasta llegar a la entrada del avión de la compañía―Que tenga un excelente viaje, señor―terminó sin quitarme los ojos de encima. ―Gracias―le respondí amablemente, era muy bonita la verdad, pero no me atraía mucho que digamos. Supongo que era el estrés. ―Sígame por aquí, señor Royce―Me dijo una morena menudita, llevándome a través de un pasillo ambientado al estilo asiático. Había una pequeña cascada de piedras porosas que sobresalía de la pared al final del pasillo y una mezcla de olores que te hacía sentir transportado, como si estuvieses flotando, a eso adiciónale la música instrumental que salía de unos altavoces del techo. ―Es aquí, señor―Dijo la chica cuando nos detuvimos ante una puerta cerrada. 3 CHRIS
―Adiós... La puerta se cerró rápidamente ante mí y volví a quedar sola en la habitación. Para ser un hombre tan grande, Christopher se movía con bastante fluidez. ―Christopher―Murmuré sonriendo como una idiota en el medio de la habitación. Esto no podía seguir pasándome. Saqué la cabeza del agua y comenzar a boquear por aire. ―Ya dentro de poco podrás mantenerte sobre la tabla―Dijo Kailani, mi instructor de surf. ―Si, claro―Respondí impulsándome una vez más para subir a la tabla―No creo que esto sea para mí, Kailani. ¿Qué demonios le ocurría a ese hombre? Me lancé en la cama haciéndome esa pregunta una y otra vez mientras rebotaba sobre el colchón de agua, y la verdad es que ninguna respuesta se me venía a la mente. Estaba molesta. Muy molesta. Le tapé la boca a Helena cuando la sentí estremecerse contra mí. ―No te atrevas a reírte―Dije casi sin voz contra su oído―Nos van a descubrir... Ella negó con la cabeza, soltó mi sexo y se dispuso a acomodarme la ropa en el proceso. ―Tío, está todo oscuro y créeme que no me voy a acercar ahí―Comentó uno de los hombres a unos metros de nosotros. ― ¿Y si es una culebra? ―Exclamó el otro emocionado. ― ¡Exacto, idiota! Sentí algo húmedo tocar los dedos con los que le tapaba la boca y me sorprendí al notar que lloraba. El corazón comenzó a martillarme aún más fuerte en el pecho al pensar que la había lastimado. ―Entonces mejor nos alejamos ¿No? ―Siguió diciendo el otro idiota―Tengo entendido que esas cosas brincan varios metros... Escuché que se alejaban y cuando ya no oí más ruido fue cuando quité la mano. ― ¿Te lastimé? ―Pregunté al ver que apoyaba la cabeza en m5 CHRIS
6 HELENA
7 CHRIS
―Forgive me, is all that you can't say, Years gone by and still, Words don't come easily, like forgive me, Forgive me.Sonreí a un Chris muy serio que se montó en el jeep y me acerqué para besarlo en la mejilla, todo sin dejar de cantar unas de mis canciones favoritas.―But You can say baby―Giré el volante para dar la vuelta en la via y dirigirnos a nuestro destino y coloqué mi mano en su muslo―Baby can I hold you tonight, maybe if I told you the right words, at the right time, you'd be mine.Sentí que se tensaba cada vez más mientras nos alejábamos del resort y entendí que algo malo estaba pasando.―Tomaremos el camino de Hana, uno muy popular para los turistas―Comencé a decir apartando mi mano de él y colocándola en la palanca de cambios―Vamos a comenzar a ascender por las montañas y veremos pasajes increíbles y cascadas caer de d