Fiel a su palabra, Alejandro la llevó de inmediato a la Estancia Bosque del Verano, lugar donde había instalado a Pedro en un pabellón privado. Allí contaban con un médico especializado, y también estaban Lorenzo y Balma para cuidarlo.Apenas vio a su hermana, Pedro corrió a recibirla con una gran sonrisa:—¡Hermana!—Pedro, cariño… —Luciana se inclinó para darle un suave abrazo.—¡Cuñado! —agregó Pedro, mirando detrás de ella hacia Alejandro—. ¡Este lugar es enorme!—¿A que sí? —contestó Alejandro, devolviéndole la sonrisa—. Te lo dije, aquí es mucho más grande y entretenido.—¡Sí, me gusta mucho! —exclamó Pedro, entusiasmado.Luciana se sorprendió:—¿De verdad te gusta, Pedro?—¡Ajá, me encanta!Al ver a su hermano tan contento y estable, Luciana sintió un gran alivio. Al fin respiró tranquila. Alejandro, sin que ella se diera cuenta, le tomó la mano:—Tengo una reunión en un rato. ¿Te quedas con Pedro o vienes conmigo?—Ve y atiende tus asuntos —respondió Luciana sin dudarlo—. Yo me
Con aparente cuidado, Alejandro acercó la cuchara a los labios de Luciana. Era un gesto que pretendía ser gentil, pero ella no pudo evitar recordar la escena de ese día: así era como él alimentaba a Mónica en la habitación del hospital. Aquello la perturbó, haciéndole fruncir el ceño casi de manera imperceptible.—No… —empezó a decir.—¿No? —Los ojos rasgados de Alejandro se entornaron, denotando un leve fastidio.—Quiero decir que puedo hacerlo sola —matizó Luciana rápidamente, evitando un posible conflicto. Dejó la toalla a un lado y tomó la taza—. Estoy casi lista… beberé un poco.Claro, pensó. No era Mónica, ella sí podía valerse por sí misma. Dio un sorbo.Al verla ceder, la tensión en el rostro de Alejandro se relajó un poco.—¿Qué tal? ¿Te gusta el sabor?—Supongo que está bien —contestó Luciana en tono neutro—. Aunque el olor me resulta un poco fuerte.—Mientras no te parezca desagradable… —Alejandro sonrió con suavidad—. Es bueno para ti y para el bebé. Con una taza al día es
—Sí… —respondió ella, aún asustada.Mientras tanto, Mónica no dejaba de gritar descontroladamente:—¡Señorita Soler, cálmese!—¡Rápido, necesitamos un sedante!—¡De acuerdo!El doctor y la enfermera hicieron todo lo posible para sujetarla, pero ni entre los dos lograban contenerla.—¡Señorita Soler, por favor, deje de moverse! ¡Va a lastimarse más!—¡Fue ella…! —Mónica gritaba, señalando a Luciana—. ¡Fue ella quien me hizo esto! ¡Aaaah…!El médico miró a Luciana con el ceño fruncido:—¿Qué pasó aquí?—Eh… —Luciana se quedó perpleja. Ni siquiera entendía por qué Mónica había reaccionado así, ni qué significaba esa acusación de “hacerle daño.”—¡Que se vaya! ¡Que salga! ¡Aaah! —exclamó Mónica de pronto, presa de otra oleada de agitación.—Doctora Herrera, será mejor que salga. —El médico se volvió a Luciana—. Vea cómo está la paciente. Su estado es demasiado inestable en este momento. Usted misma, como doctora, sabe lo delicado que es.—De acuerdo… —asintió Luciana, sin más opción que ab
Luciana rompió a llorar.En la mente de Alejandro, ella siempre había sido extremadamente fuerte, casi nunca lloraba, sobre todo por temas del corazón. La única persona que solía sacarle lágrimas era Pedro. Pero esta vez, estaba llorando por él, por su culpa.Azorado y con torpeza, Alejandro intentó calmarla:—Luciana, yo… lo siento…Levantó la mano, con la intención de secarle las lágrimas, pero ella se apartó. Giró el rostro para evitarlo.—Por favor, sal de aquí. No quiero verte ahora. Déjame sola un momento, ¿sí?Ante eso, Alejandro vaciló, sin querer irse, pero la sentía tan reacia…—Está bien, saldré.Con voz ronca, se retiró del estudio caminando hacia atrás, y se quedó un buen rato junto a la puerta sin decir nada. Había provocado que Luciana se sintiera herida… ¿Acaso la había acusado injustamente? Entonces, ¿para qué había ido ella a ver a Mónica? Pensándolo bien, el asunto del secuestro doble también había sido raro. ¿Por qué se habían reunido esas dos, si nunca se han lleva
Entonces, alguien comenzó a bromear:—Herrera, esta es una gran ocasión. ¿No piensas invitarnos a algo para celebrar?—¡Exacto! Con lo de la “señora Guzmán” y eso… ¿no amerita una buena comilona?—¿Qué tal un fiestón?Las voces se mezclaban sin orden, cada vez más animadas. Delio echó un vistazo a su nueva pupila y alzó la mano para calmar el jolgorio.—Tranquilos. Somos sus profesores y compañeros de más antigüedad. Haremos una bienvenida organizada por el departamento, como se debe.—Ah… —De inmediato, el ambiente se calmó un poco.La verdad, los festejos del departamento eran siempre lo mismo: un presupuesto limitado y los mismos lugares de siempre. Mucho más discreto que cualquier plan que involucrara a la “señora Guzmán.”Alguien todavía no se daba por vencido y volvió a preguntar:—Herrera, ¿usted qué opina?—Yo… —Luciana no supo qué responder.Ella no tenía tanto dinero y, si le tocaba pagar, sería peor que la propia fiesta del departamento. Quizá podría ofrecerles a todos otra
Una vez que salieron del área de cirugía, e incluso al abandonar el edificio, Luciana continuó con el ceño fruncido.—Luciana… —Alejandro la tomó del brazo—. ¿Por qué estás tan seria?Si él preguntaba, ella respondería con franqueza.—Invitar a mis colegas a comer debió ser mi decisión. ¿Por qué actuaste por tu cuenta y lo propusiste sin consultarme?—¿Eh? —Alejandro sintió que lo estaban culpando injustamente—. Yo pensé que estaría bien reservar ese lugar. ¿No te encanta la comida de Cozyroom?—¿Encantarme? —bufó Luciana, furiosa—. ¿Tienes idea de cuántas personas somos en el departamento? ¡Entre médicos y enfermeras sumamos casi treinta!—¿Y eso qué tiene? —inquirió Alejandro, sin entender el problema.«¿Y eso qué tiene?»Luciana calculó mentalmente y concluyó que la cuenta rondaría los trescientos mil. Se llenó de indignación:—¿Te das cuenta de lo caro que es?—¿Caro? —repitió Alejandro, frunciendo el ceño—. No es para tanto… Podemos costearlo sin problema.«¿No es para tanto?», pe
El lugar se llenó de un silencio incómodo. Luciana deseó que la tierra se la tragara. ¿Por qué tenía que soportar semejante escena?—¡Mónica! —gruñó Luciana, forcejeando para sacarla de ahí—. ¡Si quieres hablar con Alejandro, márcale al teléfono! —Tiró de ella con fuerza hacia la salida.—¡No! ¡No me iré! —gimió Mónica, luchando por zafarse—. ¡Quiero ver a Alex! ¡Quiero verlo!—¡Te digo que él no…!No terminó la frase, porque Mónica de pronto soltó su brazo y echó a correr.—¡Alex!Alejandro acababa de llegar a la zona de hospitalización y se quedó perplejo al ver a Mónica. ¿Qué hacía ella aquí? Su instinto fue buscar la mirada de Luciana. Ella se quedó inmóvil por un segundo y, acto seguido, desvió la vista. Eso sólo aumentó su inquietud.Mientras tanto, el resto de los presentes observaba la escena con un interés casi morboso. Todos habían visto en redes sociales los rumores que vinculaban a señor Guzmán con la famosa Mónica, noticia que en su momento causó revuelo. Ahora, parecía qu
Con tantas miradas fijas en ella, Luciana no tenía escapatoria. Además, pensando en Pedro, no le era posible llevarle la contraria a Alejandro.—Delio, creo que es mejor que todos bajen ya —dijo con una leve sonrisa.—De acuerdo…—¡Excelente!—Bueno, vámonos, que ya muero de hambre.—Lo mismo digo, no he comido casi nada en todo el día para guardar espacio.Entre bromas y comentarios, el grupo salió al estacionamiento, haciendo como si nada hubiera pasado. Con el apoyo de seis o siete autos que esperaban, se dirigieron a Cozyroom.A diferencia de otros restaurantes bufet, este lugar era tranquilo. La gente se acercaba a elegir sus platillos con discreción y conversaba en voz baja. Sergio había reservado tres grandes mesas, contiguas y junto a una ventana privilegiada.La comida, desde frutos del mar hasta carnes y postres, incluía opciones de cocina mexicana, italiana, portuguesa… Todos los ingredientes se veían fresquísimos y la presentación era exquisita, algo que no se ve en cualqui