La mirada de Lucía se posó sobre los documentos mientras decía con indiferencia: —Aún estoy en mi puesto, y el señor Rodríguez también necesita una nueva secretaria, por supuesto debo cumplir con mi responsabilidad de seleccionarle una buena candidata.A pesar de sus palabras, Mateo sentía cierta molestia.Ella estaba buscando escapar de él.—¿Cuándo tendrá tiempo el señor Rodríguez? —preguntó Lucía nuevamente—. Necesitamos tramitar nuestro divorcio. Acordamos que al cumplirse los tres años, formalizaríamos los papeles. ¿O acaso el señor Rodríguez no tiene los cojones suficientes para cumplir con su palabra?Mateo apretó los labios sin responder.Lucía levantó la mirada hacia él: —Espero que el señor Rodríguez honre su promesa, sería lo mejor para ambos...—¡Javier, fuera! —ordenó Mateo repentinamente con voz severa.El grito sobresaltó a Lucía.Viendo a Javier salir, quedando solo ella y Mateo en aquel espacio reducido, sintió una repentina sensación de asfixia.Al observar la mirada
Ella sonrió mirando a Mateo con ojos gélidos.Se decía a sí misma que no importaba. Este matrimonio también le había beneficiado. Pero en realidad estaba herida, siendo solo una herramienta para Mateo. Había cosas que podían quedar implícitas, no necesitaba darles importancia, considerando que ella también había sacado provecho. Pero él insistía en exponer su humillación.Mateo frunció el ceño y preguntó con tono distante:— ¿Cuándo fue que te enteraste?— ¿Importa acaso? —respondió Lucía—. Solo debes saber que lo sé todo y que ya no quiero continuar con este matrimonio.Mateo la miro mientras sujetaba firmemente su mano, exclamando con severidad:— ¿Y si yo no deseo dejarte ir que me vas a hacer?— ¿Cómo así que no deseas? ¿Con qué derecho? —Lucía estaba exaltada—. Estas son tus reglas de juego, las he seguido, he cumplido mi parte, ahora debes dejarme salir. Mateo, no seguiré jugando contigo, ¡y tú tampoco juegues más conmigo!— Entonces deberías saber que yo decido —los ojos de Mate
Mateo le dio una nalgada.Un dolor de rabia la invadió.— Parece que aún no has aprendido la lección —dijo Mateo con voz gélida.Después de un rato, Lucía no pudo soportar más su tormento. Era demasiado inexperta y dejó escapar una voz suplicante:— No... ya no más... por favor, te lo suplico ya déjame ir...Mateo observó a Lucía tendida sobre la mesa, frágil como si careciera de huesos. Su cabello despeinado se extendía por la superficie, sus mejillas ruborizadas y su frente perlada de sudor. La camisa colgaba floja en su cintura, las medias habían sido arrancadas y la falda estaba subida hasta el nacimiento de los muslos. Las lágrimas no dejaban de caer, su nariz enrojecida, sollozando y encogida como una pequeña criatura maltratada.No tuvo corazón para seguir y la tomó en sus brazos, sentándola sobre él.Lucía ya no pensaba con claridad. Había llorado tanto que su voz se había vuelto ronca y su visión borrosa. Era como una muñeca rota en los brazos de Mateo, incapaz de resistirse.
Sentía curiosidad por ese tal Theo.¿Qué tipo de poder tenía para que ella lo hubiera recordado durante tantos años?Si resultaba que este hombre no era tan bueno, ¿no la haría desistir? ¿No abandonaría entonces la idea de divorciarse de él?*Lucía tuvo una pesadilla. Soñó que la habían encadenado de pies y manos, encerrada en una jaula, convertida literalmente en un pájaro cautivo.No había nadie a su alrededor.Nadie que la ayudara.Sumida en la oscuridad, por más que luchaba no podía liberarse de sus cadenas.Lucía despertó sobresaltada, respirando agitadamente, con el rostro cubierto de sudor frío.Se incorporó, se tocó la cara y después de calmarse un momento, observó su entorno, descubriendo que realmente estaba en un lugar desconocido.La habitación tenía calefacción. Estaba cubierta con un fino edredón de plumas y vestía un camisón de tirantes.Era idéntico al vestido de su sueño.Esto alarmó a Lucía. ¿En serio se había atrevido a encerrarla?Rápidamente saltó de la cama y cor
Ella no entendía qué pretendía Mateo.Pero tampoco quería quedarse allí esperando su destino.Canario dorado, ave enjaulada, trofeo... nada de eso le convenía.No lo deseaba.Mateo la observaba; ella estaba alterada, a la defensiva y recelosa con él.Frunciendo el ceño, dijo:— Lucía, entiéndelo bien: eres mi esposa legalmente. ¿Cómo puedes llamarte a ti misma mascota? Estar conmigo es algo completamente normal.Antes también estaban juntos así y nunca la había visto tan alterada.¿Qué había causado este cambio en ella?Tampoco lograba entenderlo.Lucía apretó la sábana entre sus manos y preguntó:— ¿Cuándo es que iremos al registro civil para divorciarnos?— ¿Tienes acaso tanta prisa?— Sí y mucha —respondió Lucía—. Cuando se acuerda una fecha, no se debe postponer una y otra vez, ¿entiendes?Los ojos profundos de Mateo la observaron fijamente. Sus palabras no mostraban ninguna consideración. ¿Dónde estaba la Lucía de antes?Ahora solo quería escapar de él, lo que inevitablemente lo l
De repente cambió su actitud y dijo con voz profunda:— No hace falta que me lo digas. Simplemente no vuelvas a mencionar el divorcio y quédate aquí tranquilamente.Lucía se sobresaltó. ¿Cómo podía actuar así? Se alteró:— Mateo, ¿qué es lo que quieres decir?— Tranquila —murmuró Mateo con cierto tono afectuoso mientras acariciaba su cabello—. Aún no has comido, debes tener hambre. He pedido que preparen tu comida favorita, bajemos a cenar.Lucía no esperaba que él ignorara completamente su intento de negociar.¿Era que conocía muy poco a Mateo o que había malinterpretado su forma de actuar?Pensaba que él estallaría de ira, no soportaría que ella tuviera a otro en su corazón y se divorciaría de inmediato.Después de todo, ambos tenían a alguien a quien amaban.Pero él prefería mantenerla cautiva antes que divorciarse.Lucía estaba ansiosa. Ella quería el divorcio, no seguir a su lado:— Mateo, ¿por qué no divorciarnos? Dime, ¿qué tengo que hacer para obtener el divorcio?Mateo la tomó
— No es necesario. Da igual quién cocine, todo está bien. Solo es que hoy tenía hambre, por eso comí más —Lucía no quería que se preocupara tanto por ella.Tanta atención sobre ella no era buena.Cuanto más se esforzara por ella, mayor podría ser el precio a pagar después.— Estoy cansada, ¿puedo ir a descansar? —preguntó Lucía.— Sí —respondió Mateo suavemente.Lucía finalmente suspiró aliviada y subió rápidamente las escaleras.Mañana cuando se levantara, podría ir a la oficina y quizás no tendría que permanecer en este lugar.Después del trabajo, podría volver a casa.De vuelta en la habitación, Lucía se relajó, pero para su sorpresa, Mateo la siguió inmediatamente.Al ver la puerta abrirse, Lucía retrocedió y preguntó:— ¿Por qué entras tú también?— Este es el dormitorio principal. Si no entro aquí, ¿dónde más iría? —respondió Mateo como si fuera obvio.— Entonces iré a una habitación de invitados —dijo Lucía.Intentó marcharse, pero Mateo la sujetó por la mano y la miró:— ¿Es ne
Su reacción fue tan vehemente que Mateo preguntó confundido:— ¿Qué sucede?Lucía se inquietó y también pasó la mano por su vientre. ¿Su abdomen había crecido?En teoría, aún no debería notarse.Miró a Mateo a los ojos y vio su expresión suspicaz, lo que la puso más nerviosa. Respondió:— Quizás es porque comí demasiado. Tengo sueño, vamos mejor a dormir ya.Después de decir esto, Lucía se acostó y cerró los ojos, evitando enfrentar las preguntas de Mateo.Él la observó y luego contempló su figura más voluptuosa, ciertamente más atractiva que su delgadez anterior.Pero la intensa reacción de Lucía despertó sus sospechas.Lucía había cambiado respecto a antes.En realidad, muchas cosas en ella eran diferentes ahora.Por ejemplo, ya no le dedicaba toda su atención, quería divorciarse y dejar el trabajo.Era como si, de repente, se hubiera transformado en otra persona.Para ser sinceros, le costaba mucho acostumbrarse.Mateo también se acostó, rodeándola con su brazo.Descubrió que abraza