Capítulo 229
Ella no entendía qué pretendía Mateo.

Pero tampoco quería quedarse allí esperando su destino.

Canario dorado, ave enjaulada, trofeo... nada de eso le convenía.

No lo deseaba.

Mateo la observaba; ella estaba alterada, a la defensiva y recelosa con él.

Frunciendo el ceño, dijo:

— Lucía, entiéndelo bien: eres mi esposa legalmente. ¿Cómo puedes llamarte a ti misma mascota? Estar conmigo es algo completamente normal.

Antes también estaban juntos así y nunca la había visto tan alterada.

¿Qué había causado este cambio en ella?

Tampoco lograba entenderlo.

Lucía apretó la sábana entre sus manos y preguntó:

— ¿Cuándo es que iremos al registro civil para divorciarnos?

— ¿Tienes acaso tanta prisa?

— Sí y mucha —respondió Lucía—. Cuando se acuerda una fecha, no se debe postponer una y otra vez, ¿entiendes?

Los ojos profundos de Mateo la observaron fijamente. Sus palabras no mostraban ninguna consideración. ¿Dónde estaba la Lucía de antes?

Ahora solo quería escapar de él, lo que inevitablemente lo l
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