Adriano colgó la llamada, tomó el celular y lo echó en su bolsillo mientras caminaba hacia el elevador, no dejaba de mirar la imponente empresa en la que estaba y el gran provecho que le podía sacar en su rostro se le dibujó una enorme sonrisa lascivia al ver que al abrirse las puertas de elevador iba precisamente Rebeca, la cual iba a disfrutar.
—¡Está ocupado!, ¿Acaso es ciego que no ve? —habló Rebeca, colocándose de frente y así impedir la entrada de Adriano al elevador.
Adriano miró hacia los lados, para después mirarla fijamente a los ojos con la mirada más fría y soberbia que tenía.
—Vaya, ahora resulta que a la niña de papi y mami le gusta bajar sola en el elevador, lamento decirle que aquí el presidente soy yo, y como tal hago lo que se me venga en gana.
Los ojos de Rebeca se abrieron como platos al ver a Adriano tan cerca de él, tanto que podía sentir el aroma que desprendía de sus labios e inundaba sus fosas nasales.
—Es usted un bruto arrogante, prepotente —respondió tratando de abrirse paso y salir del elevador.
—Me encanta que veas tantos encantos en mí —dijo sarcástico.
Adriano la tomó del brazo y la jaló hacia el elevador y la pegó a él.
—¡Suéltame! Últimamente sus manos están demasiado largas, es un patán —vociferó Rebeca empujando con fuerza a Adriano, para después oprimir el botón del elevador y salir de ahí cuánto antes, se sentía sofocada, o era lo que Alex le provocaba.
Solo que las puertas del elevador no se abrieron e hizo que la ira de Rebeca se hiciera presente.
—Ya ve lo que provoca usted, mira Alex estoy harta en el tono en que me habla de la forma en que me mira es usted un demonio, no sabe cómo lo desprecio y lamento el día en que mi tío decidió adoptar a una poca cosa como tú. —La sonrisa de satisfacción en la cara de Adriano se hizo presente.
—Me encanta que veas tantas cualidades en mí, pero déjame decirte que en algo si tiene razón, soy el mismísimo demonio en persona, así que tenga cuidado por qué se puede quemar en mis brazos —respondió cínicamente Adriano.
—¡¡Uyyy!! —vociferó Rebeca.
Rebeca no entendía en qué momento Alex se había convertido en un hombre arrogante y soberbio, nada a comparación al hombre que era semanas atrás, el que trataba de encajar y agradar, el que no le importaba que lo insultaran por qué siempre tenía una fina sonrisa dibujada en sus labios.
Rebeca se hacía la misma pregunta una y otra vez desde que lo vio en la mañana, pero ahora lo único que quería era salir de ahí y más al ver la cara de satisfacción en la cara de Álex.
—¿Va a seguir mirándome de esa forma, en lugar de mirar la forma de salir de este lugar? —comentó Rebeca al ver que Alex se dejaba caer sobre el piso del elevador.
—Sí, la verdad no tengo ningún afán de salir de aquí, en algún momento se darán cuenta que nadie sale y vendrán abrir las puertas del elevador, así que relájese, o siga caminando de lado a lado, haga lo que mejor le parezca.
Adriano se cruzó de brazos, y clavó su cabeza en medio, estaba agotado, desde que había llegado a Inglaterra no había tenido un momento para descansar, sus ojos se empezaron a cerrar.
—¡Álex! ¿No piensas hacer nada? —grito nuevamente Rebeca.
—Ya te dije que no, mejor relájate y siéntate, pareces una avispa resonando en mi oído —habló Adriano, totalmente agotado.
Rebeca lo miro extrañada, ¿Acaso se había cansado de llevarle la contraria?, Pero ella también estaba cansada ya llevaban casi media hora encerrados y ya no tenía fuerzas, así que prefirió dejarse caer al piso del elevador, justo en frente de Adriano
El cual levantó la mirada y sonrió, pues la niña rica y berrinchuda había cedido y por fin se había agotado, o al menos eso pensaba.
—¿Qué te pasó?, ¿Por qué ese cambio? —le preguntó Rebeca, ella trataba de hacer algo de práctica, y así quitar su aburrimiento.
—Porque me canse que gente como tú me vieran como poca cosa —respondió mientras su mirada se clavó con la de Rebeca, la cual no resiste mucho y bajó la mirada, si antes podía enfrentarse a Alex solo con la mirada ahora sentía que no iba a poder.
Él estaba despertando algo en ella que ni siquiera sabía cómo descifrar, tal vez le llamaba la atención el nuevo hombre, seguro de sí mismo, Rebeca movió la cabeza y negó, ella no podía tener ese tipo de pensamientos y menos por el poca cosa de Alex Connor.
Adriano se quedó contemplando a Rebeca por un largo rato, pues el tiempo había hecho lo suyo y ella se había quedado dormida.
Adriano no resiste verla así, así que se acercó a ella, se acomodó de modo que ella dejara caer su cabeza en su hombro, era imposible no admirarla en verdad Rebeca era una mujer demasiado hermosa, estaba seguro que cualquier hombre caía rendido a los pies de ella.
Excepto él, él estaba acostumbrado a tener a la mujer que se le antoja en sus brazos y desde luego Rebeca no iba a ser la excepción, y eso estaba seguro.
Rebeca levantó su cabeza al sentir una respiración cerca de ella, no lo podía creer, ¿Cómo era posible que Álex se tomará tantas atribuciones?, cosa que no dejaría pasar.
—¿Cómo se atreve?, Mira lo que me faltaba tener que tener cerca al bastardo de mi tío. —Las palabras de Rebeca eran fuertes, pero era eso y alejarlo de sus pensamientos o seguir que él dejara de llamar su atención.
Adriano alzó su cabeza de inmediato, para después tensar su mandíbula, está mujer en verdad era extremadamente caprichosa, y esas palabras le iban a costar caro a Rebeca.
—Así que soy un bastardo eh, vaya, ahora entiendo muy bien todo. —Adriano se puso se pie y caminó directo a dónde Rebeca estaba al punto de un colapso nervioso si Alex no se retiraba del frente de ella ahora mismo.
—Sí, eso eres, ahora aléjate de mí, no te soporto eres un hombre sin mando y mucho menos carácter, y el hecho que hoy en la junta mi padre no te haya podido quitar el mando de todo, eso no quita que sigues siendo el mismo Alex Connor, el insignificante poca cosa.
Ahora sí Rebeca iba con todo, lo que había guardado por mucho tiempo por fin lo estaba dejando salir y sin remordimiento de absolutamente nada, claramente la influencia de su padre era más que evidente.
—Así que disfrutas vomitando sobre mi todo tu odio, ¿Dime una cosa Rebeca?, ¿Por qué así te llamas, o me equivoco? —Rebeca no entendía por qué Alex la rodeaba cómo todo un cazador, se sentía expuesta y la verdad no le estaba gustando para nada ese jueguito
—Nunca un hombre te había gustado tanto como yo, y tratas de hacer que yo me sienta miserable, te equivocas cariño, entre más brava sea la yegua, es mucho mejor la corrida.
Adriano sujetó con fuerza la cintura de Rebeca, la cual abría sus ojos de par en par, pues él acercaba tanto sus labios a los de ella que los podía percibir en el aire.
—Puedes estar tranquila que no te pienso besar, al menos esta vez no, aunque debería hacerlo después de lo mal que te estás comportando, una señorita de sociedad con muy malos modales.
Rebeca al sentir que Alex dejaba su pequeña cintura quiso estampar sus manos sobre la mejilla de él, solo que Adriano la detuvo para después hacer lo que hace unos minutos había dicho que no iba hacer.
La jalo del brazo y la pego a él, para después tomar su cuello y besarla, lo que hizo que Rebeca dejara salir un gemido involuntario.
—¡Señor Connor! —Una voz hizo que Adriano y Rebeca se separan de inmediato al escuchar una voz de asombro.
Rebeca limpio rápidamente sus labios, y miro con bastante preocupación al hombre que los miraba con interrogación.
Adriano miró a Rebeca limpiando sus labios y salió del elevador con una sonrisa dibujada en su rostro, ante la mirada de todos los curiosos.—Señor, pensé que algo malo le había sucedido, pero ya veo que me equivoqué —hablo William evidentemente con una sonrisa dibujada en sus labios, mientras Rebeca salía del elevador como alma que lleva el diablo directo hacia los baños.—Claro que estaba en peligro, esa mujer es más peligrosa de lo que te imaginas —respondió Adriano, mientras caminaba hacia el auto recordando el beso que le había robado una vez más a Rebeca, le había gustado y de eso no había duda.—Ya veo señor, ya veo. —Fueron las palabras de William mientras subían al auto.Durante todo el camino a la mansión de Alex William no dejó de sonreír, pues se sentía feliz de ver por fin a Alex interesado en una mujer, siempre se había caracterizado por ser un hombre ermitaño, escasamente le había conocido dos o tres mujeres, aunque no le gustaba mucho la idea que se interesará precisam
Italia.Jack miraba con bastante curiosidad al hombre que estaba parado justo enfrente de él, no podía ser cierto, pero era hora de hablar.—Harry quiero que se retiren y me dejen solo —habló Jack con firmeza.—Pero señor, debemos esperar las órdenes que nos va dar el señor Adriano, lo que hizo Caruso no se puede quedar así —habló Harry evidentemente molesto, pero aun así prefirió salir de la biblioteca.Alex seguía mirando con bastante curiosidad al hombre en silla de ruedas, se veía de apariencia fuerte incluso en su rostro se veía marcas del hombre fuerte que fue alguna vez.—Podrías colocar seguro por favor —le habló Jack mientras tragaba saliva.Pues solo en volver a tener a uno de sus hijos al cual creyó perdido nuevamente ante sus ojos, hacía que todo dentro de su ser volviera a su mente, "Eliza" su amada Eliza, la trajo a su mente recordando el gran amor que algún día tuvieron y que hoy una parte de ese amor estaba mirándolo con curiosidad.—¡Señor!, ¿Le sucede algo? —preguntó
Jack abrió la puerta, pero no había absolutamente nadie en la puerta, pero aún así quiso dejar la puerta un poco entreabierta, sabía que alguien estaba detrás de la puerta, y de seguro volvería y se daría cuenta.—Señor, me gustaría saber ¿Por qué mi madre decidió irse del país, y dejar a mi hermano con usted? —preguntó Alex llamando la atención de Jack, quien observaba todavía hacia la puerta.—Siéntate, quiero explicarte todo, y tal vez así entiendas un poco lo que llevó a Elena a tomar esa decisión.Alex corrió nuevamente a la silla y se sentó, está por la expresión en la cara de Jack esto iba a tomar tiempo.—Empezando espero y algún día puedas llamarme padre, sé que para ti todo esto es muy difícil de procesar, pero créeme cuando te digo que muchas noches añoro tenerte de nuevo en mi vida.Alex lo miraba fijamente, y tal y como lo había dicho Jack, para él era difícil de procesar todo lo que estaba descubriendo y lo que le faltaba para descubrir. Jack trago saliva una vez más mir
InglaterraLas cosas se complicaban cada vez más para Oliver, pues se había tropezado con la horma de sus zapatos, o eso era en lo que se iba a convertir Adriano Di Santis.Adriano levanto su mirada nuevamente, y vio que Rebeca no estaba dispuesta a quitarse del medio. Pues ella no iba a permitir que Alex tratara a su padre de esa manera.—Pero muy pronto se convertirá en una señora totalmente amargada si sigue bajo las órdenes de su querido papito —vociferó Adriano con evidente sarcasmo.—Eso es algo que a usted y nadie le interesa, así que le voy a pedir el favor que no vuelva a tratar de pegarle a mi padre, por qué no voy a responder. —Rebeca se paró firmemente ante la mirada de Adriano, la misma que la escaneaba de cuerpo completo.—Entonces eso debería decirle a su padre, ¿No cree?, Por qué si no mal recuerdo esta es mi oficina —hablo Adriano señalando todo lo que había a su rededor.—Eres un imbécil Connor, pero ni creas que esto se va a quedar así —comento Oliver claramente of
InglaterraLos pasos de Oliver eran largos y precisos, está vez iba a colocar a Alex en su sitio, no permitiría que siguiera pasando por encima suyo.Tan pronto estuvo parado en la puerta de la oficina de Alex, la empujó fuertemente logrando que Adriano dirigiera su mirada directo hacia la puerta.—¿Cómo te atreves a no firmar?, Claramente fue un arreglo al que tú accediste y ahora te niegas a firmar —levhablo Oliver totalmente furioso.Adriano levantó la mirada dejando ver su reluciente sonrisa.—Eso era antes, cuando estaba ciego, ahora no veo necesario seguir manteniendo a una cuerda de cuervos, que lo único que aspiran es a sacarme del camino —respondió firmemente.—¡Eres un imbécil!, No puedes echar nuestro acuerdo atrás —habló aún más furioso Oliver.—Claro que puedo y más cuando yo no tengo ningún beneficio, es más queda totalmente anulado cualquier negocio que no sea estrictamente laboral en cuestión de dinero, ahora solo recibirás tu pago por lo que trabajes, aquí no debe hab
Rebeca y Caroline caminaron justo hasta una mesa que se ubicaba en frente de Álex, quien por lo visto ni siquiera se había percatado de la presencia de Rebeca, quien estaba que estallaba de la ira al ver lo cínico que era Alex.—Amiga, ¿Te sientes bien? —le preguntó Caroline, mientras Rebeca trataba de acabar con la botella entera de un solo jalón.—Por supuesto que estoy bien, ¿Que te hace pensar lo contrario? —respondió.—Entonces me imagino que no te das cuenta como tu querido primo está devorando a esa mujer, ahhh, no sabes cómo quisiera ser yo quien estuviera en sus brazos en ese momento no, por qué déjame decirte, tu eres la única ciega que no te das cuenta del bombón de chocolate que tienes al frente —vociferó Caroline mientras mordía su labio inferior.—Pues si tanto te gusta Alex bien puede ir a su mesa, ya estoy cansada que él se crea el centro de atención y ahora tú también quieres rendirle pleitesía —comentó molesta, mientras Caroline rodaba los ojos.En la otra mesa la cu
La pobre joven tomó su ropa y caminó directo hacia el baño, en dónde se vistió y salió de ahí azotando la puerta.Adriano pegó fuertemente con sus nudillos sobre la cama, aún no entendía cómo era que Rebeca no salía de sus pensamientos, ninguna otra mujer le había llamado tanto la atención como lo hacía Rebeca.Además, su padre le había enseñado muy bien que en las mujeres y en el amor no se puede confiar, así que enamorarse de Rebeca no era una opción.—Señor disculpa, que entré de esta manera sin tocar, pero me imaginé que estaba despierto y más al ver a esa joven salir como alma que lleva el diablo —hablo William entrando a la habitación.—Si, me fui imposible dormir —respondió Adriano mientras se colocaba de pie —Si, eso veo señor, y menos con esa mujer que salió de su habitación hace unos minutos —respondió sonriendo.—Me imagino que se fue hecha una furia —habló Adriano.—Si señor de eso no hay la menor duda, pero vine por qué solicitan su presencia en una de las empresas, el a
Evidentemente Alex se iba a convertir desde ahora en adelante en la piedra en el zapato de Oliver y eso lo estaba comprobando en ese mismo momento. —Quiero que vuelvas ahora mismo a la empresa, yo te lo ordeno —habló fuertemente Oliver, solo que el hombre al otro lado de la línea se negó rotundamente.Los gritos de Oliver inundaron la casa tanto así que terminó por despertar a Rebeca, por así decirlo pues Rebeca no había podido pegar el ojo en toda la noche.Y eso era lo que más le preocupaba pues en toda la noche pensó en Álex, y lo arrogante que se había convertido últimamente, pero no estaba dispuesta a darse por vencida y menos ahora después de que se percató de la forma en que la miraba Alex, era un punto a su favor el cual iba a saber utilizar a la perfección.Así que se puso de pie se ducho y se puso el vestido más atrevido que tenía, había empezado la guerra y Álex Connor se iba a arrepentir de meterse con ella.Bajo rápidamente las escaleras, estaba entusiasmada por alguna e