Capítulo 19 —Bienvenida a mi mundoNarrador: Massimo se pasó una mano por el rostro mientras se recostaba en la silla de su oficina, mirando el teléfono en su escritorio. Apretó los labios con frustración. Apenas había dormido esa noche. Se había girado una y otra vez en la cama, sintiendo aún en su piel el rastro de su boca sobre Nadia, el leve temblor de su cuerpo cuando él la tocó. Mierda.Respiró hondo y marcó el número de Juan Pablo Tomaso.—Dime que tienes un hueco para mí esta mañana —gruñó apenas su amigo y abogado contestó.—Siempre tengo tiempo para ti, Massimo. Aunque no sé si mereces mi sabiduría legal después de haberte largado antes de la torta anoche.Massimo resopló.—Cállate y ven a mi oficina.Juan Pablo se rió, pero no preguntó más. Sabía que cuando Massimo hablaba en ese tono, no estaba para bromas.Veinte minutos después, su abogado entró en la oficina con su maletín de cuero y su traje impoluto, con esa arrogancia que lo caracterizaba. Se dejó caer en la silla f
Capítulo 20 —Un año de su vidaNarrador:Apenas cruzaron la puerta del estudio, Nadia sintió que todo a su alrededor giraba. Un zumbido se instaló en sus oídos y su visión se nubló por un instante. Se tambaleó, pero antes de que pudiera caer, unos brazos fuertes la atraparon con firmeza.—Nadia. —La voz de Massimo sonó grave, alarmada. Ella parpadeó varias veces, tratando de enfocarse, y cuando lo hizo, se encontró con sus ojos azules perforándola con preocupación. —¿Qué te sucede?Ella tragó saliva y apartó la vista.—Nada, solo... Me mareé un poco.—No parece nada.Massimo la sostuvo un poco más de la cuenta antes de ayudarla a enderezarse. Sus manos se quedaron en su cintura un segundo más de lo necesario.—¿Comiste algo hoy?Ella desvió la mirada, culpable.—No.Massimo exhaló pesadamente, deslizando una mano por su nuca con frustración.—¿Por qué demonios no comiste?Nadia se encogió de hombros.—Estaba nerviosa.Él chasqueó la lengua, claramente molesto, pero no dijo nada más. E
Capítulo 21 —Lo hizo otra vezNarrador:Massimo se puso de pie con la misma elegancia con la que hacía todo. Nadia lo siguió con la mirada, sintiendo que el aire en la habitación se volvía más pesado de repente.—Será mejor que me vaya. —murmuró él, con su tono grave y tranquilo.Pero no se movió. Ella lo observó con cautela, su cuerpo entero en alerta.Massimo ladeó la cabeza ligeramente, como si evaluara algo en ella que no lograba descifrar. Luego, con una lentitud deliberada, caminó en su dirección.Ella sintió la necesidad de retroceder, pero estaba sentada en la cama y hacerlo solo la haría ver más vulnerable. Así que se quedó en su sitio, observándolo con el ceño fruncido mientras él acortaba la distancia. Se detuvo frente a ella. Demasiado cerca, demasiado imponente.Nadia tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.—¿Qué haces? —murmuró, su voz apenas un susurro.Massimo no respondió. En su lugar, se inclinó un poco más, hasta que su rostro quedó a escaso
Capítulo 22 —Bella durmienteNarrador:Massimo abrió la puerta con sigilo, equilibrando la bandeja con una destreza natural. El aroma del café recién hecho y del pan tostado impregnaba el aire, mezclándose con el leve perfume a jazmín que flotaba en la habitación.Se detuvo en la entrada, observándola.Nadia dormía profundamente, con el cabello esparcido sobre la almohada y los labios entreabiertos en una respiración pausada. La manta se había deslizado hasta su cintura, dejando al descubierto la curva de su hombro desnudo y parte de su espalda.—Joder. —Su cuerpo reaccionó al instante. Apretó la mandíbula y desvió la mirada, tratando de no pensar en lo increíblemente vulnerable que se veía así. Como si no hubiera pasado la noche debatiéndose entre su deseo y su sentido común. Como si no hubiera gemido su nombre en medio de la oscuridad. Avanzó lentamente, dejando la bandeja sobre la mesa de noche. —Nadia —murmuró con voz baja, inclinándose apenas. Nada, ni un movimiento. Sonrió con d
Capítulo 23 —La farsa acababaNarrador:Nadia dejó la taza de café sobre la bandeja y suspiró, pasándose una mano por el cabello aún revuelto por el sueño.—Antes de hacer cualquier cosa, tengo que ir a hablar con Angelina. No puedo simplemente desaparecer sin decirle nada.Massimo, que había estado observándola con una calma casi inquietante, inclinó la cabeza.—Por supuesto. Pero recuerda… no puedes decirle la verdad.Ella lo miró con el ceño fruncido, jugando con la servilleta entre sus dedos.—Lo sé. Odiaré mentirle, pero lo haré.Massimo sonrió apenas, con esa expresión de satisfacción felina que la hacía sentir como si estuviera jugando un juego cuyas reglas él ya conocía de memoria.—Eres una mujer de palabra. Me gusta eso.Nadia bufó y rodó los ojos.—No sé si eso es algo bueno o malo viniendo de ti.Él rió suavemente, apoyándose contra el respaldo del sillón con una confianza que la desconcertaba.—Créeme, Nadia… viniendo de mí, es lo mejor que podrías escuchar.Ella sintió u
Capítulo 24 —Círculos en la pielNarrador:La mañana era tranquila en la casa que Massimo consideraba su refugio. Había llegado temprano, queriendo aprovechar el día para hablar con el encargado de la remodelación y el paisajista que se haría cargo de los jardines. Sabía que Nadia aún dormía, así que decidió preparar el desayuno con calma.La cocina estaba iluminada por la suave luz del sol que entraba por los ventanales. Massimo, con las mangas de su camisa remangadas y la corbata aflojada, se movía con soltura entre los muebles, sirviendo café y cortando pan fresco. La simpleza de la escena lo relajaba de una manera que pocas cosas lograban. Tal vez porque, por primera vez en mucho tiempo, no estaba en una oficina, no estaba rodeado de gente esperando órdenes o mujeres buscando llamar su atención. Estaba en un hogar. Y en ese hogar estaba ella.Sonrió para sí mismo mientras batía los huevos para una tortilla. Escuchó el crujido de una puerta abriéndose y pasos suaves acercándose det
Capítulo 25 —Me encanta que elijas jugar conmigoNarrador:Doña Isabella entrelazó los dedos sobre la mesa con su elegancia habitual y sonrió con esa expresión que dejaba claro que lo que decía no era una sugerencia, sino una orden disfrazada de cortesía.—Entonces, esta noche cenarán en la mansión. Quiero conocer mejor a Nadia y, por supuesto, celebrar esta hermosa noticia en familia.Massimo se tensó ligeramente. Sabía que su abuela no daba puntada sin hilo, y que una cena en la mansión significaba un interrogatorio disfrazado de conversación amena. Su instinto le decía que debía negarse, que era demasiado pronto, que no quería exponer a Nadia tan rápido a la jaula de serpientes que era su hogar.Pero antes de que pudiera decir algo, sintió a Nadia moverse a su lado.—¡Eso suena maravilloso! —exclamó ella con una sonrisa que parecía perfectamente natural, aunque Massimo notó la ligera rigidez en su mandíbula.La miró de reojo. Nadia estaba jugando el papel a la perfección, incluso m
Capítulo 26 —El vestido azulNarrador:Massimo se quedó inmóvil en el umbral de la puerta, con la boca entreabierta y los ojos fijos en la figura de Nadia.El vestido azul eléctrico abrazaba su cuerpo con una perfección insultante, marcando cada curva, cada detalle de su silueta de una manera que lo dejó sin aliento. El escote sutil, pero peligroso, exponía la justa cantidad de piel para hacerlo maldecir internamente. La tela se deslizaba con elegancia por sus caderas y caía hasta sus muslos con un movimiento suave cada vez que ella se movía.Pero lo peo, o lo mejor, dependiendo del punto de vista, era la espalda.El diseño dejaba su espalda casi completamente al descubierto, con solo un fino par de tirantes que se cruzaban en la parte superior. Dios. Sintió un calor sofocante subirle por la garganta.La boca se le secó cuando la vio luchar con el cierre, intentando subirlo sin éxito. Sus brazos delgados se estiraban en un esfuerzo inútil, dejando a la vista la delicadeza de sus omópl