Capítulo 642
Cuando el cielo comenzó a clarear, por fin cayó en un sueño ligero. Sintió que apenas cerraba los ojos cuando el timbre de la puerta la despertó.

Aturdida y de mal humor por no haber descansado bien, farfulló:

—¿Quién es? —Intentó incorporarse en la cama, pero enseguida sintió un tirón tremendo en la pantorrilla—. ¡Ah!

Le dio un calambre. Como doctora, sabía que la solución era estirar la pierna de inmediato, pero con la barriga tan grande, no podía ni acomodarse bien.

—¡Ahhh! —gimió con lágrimas en los ojos, intentando alcanzar su tobillo sin lograrlo. Cualquier leve inclinación presionaba su vientre.

Mientras tanto, afuera, Alejandro, con el ceño fruncido, seguía tocando el timbre.

¿Por qué Luciana no abría la puerta? ¿Sería que estaba molesta y no pensaba dejarlo entrar?

No, por mucho que se enfadara, ella no lo ignoraría así si estaba ahí parado. ¿Se habría lastimado? ¿Algo grave? El pensamiento de una emergencia lo sobresaltó.

Empezó a golpear la puerta con fuerza.

—¡Luciana! ¡Luc
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