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CAPÍTULO 58

Se resistía, se resistía con tanta fuerza que le dolían partes de su cuerpo que no debían siquiera existir, pero Aidan Casthiel era muy consciente de que esa resistencia no duraría más que un día o dos. La plata hacía estragos en su sistema y no le permitía ni siquiera luchar.

Vio a su madre acercarse por décima vez, sosteniendo algún tipo de brebaje que forzó por el tubo que se había encargado de meter en su garganta. Ya hasta la cabeza tenía sujeta con una correa y por fin podía comprender cómo debía haber sido para Rhiannon sentir la impotencia de verse reducida por la plata.

Era insoportable, pero saber que su madre estaba recreando los rituales para volver a someter a Akela era mucho peor.

La escuchó rezar con vehemencia y cerró los ojos, sintiendo el efecto de aquel brebaje en todo su cuerpo. El último lo había

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