Theo Silvano se giró justo a tiempo para ver descender de aquel auto al último lycan que, pensaba, se atrevería a buscarlo, pero después de todo había perdido el favor del antiguo rey, y ese ya estaba muerto.
—Escuché que no quisiste bajar la cabeza —dijo con sorna el lycan llegando junto a él, mientras se abotonaba el saco del elegante traje.
—Escuché que tú tampoco —respondió Theo tendiéndole la mano—. Saito Nader… ¡El gran general Nader…! Confieso que no pensé verte antes de irme.
—Eso es porque no irás a ningún lado —aseguró el general devolviéndole el saludo—. Digo… a menos que la próxima vez quieras enfrentarte a los colmillos de tu lobo liberado.
Theo levantó la barbilla con un gesto de curiosidad mientras miraba la mano de Nader, que le indicaba haci
—¿Estás seguro?Aidan sonrió con picardía, levantando una ceja.—Cualquiera diría que no lo quieres, Gallagher. ¿Es el caso? —preguntó.—¡Oh! No me malentiendas, estoy más que feliz de aceptarlo, pero…—No estás seguro de que Rhiannon piense lo mismo —comprendió Aidan.El general Gallagher dejó escapar un suspiro.—Su orgullo ha sacrificado mucho últimamente, así que quizás no se ofenda demasiado —rio el viejo.—Bueno… si se enoja, plantéaselo de esta forma: o lo usa para ayudar a los lycans de sus manadas, o alguien más lo usará para ayudar a quienes todavía someten a sus lobos. —Aidan se echó hacia adelante en su silla—. Fuiste mi maestro de estrategia, Gallagher, y los dos sabemos que esta será u
Era hora de pelear, evidentemente, pero Aidan se había quedado paralizado. La traición de su padre le había dolido en lo más hondo, pero apenas había tenido tiempo para procesarla, porque Maddox le había enviado el resto de sus pensamientos con una fuerza tal, que parecía imposible que pudiera reaccionar.Que Maddox se hubiera atrevido a poner una sola garra sobre Rhia era insoportable; pero lo peor era saber que tenía tanto derecho como él, o, mejor dicho, tantas oportunidades… No, no, eso tampoco era correcto, porque Maddox no había cometido la cantidad de equivocaciones que había cometido él.—Tú eres la otra pareja destinada de Rhia… —murmuró.—Y tú eres bonito, pero a mí los tríos no me gustan —se rio Maddox tomando una posición ofensiva.Lo vio darle vueltas a la Keqzhara en
—¿Listo para irnos, campeón?Cuando Alanna abrió la puerta de la guardería para por fin darles el salvoconducto de la reina, se encontró a tres lobos liberados y dos lycans acostados en el suelo de la guardería, con sesenta niños trepados encima escuchando los cuentos del gran lobo feroz.¡Hasta lindos se veían! Pero en cuanto escucharon a Alanna se pusieron de pie enseguida.—Déjame adivinar: Yo no iré —murmuró Aidan.—Adivinas bien, podrías dedicarte a leer el futuro —dijo la lycan con sarcasmo—, pero antes de que hagas un berrinche, Rhiannon no tuvo nada que ver, fueron órdenes del general Gallagher. Dice que no sabemos lo que en verdad está planeando Nader, y es imprescindible que Rhiannon participe, así que es más fácil proteger a uno que a dos.—Entiendo —dijo Aidan, apoya
—Me hiciste perder una apuesta —dijo Alanna en voz baja acercándose a Maddox mientras caminaban hacia el sitio que había indicado Brennan en la reserva de Astán.—Nadie te mandó a apostar contra mí —se rio Maddox.—¡Es que aposté por ti! ¡Eso es lo peor de todo…! ¡No, lo peor es que Hiro me ganara…! ¡Ese estúpido!Alanna rezongó, dirigiéndole a Hiro, que caminaba cien metros frente a ella, una mirada asesina.—¿Y qué fue exactamente lo que apostaron?—Yo aseguré que le darías una paliza a Aidan —suspiró ella—, pero te controlaste bastante bien.Maddox ladeó la cabeza y levantó una ceja, divertido.—Será que no tengo el instinto asesino tan desarrollado como el tuyo.—¿Estás bromean
Poner de nuevo los pies en suelo galés, fue un alivio en el corazón de Rhiannon. Las cosas más difíciles estaban por llegar, pero aun así sentía que podía estar en paz por algún tiempo, al menos eso era lo que había ganado con aquel Tratado que había firmado con Nader.En la comunidad principal que estaban construyendo todo iba sobre ruedas. Tenían financiamiento suficiente para darle a las familias de refugiados todo el apoyo que podían necesitar, y ya había dieciocho empresas en perfecto funcionamiento, dirigidas por lycans fieles a la reina, que trabajaban expresamente para sostener aquel proyecto.Rhiannon no se había atrevido a protestar ni una vez por la «donación» de Aidan, finalmente su orgullo no podía ser más fuerte que el bienestar de las familias que estaban a su cargo.Apenas descansó un poco de aquel viaje, se pu
—¿Tienes pulgas? —preguntó Alanna viendo la forma constante y nerviosa con que Rhiannon movía su pie.—¿Qué…? ¡No! —contestó ella girándose de nuevo haca el pequeño salón donde Aidan y sus lobos trabajaban.No había dormido en toda la noche, se había dado más de tres duchas de agua fría y sol podía pensar en aquel beso con Aidan.Frente a ella, en un pequeño recinto destinado para el caso, él y sus lobos trabajaban con niños pequeños. Entraban con sus padres y Aidan les explicaba el procedimiento, porque sí, ya hasta un procedimiento tenían. Había bastado intentarlo con uno para saber exactamente lo que tenían que hacer.—¿Va todo bien? —curioseó Alanna.—Hasta ahora sí. Raksha ayuda a sacar a los lobos, Corso y Akela los
El camino era simple o al menos lo parecía. En circunstancias normales demorarían menos pero la manada del Alfa Lukas parecía tomarse su tiempo para reconocer los terrenos y disfrutar del camino hacia su nuevo hogar.El equipo de construcción había abierto hasta la nueva comunidad un sendero de tierra, pero todos los autos en que iban tenían que avanzar lento si no querían perder los ejes en los baches del camino.La comunidad más cercana por la que pasaron ya se había establecido, estuvieron en ella un día entero y solo tenía siete niños pequeños, así que Aidan no tuvo tanto trabajo pero casi todo se reunieron para verlo devolver los lobeznos a los pequeños lycans de la manada. No se podía negar que tenía algo que los sedaba, o quizás fueran los lobos, aunque el Alfa se había cuidado de no dejar salir a los dos juntos frent
«Akela, ayúdame. Ve si Raksha quiere hablar contigo…»Aidan sintió a Akela revolverse dentro de él con inquietud, intentando comunicarse con Raksha pero no había nada.«No entiendo qué le pasa… Está como… ¡en shock!», murmuró el Alfa tomando su barbilla y mirando a sus ojos perdidos.«¿Y qué esperabas?», gruñó Akela. «Pasó casi seiscientos cincuenta años cautiva en este lugar. ¡Y tú la traes de regreso!»«¿Y qué podía hacer? ¡Esta es la protección que teníamos más cerca!» se defendió Aidan.—Rhia… por la Diosa respóndeme… De los labios de Rhiannon solo salió un gemido ahogado y Aidan gruñó con impotencia. Bueno… si estar