Nadie le había tocado un solo cabello desde que el rey Caerbhall había sido encerrado en una de las celdas del complejo, quizás por eso estaba más enojado de lo que se podía esperar. Eso sí, tampoco le habían retirado la mordaza para que no estuviera importunando, así que la mezcla de babas con sangre y sudor habían hecho descender un par de niveles a Su Majestad en el escaño de la realeza.
Finalmente, rayando el mediodía, sintió que lo arrastraban fuera de la celda y lo llevaban al centro de aquel complejo. No había auditorio allí, pero parecía que cada uno se había acomodado donde mejor le permitieran ver lo que estaba a punto de pasar.
Once ancianos fungían como jurado y el juicio era presidido por Dereck, el Alfa de las manadas europeas.
Rhiannon se mantenía a un lado junto a dos de sus paladines, porque Maddox se dedicaba a patrullar
—¿Estás segura de esto? —murmuró Maddox muy cerca de ella y Rhiannon se volvió para enfrentar su mirada.—¿Si estoy segura de que puedo ajusticiar al asesino de mi familia? —preguntó levantando una ceja llena de desprecio—. ¿Tú qué crees?Alrededor de ellos los lycans comenzaban a moverse hacia los terrenos afuera del complejo. Se hizo un perímetro de doscientos metros con una doble fila de soldados custodiándolo junto a los paladines, Cedrik, Dereck y el general Gallagher. Ninguno confiaba en que los planes de Caerbhall se restringieran solo al duelo, porque todos sabían que, según las antiguas leyes, incluso la victoria no le garantizaba la libertad.—Si me mata… —dijo volviéndose hacia Maddox.—¡Ni se te ocurra pensarlo! —la interrumpió él.—¡S
No hubo un solo grito entre la multitud, ni de horror ni de sorpresa, que indicara que estaban en desacuerdo con la forma en que aquel lobo liberado destrozaba a su lycan; y para el mismo instante en que el círculo de protección de la Keqzhara se desvaneció, ya Milo, Alissa, Hikaru y Raksha lo estaban conteniendo, porque era evidente que estaba muy trastornado.Rhiannon le hizo una señal a Alanna para que los dejara solos, después de todo, Aidan no podía lastimarla sin lastimarse a sí mismo.El campo se fue despejando poco a poco, hasta que solo quedaron Aidan, su Beta, Rhiannon y la figura pétrea de Maddox diez metros más allá, al que ninguna palabra, gesto o señal de Alanna había hecho moverse.Rhainnon soltó las ataduras de Brennan y este se encargó de desatar a Aidan.—Pudiste luchar por él —murmuró Rhiannon—. Era un asesin
Nadie supo exactamente en qué había terminado la conversación entre Rhiannon de Isrión y Dimitri Smirnov, pero cuarenta y ocho horas después, tres cruceros trasatlánticos salían desde Nueva York, transportando a casi siete mil lycans hacia Reino Unido.Dos semanas en el mar no eran exactamente un paseo por las nubes, pero dio tiempo a que pudieran organizarse en cuanto a lo que sucedería una vez que llegaran.Restaurar el antiguo linaje de Isrión no era coser y cantar, pero al menos en Europa la esperaban con ilusión, y Rhiannon trató de ayudar tanto como pudo con la distribución de los lycans en sus nuevas reservas y el apoyo a los que tenían necesidades especiales.Por suerte aun perduraban familias enormes que no podían ser separadas. Durante los años de persecución la resistencia había creado sus propias manadas y tampoco era saludable rompe
—¿Pensabas invitarme o sólo me dejarías fuera?Aidan levantó la cabeza para mirar a su madre y su rostro se convirtió en una máscara de incomodidad. Regresar a casa después de la muerte de su padre había sido difícil, pero que Erea no diera una sola muestra de sentirlo, le había hecho cuestionarse absolutamente toda su vida.Su única insistencia consistía en que subiera al trono de los lycans, en que se coronara como nuevo rey y que librara una nueva guerra por un control que Aidan ni quería ni necesitaba; así que las discusiones con ella estaban a la orden del día.La única razón por la que había regresado a la casa real era porque, por menos que le gustara, el nombre de Casthiel era poderoso todavía a pesar de la muerte de su padre, y esperaba poder usarlo para influir sobre los Alfas de América.—No, no
—¡…Vete de aquí!Brennan no sabía su aquel gruñido llegaba de parte de Aidan o de Akela, pero sintió que lo empujaban por uno de los corredores laterales hasta que tropezó en las escaleras y Brennan cayó quince escalones más abajo.—¡Vete!—¡No te voy a dejar…! —dijo el Beta haciendo ademán de subir por él pero una mirada de su Alfa lo detuvo.—A mí solo va a lastimarme, pero a ti te matará, lo sabes bien… ¡Vete, busca ayuda…!La puerta de acceso a las escaleras se abrió con un chirrido y Brennan saltó hasta el pie de las escaleras, echando a correr hacia los pisos más bajos, y Aidan solo cerró los ojos, rezando a la Diosa para que le permitiera a su Beta escapar a salvo.No supo si habían pasado horas, días o solo minutos cuando volvió
Se resistía, se resistía con tanta fuerza que le dolían partes de su cuerpo que no debían siquiera existir, pero Aidan Casthiel era muy consciente de que esa resistencia no duraría más que un día o dos. La plata hacía estragos en su sistema y no le permitía ni siquiera luchar.Vio a su madre acercarse por décima vez, sosteniendo algún tipo de brebaje que forzó por el tubo que se había encargado de meter en su garganta. Ya hasta la cabeza tenía sujeta con una correa y por fin podía comprender cómo debía haber sido para Rhiannon sentir la impotencia de verse reducida por la plata.Era insoportable, pero saber que su madre estaba recreando los rituales para volver a someter a Akela era mucho peor.La escuchó rezar con vehemencia y cerró los ojos, sintiendo el efecto de aquel brebaje en todo su cuerpo. El último lo había
Hiro gruñó sobre el hombro de Alanna y la loba se echó hacia atrás, chocando con él.—¡Oye! ¡No creo que tu mate aprecie mucho que andes invadiendo mi espacio personal así que… shu shu…! —protestó ella.—¿Cómo es que en estos siglos no has conseguido novio? —replicó Hiro y la loba le dedicó una mirada de odio—. ¡No me abras los ojos que no te voy a echar gotas! —la molestó Hiro y Alanna resopló con frustración.—Se supone que estamos en una misión importante, no era para que estuvieras bromeando tanto.—¡Ay, por la Diosa, míranos! —Hiro abrió los brazos mostrando todo el lodo con que se habían ensuciado la ropa para disimular el olor mientras se acercaban a la casa real.—¿Se quieren callar los dos? —los regañ
Apenas podía sostenerse en pie, pero parecía que después de todo las Keqzhara estaban tocadas por la Diosa, porque el golpe de adrenalina fue suficiente para de Raksha saliera de su cuerpo sin poder materializarse, pero lista para cumplir con su papel.Sin embargo pasaron los minutos y nadie veía que lograra liberar a Akela. Algo que antes le tomara solo segundos ahora era una batalla ardua entre los dos lobos.«Raksha… ¿qué pasa?», preguntó Rhiannon sintiéndose cada vez más débil por tenerla fuera de ella.«No quiere salir…», los colmillos del espíritu de su loba se debatían sobre el cuerpo de Aidan, pero de Akela solo podía escucharse un aullido desconsolado.«Lo lastimé… lo lastimé…» repetía como un disco rayado. «Ya no me va a querer… ya no me