Aidan y Brennan se miraron con sorpresa mientras la muchacha se echaba a reír con dulzura.
—Bueno, ya la conocen, esta es mi querida bisnieta a la que tuve que matar —declaró Lidora Nader entregándole el pan de nuez a la chica—. ¡Mira lo que tu abuela hizo con sus propias manos…! —añadió con teatralidad.
Briccia lo olisqueó con los ojos cerrados y sonrió.
—Huele delicioso, abuela, gracias. Sería genial comerlo con té de manzanilla. ¿Puedes poner la tetera por mí? —le pidió.
La anciana le dio un beso en la cabeza y salió de la cabaña como si nada mientras Briccia ponía el pan sobre la mesa más cercana.
—Supongo que ya considera a la panadería de Summerville como «sus propias manos» —se burló—, pero la intención es lo que cuenta
—No estoy seguro de poder responderte esa pregunta.¿No estoy seguir de poder responderte esa pregunta? ¿Era todo lo que Maddox tenía para decir?Rhiannon le había dado miles de vueltas en la cabeza y en la de Raksha, hasta que las dos se habían quedado dormidas, incapaces de comprender por qué Maddox llevaba en su hombro exactamente la misma marca que Aidan y que ella.Estaba segura de que no compartía con él la misma clase de vínculo que compartía con Aidan, después de todo el lazo que la unía a Aidan había estado destinado a salvarle la vida. Pero aun así sabía que aquella marca se la había hecho ella misma a lo largo de los siglos, y que Maddox la tuviera debía significar algo, ¿no?«Me estás volviendo loca», fue lo primero que escuchó esa madrugada cuando volvió a a
Sí, quizás esa era la pregunta más peligrosa de todas, si Rhiannon de verdad quería saber qué era lo que en realidad había entre ella y Maddox, por qué se sentía tan extrañamente segura a su lado o por qué había percibido aquel potencial suyo para convertirse en un Alfa Real.El problema era que ya su cabeza y su corazón la habían engañado antes. Ya se había dejado llevar por todos sus sentimientos y le habían fallado… quizás era hora de permitir que el instinto la guiara.Atrapó el primer aro entre el índice y el pulgar e hizo saltar el tranque, sintiendo el gruñido de satisfacción de Maddox mientras lo sacaba de su oreja. Ella también lo había sentido en el mismo momento en que Raksha había expulsado toda la plata de su cuerpo, solo que no había tenido tiempo para disfrutarlo como deb&iac
Brennan lo sostuvo mientras maldecía en voz alta, atrayendo la atención de Briccia y de la anciana Lidora.Los ojos de la sacerdotisa se volvieron tan azules como los de su lobo mientras examinaba la herida.—Bala de plata —murmuró—. ¿Te sientes muy mal?—La hirieron… hirieron a Rhiannon… —era lo único que balbuceaba Aidan con los ojos desorbitados.—Calma, está sanando —le aseguró Briccia y su rostro adquirió una extraña tranquilidad—. Pero esto es solo el inicio. Significa que ya la están cazando.La mandíbula de Aidan se tensó, sintiendo cómo Akela aullaba dentro de él con desesperación. Briccia puso una mano sobre su herida y sus ojos se nublaron completamente, perdiendo todo el brillo que le había dado la mirada de su loba.—Lamento mucho decirte esto, pero te
Rhiannon no tenía ningún recuerdo de los minutos que había pasado en compañía de la Diosa después de su muerte cuando tenía solo diez años. No recordaba el momento en que Raksha le había sido otorgada, no recordaba cuándo su cuerpo había cambiado… el único recuerdo que perduraba en ella era que había salvado al mundo de un destructor llamado por la misma Diosa para acabar con la raza corrompida de los lycans.Esa noche no había salvado a un bebé, había salvado a toda una raza… y se había permitido olvidar que sobre la tierra había quedado el destructor de la Diosa, vivo, latente e inadvertido… y que era su responsabilidad.Era lógico que hubiera sido un desterrado toda su vida, era lógico que su sola presencia pusiera nerviosos a los lycans, y era una suerte que hubiera tenido la suspicacia como p
Nadie le había tocado un solo cabello desde que el rey Caerbhall había sido encerrado en una de las celdas del complejo, quizás por eso estaba más enojado de lo que se podía esperar. Eso sí, tampoco le habían retirado la mordaza para que no estuviera importunando, así que la mezcla de babas con sangre y sudor habían hecho descender un par de niveles a Su Majestad en el escaño de la realeza.Finalmente, rayando el mediodía, sintió que lo arrastraban fuera de la celda y lo llevaban al centro de aquel complejo. No había auditorio allí, pero parecía que cada uno se había acomodado donde mejor le permitieran ver lo que estaba a punto de pasar.Once ancianos fungían como jurado y el juicio era presidido por Dereck, el Alfa de las manadas europeas.Rhiannon se mantenía a un lado junto a dos de sus paladines, porque Maddox se dedicaba a patrullar
—¿Estás segura de esto? —murmuró Maddox muy cerca de ella y Rhiannon se volvió para enfrentar su mirada.—¿Si estoy segura de que puedo ajusticiar al asesino de mi familia? —preguntó levantando una ceja llena de desprecio—. ¿Tú qué crees?Alrededor de ellos los lycans comenzaban a moverse hacia los terrenos afuera del complejo. Se hizo un perímetro de doscientos metros con una doble fila de soldados custodiándolo junto a los paladines, Cedrik, Dereck y el general Gallagher. Ninguno confiaba en que los planes de Caerbhall se restringieran solo al duelo, porque todos sabían que, según las antiguas leyes, incluso la victoria no le garantizaba la libertad.—Si me mata… —dijo volviéndose hacia Maddox.—¡Ni se te ocurra pensarlo! —la interrumpió él.—¡S
No hubo un solo grito entre la multitud, ni de horror ni de sorpresa, que indicara que estaban en desacuerdo con la forma en que aquel lobo liberado destrozaba a su lycan; y para el mismo instante en que el círculo de protección de la Keqzhara se desvaneció, ya Milo, Alissa, Hikaru y Raksha lo estaban conteniendo, porque era evidente que estaba muy trastornado.Rhiannon le hizo una señal a Alanna para que los dejara solos, después de todo, Aidan no podía lastimarla sin lastimarse a sí mismo.El campo se fue despejando poco a poco, hasta que solo quedaron Aidan, su Beta, Rhiannon y la figura pétrea de Maddox diez metros más allá, al que ninguna palabra, gesto o señal de Alanna había hecho moverse.Rhainnon soltó las ataduras de Brennan y este se encargó de desatar a Aidan.—Pudiste luchar por él —murmuró Rhiannon—. Era un asesin
Nadie supo exactamente en qué había terminado la conversación entre Rhiannon de Isrión y Dimitri Smirnov, pero cuarenta y ocho horas después, tres cruceros trasatlánticos salían desde Nueva York, transportando a casi siete mil lycans hacia Reino Unido.Dos semanas en el mar no eran exactamente un paseo por las nubes, pero dio tiempo a que pudieran organizarse en cuanto a lo que sucedería una vez que llegaran.Restaurar el antiguo linaje de Isrión no era coser y cantar, pero al menos en Europa la esperaban con ilusión, y Rhiannon trató de ayudar tanto como pudo con la distribución de los lycans en sus nuevas reservas y el apoyo a los que tenían necesidades especiales.Por suerte aun perduraban familias enormes que no podían ser separadas. Durante los años de persecución la resistencia había creado sus propias manadas y tampoco era saludable rompe