Rhiannon suspiró con cansancio y se sentó sobre una roca, mirando al grupo de enormes edificaciones que se alzaba frente a ella. Había estado caminando gran parte de la noche y todo el día, atravesando el campo y rodeando poblados, siguiendo fielmente el instinto de Raksha.
«Podríamos avanzar más rápido si me dejaras salir», protestó la loba.
«¿Y tú cómo crees que se verá una loba blanca en medio de estos lugares? Yo ya soy bastante rara con el cabello de este color, ahora imagina tú una loba de tu tamaño».
Raksha refunfuñó, pero sabía que su lycan tenía razón. Rhiannon sacó fuerzas de flaqueza y se volvió a levantar, decidiendo por qué lado era más factible rodear el grupo de edificios, pero en cuanto estuvo más cerca, un gruñido sordo la hizo reaccionar.
Aidan se habría echado a reír a carcajadas ante semejante estupidez, pero una sola palabra de aquella anciana, una sola, había hecho que el alma le temblara, y esa palabra era «blanca».—¡Lidora, por favor, deja de molestar al Alfa! —cuando la voz del general Nader hizo eco en la habitación, Aidan le arrancó el paño manchado de la mano y lo metió en uno de los bolsillos de su pantalón.—No sucede nada, general —dijo girándose con voz tajante—. La abuela no me molestaba.—Lo siento, Alfa —se disculpó el general inclinando un poco la cabeza en señal de respeto—. Ya los años pesan mucho sobre ella y dice muchas incoherencias… pero la sangre es la sangre y no podemos solo abandonarla a su suerte…—La virtud de una familia se refleja en la forma en que venera a sus ancianos. Me alegra encontra
Los dos días siguientes fueron una nebulosa oscura en la mente torturada de Aidan. Apenas si había prestado atención al banquete final de la ceremonia, su mente era una batalla constante por aceptar la realidad, por comprenderla o al menos por no volverse loco.—Levántate, parece que te drogaron… ¿qué demonios te pasa? —lo reconvino Brennan una vez que el avión aterrizó en Nueva York—. La ceremonia será esta noche, en menos de seis horas. Ya todo está preparado y tú pareces un zombi desde que regresaste de la cacería. ¿Te picó un mal mosco o…?—Ella es la legítima heredera al trono… —Fue lo único que dijo y Brennan perdió el color.Lo arrastró fuera del avión antes de que pudiera decir otra palabra y se lo llevó directamente a las habitaciones que habían
Si existía un buen momento para abrir un hoyo en el suelo y enterrarse vivo, aquel era. Maddox pudo sentir toda la energía que se desataba en un segundo en el cuerpo de Rhiannon y contuvo el aliento, porque sentía que lo abrumaba. Sí, de un segundo a otro aquel abrazo se había transformado de “sostenerla” en “contenerla”, y el lycan no estaba muy seguro de si sería capaz.—Estás… diciendo… que… que Aidan es… —parecía que Rhiannon no era capaz de respirar. Toda su naturaleza se rebelaba contra eso. No podía ser. Aidan no podía haberla traicionado de esa manera, Akela no podía haberla traicionado de esa manera después de haberlo liberado.—Aidan es el último hijo del rey Caerbhall y la reina Erea… —murmuró Brennan, porque ya era inútil seguir ocultándoselo—. Es el hijo de l
El nuevo templo de la Diosa había sido construido en forma de teatro griego, y tenía capacidad para medio millar de lycans. Estaba dividido en cuatro semicírculos, donde los asistentes debían sentarse ordenadamente según sus rangos.En el más cercano a la orchestra se sentaban los ocho Alfas regentes de los territorios de la corona, junto a sus familias. Eran los miembros más importantes de la corte, por lo que tenían un lugar preferencial.En el segundo semicírculo se sentaba el linaje de guerra, los generales, lugartenientes y Betas de la raza. Si eras un soldado con rango, allí era donde debías estar.El tercer semicírculo estaba destinado a familias de menor importancia, y a personajes destacados dentro la sociedad lycan.Y el cuarto semicírculo, el más alejado, se reservaba para sirvientes y soldados comunes, al parecer a los reyes les gust
A Aidan le había molestado aquel lycan desde que había puesto el primer pie en el templo siguiendo los pasos de Rhiannon. Había odiado su olor desde el mismo momento en que lo había percibido, y había envidiado su estupidez o su determinación para dejar que su lobo caminara junto a Raksha frente a todos.Pero lo que disparó hasta la última de sus terminaciones nerviosas fue verlo alcanzar una transformación parcial en un segundo, como si fuera impulsada por una pequeña explosión.Sus cabellos pasaron del dorado al gris, extendiéndose casi hasta su cintura, su cuerpo parecía despedir una onda expansiva llena de poder mientras sus ojos adquirían un color negro intenso y sus garras emergían de una sacudida.Con una de ella tomó la muñeca que Rhiannon le ofrecía, se la llevó a la nariz con cautela, oliéndola por un
«Esto se va a convertir muy pronto en una masacre» murmuró Raksha dirigiendo su comunicación únicamente hacia Akela, mientras le veía sacudirse y levantarse poco a poco después de ser arrancado del cuerpo de Aidan.«¿Te parece?» respondió el lobo con sarcasmo. «¿Qué rayos vamos a hacer?»«¿Vamos?» Se enojó Raksha. «Pues lo único que hay por hacer aquí es que tu lycan baje la cabeza y suplique por su vida».«¡Raksha, siempre supimos que esto iba a suceder cuando Rhiannon se enterara de la verdad! ¡Dijimos que lo manejaríamos juntos!» replicó Akela.«¡Una cosa es manejar el asunto de su identidad, y otra muy distinta es que tuviera semejante descaro asumiendo el trono! ¡Jamás
Se podían contar por docenas los lycans que salieron de aquel templo detrás Rhiannon. Se habría pensado que quizás solo los más ancianos, con conocimiento de la historia, o las clases más bajas que no gozaban precisamente del favor del linaje de Casthiel se les unirían, pero lo cierto era que incluso dos de los principales Alfas de las manadas se fueron con ella.—Haremos una correría de trescientos kilómetros al norte, hacia el lugar seguro más próximo donde podemos organizarnos —declaró el general Gallagher pocos minutos después, no sin antes girarse hacia Rhiannon con una interrogante en la mirada, esperando su aprobación.—Nadie debe quedarse atrás —fue la respuesta de la muchacha—. No ha pasado ni un cuarto de hora y puedo garantizar que todas sus cabezas ya tienen precio. Los escuadrones leales al rey comenzarán a cazarnos
«Akela ¡entra, ahora!», Aidan llamó a su lobo de regreso y Akela no se resistió porque sabía que no era una orden sin fundamento. Tal como estaban las cosas se podía garantizar la seguridad… o al menos la vida de Aidan, pero la única forma de que él estuviera protegido era dentro de su lycan. Después de todo era la prueba de la desobediencia de Aidan hacia las leyes que sus propios padres le habían impuesto a los lycans durante siglos.—¡¿Qué fue lo que hiciste, Aidan?! —gritó el rey girándose hacia su hijo en el mismo momento en que los guardias terminaron de desalojar el templo de la Diosa.Reinaba la confusión y los rumores de lo que había sucedido esa noche se extenderían como fuego sobre pólvora seca. En el centro de la orchestra solo quedaban los reyes, Aidan, Myra y el General Nader, que no se atrevía a